Desde el encierro, la posibilidad de leer y escribir pareciera estar relacionada directamente con las habilidades de quien permanece aislado, en un lugar propio, distante de los lectores, pero cercano al poder de la memoria, ese espacio donde se guardan las cosas personales e importantes. Allí reside un yo aislado, alejado de quienes, curiosamente, también están en sus casas, sin contacto con el mundo exterior. Es en este contexto donde Margo Glantz recientemente ha escrito, por medio de su cuenta de Twitter (@Margo_Glantz), opiniones sobre el mundo actual y breves relatos que rápidamente se han difundido por las redes.
Tristemente, todos compartimos la amenaza de una pandemia, el COVID-19, que paradójicamente nos obliga a conectarnos sin salir de casa y así lo hacemos muchos a través de esta red. Con la velocidad de los mensajes online, y la brevedad de los mismos, a sus 90 años Margo Glantz, reconocida como una de las escritoras más relevantes de México —profesora emérita de la UNAM, docente visitante en universidades estadounidenses como Yale, Berkeley, Harvard y Princeton, ganadora de numerosos premios y reconocimientos— nos hace pensar, una vez más, desde las pocas palabras que escribe en cada uno de sus tweets. Doce de ellos, escritos en menos un mes, son como las pequeñas doce campanadas que nos mueven rápidamente en el tiempo, o podrían ser esos nuevos 12 tweets peregrinos, como breves relatos que nos llevan a espacios disímiles y reales. En este momento, su escritura nos ayuda a pensar, a viajar, más allá del encierro en la pandemia. Aquí hablaremos sobre ellos.
Tweet 1, abril 25 / Mis días avanzan, retrocediendo
Claudia Cavallin: Justo en este momento, ¿Volvemos a darle un giro a la historia, como un eterno retorno nietzscheano?
Margo Glantz: Bueno, no estoy tan filosófica, es filosofía de banqueta, más bien, una filosofía que resulta de un cotidiano difuso, en donde los días que transcurren son siempre domingos, o lunes, o martes, o sábados, y también pueden ser días tristísimos como los de Gloomy Sunday, el blues que canta Billie Holiday con esa voz indescriptible que hace más triste y solitario el domingo; me remite también ese tweet a La semana de colores, el bello cuento de Elena Garro del libro de ese nombre, donde “Los viernes morados y silenciosos llenaban a la casa de grietas”, “Los viernes eran días llenos de sed”; y a veces hasta amanecía jueves.
Tweet 2, abril 26 / La democracia ¿es democrática?
C.C.: Si en la “democrática” Grecia ni las mujeres, ni los esclavos eran ciudadanos … ¿Seguimos en una democracia imposible, donde las mujeres y las personas de más bajos recursos económicos son objetos bajo el dominio de un poder vertical, de una lógica falogocéntrica?
M. G.: Bueno, ha habido movimientos feministas muy importantes siempre y en este último tiempo, en Argentina, en México, en muchos otros países, movimientos que en cierto sentido se han visto opacados por el coronavirus que, a pesar de no ser un organismo vivo (oxímoron) nos invade y actúa en cierta medida (y no exagero) en favor de los totalitarismos, al restringir las libertades individuales y ayudar a que varios gobiernos exageren las medidas represivas, con la consecuencia, entre muchas otras, de que la reclusión agrava la violencia doméstica, aunque haya quienes niegan que ésta exista. “La indemnidad del rebaño”, tan buscada por los epidemiólogos, y fundamental para la salud, favorece la mentalidad de rebaño.
Tweet 3, abril 27 / Todos los días camino media hora por mi casa, siento como si estuviera subiendo el Everest o como si fuera Sísifo empujando cuesta arriba su eterno fardo o como las Danaides cargando siempre sus cántaros repletos de agua y perforados #tragedia2020
C.C.: Utilizando el hashtag #tragedia2020. ¿Podemos comprender mejor nuestra tragedia actual si nos alejamos del encierro, caminando en casa, mientras fortalecemos la memoria con la mitología griega que nos empuja cuesta arriba por una montaña de piedra?
M. G.: Bueno, es un intento de darle nombre o de metaforizar esa perpetuidad globalizada del encierro, del confinamiento a que nos vemos obligados universalmente. Recurrir a los mitos griegos o a la literatura es uno de los recursos que parecen ayudar a entender mejor esas vivencias (hablo de mí, obviamente).
Tweet 4, abril 28 / Pandemia triple: De virus, de miedo, de soledad
C.C.: Los tres ángulos de la pandemia forman un triángulo del aislamiento. ¿Cómo cree usted que saldremos después del encierro en una celda tan profunda y oscura?
M. G.: No soy profeta. Por allí andan muchos profetas sueltos que vaticinan el futuro postpandémico, un futuro difícil de predecir: ni siquiera sabemos todavía cuáles son y serán las consecuencias futuras reales del virus en los cuerpos individuales, y menos en el cuerpo social, aunque en algunos países la gente haya podido salir, para de inmediato, y como remedio contra el confinamiento, comer hamburguesas en McDonald’s o hacer cola para comprar ropa en las tiendas de Zara.
Tweet 5, abril 29 / Zooming, streaming, webing, me pierdo con tantos ings
C.C.: En este sistema de vernos como pequeños cuadros móviles en la pantalla, unidos y, al mismo tiempo, separados, ¿se reconstruye una nueva forma de socialización o se pierde el verdadero vínculo social sin el uso de los espacios comunes compartidos, como el mercado, la plaza, la biblioteca?
M.G.: Bueno, como todas las innovaciones tecnológicas, el teléfono, la televisión, el internet, el fax, el celular, el Skype, etc., etc., etc., tienen, consecuencias positivas y nefastas, y esos inventos favorecen los encuentros virtuales, una comunicación más rápida entre personas, y las llamadas reuniones colectivas (hasta lograr que un concierto sinfónico se grabe conjuntando uno a uno a los músicos que lo tocan); sin embargo, ahora por la pandemia nos está vedado viajar, nos tenemos que contentar con una forma precaria de hacerlo sentadas en casa, frente a una pantalla. Al mismo tiempo (y lo que voy a decir se ha convertido en un lugar común), además de que el Zoom y otros medios deforman nuestra imagen, perdemos totalmente el cuerpo, y con ello la posibilidad del contacto, nos convertimos en hologramas, en fantasmas como la Justine de la gran novela de Bioy Casares, La invención de Morel. Recuerdo de paso aquí a Sor María de Agreda, monja concepcionista, consejera de Felipe IV, que encerrada en su convento podía bilocarse y viajar en imagen hologramatizada y aparecer como “la dama azul”, en Nuevo México y Tejas, para catequizar a los indios de esas regiones. Aunque le seré franca, preferiría viajar en carne y hueso, a pesar de que los viajes, lo sabemos bien, hayan siempre propagado las pandemias.
Tweet 6, mayo 1 / Leo Maneras trágicas de matar a una mujer: N. Loraux, libro maravilloso #Tragedia2020
C.C.: Volviendo a la Grecia antigua, ¿cree que existe una profunda heroicidad en la tragedia cuando la muerte de una mujer puede ser utilizada como prueba de la injusticia más oculta? Hace unos días, el índice de mortalidad en el encierro, por la pandemia, aumentó más en las mujeres y solo así tenemos nuevas pruebas sobre la violencia doméstica…
M.G.: Como mencioné, la tragedia griega es uno entre varios ejemplos, y la forma en que la trabaja Nicole Loraux es esclarecedora: la mujer es invisible en la vida pública griega y su máxima gloria es ser una buena esposa, buena madre (el parto es su hazaña más heroica) y morir silenciosa en el gineceo, aunque el alma tenga cuerpo de mujer, como lo demuestra en su libro con precisamente ese título Giulia Sissa, otra gran estudiosa de la cultura griega. El hombre pertenece a la polis, la mujer, a su hogar, los actos de civismo en la democracia griega son sobre todo masculinos; en la tragedia la mayoría de los varones muere en la guerra, tienen heridas en el cuerpo, ostentación y muestra flagrante de su heroísmo, su sangre se derrama, las mujeres en cambio se suicidan (se ahorcan: Fedra, Yocasta, Antígona) y su sangre, elemento distintivo asociado a la mujer (me remito a la mirada espía sobre su mujer de Michelet y los ensayos críticos de Barthes sobre ella), raras veces es visible en la tragedia: excepcional es la sangre derramada de Clitemnestra, Deyanira, Casandra .
Tweet 7, mayo 5 / Los espejos son selectivos, yo pensaba que entre ellos existía la igualdad
C.C.: Desde la mirada narcisista en el espejo, ¿son las redes sociales con mensajes breves, como el Twitter, los nuevos espejos que reflejan una belleza instantánea y desigual en sus imágenes?
M.G.: Creo que es evidente, tanto en el Twitter como en el Facebook, quizá más evidente en el Facebook, que el narcisismo es flagrante, la necesidad casi patológica de auto amarse, un selfie diario escrito.
Tweet 8, mayo 5 / En los tuits todos somos grandes: los superlativos rebajan
C.C.: Entonces ¿Twitter es el producto de la democratización de esas redes narcisistas, donde la interrelación, el intercambio, la comunicación e información global, no están sometidos por la jerarquía gramatical, ni la censura mediática?
M.G.: Sería otra vez uno de los excesos del narcisismo a los que estos medios incitan y demuestran. Me sorprende a menudo la manía irredenta de mostrar entusiasmo por algo sin explicarlo, añadiéndole simplemente un superlativo, es grande, es maravilloso, es fenomenal (no me eximo) sin tratar de reflexionar sobre esa superioridad. De repente, todos somos “grandes”, “extraordinarios” …
Tweet 9, mayo 6 / Los algoritmos traidores
C.C.: Irónicamente, la masificación de los algoritmos en la toma de ciertas decisiones en pantalla nos exige ahora, a los seres humanos, demostrar que no somos seres artificiales. ¿Cree que en el futuro la literatura abandonará a las bibliotecas y terminará viviendo en las redes (dentro de las tabletas, smartphones, etc.)?
M.G.: No sé, por lo pronto, este confinamiento parece reducirnos a ello, por lo demás, ya lo sabíamos. Con la aparición del Google y la Wikipedia el recurso a las bibliotecas ha disminuido exponencialmente, en cierta forma esto es muy sabido, pero es importante seguirlo reiterando.
Tweet 10, mayo 7 / Esta pandemia amenaza y dificulta el acceso a los libros y a la cultura en general, una de las consecuencias inmediatas de los totalitarismos
C.C.: Pensando en la pregunta anterior, ¿habría una relación entre la censura de la pandemia con otro tipo de restricciones impuestas por el Estado en este nuevo mundo literario, distante de las bibliotecas?
M.G.: Una de las primeras cosas que sucede en los regímenes totalitarios como lo vimos con la inquisición, Hitler y Stalin et al, es abominar de la cultura, prohibir y quemar libros. Ahora bien, aunque los gobiernos no los prohíban, la crisis de las librerías, y en gran medida el hecho de que las editoriales y las librerías independientes estén quebrando por la pandemia, hace que los libros y la cultura en general se conviertan en zonas prohibidas.
Tweet 11, mayo 10/ Madres holograma / Dicen que nos hemos convertido en hologramas
C.C.: ¿Somos esa bella imagen, tridimensional y colorida, pero que realmente puede ser eliminada y transgredida? Al recordar su propia escritura en Y por mirarlo todo, nada veía (2018) ¿cabría preguntarse si las madres somos solo un sueño de Sor Juana, un holograma, una ausencia?
M.G: En Y por mirarlo todo, nada veía, intenté mostrar cómo la proliferación insensata de noticias y la imposibilidad casi endémica de jerarquizar y de ejercer la ironía nos contaminan y nos incapacitan para ejercer una sana distancia mental.
Tweet 12, mayo 11 / Cada vez odio más la virtualidad y caigo en ella
C.C.: Finalmente, volviendo a Twitter, como el lugar donde también la leemos a usted, en ese mundo de lo virtual, en el que se combina lo valioso con lo banal, lo relevante con lo intrascendente, ¿la credibilidad del escritor seguirá siendo nuestro mejor camino para la omisión del fragmento odioso y la reafirmación del valor de la escritura breve?
M.G.: Me gustan las redes sociales, soy una adicta irredenta del Twitter, no escribir por lo menos uno diario me parece casi un pecado mortal, pero también me agota y muchas otras formas de lo virtual me parecen abominables, y como dije, empezamos a perder el cuerpo cada vez más violentamente. Nos convertimos en fantasmas hologramizados.