Lisa Dillman: Naciste en Brasil, pasaste la niñez entre Argentina y Brasil, y vives en Madrid. ¿Cómo crees que el haber residido en tantos lugares afecta a tu escritura?
Mariana Torres: Y también viví cuatro años en Inglaterra, para completar el cuadro. No estoy segura de cómo afecta a mi escritura, lo que sí estoy segura es que esas circunstancias se traspasan a mi vida, en especial a la infancia, y alimentan los contrastes (son lugares muy diferentes) y la imaginación. Creo que enriquece. No solo he residido en esos países sino que, dentro de ellos, me he mudado muchas veces: he cambiado de casa, de vecinos, de barrio, de amigos. De clima. Y eso, sin duda, se traspasa a la escritura. Por otro lado no es solamente el haber residido, sino el sentido de permanencia. Yo siento pertenecer a todos esos lugares, todos me han dado algo y formo parte de ellos. Cuando era más joven estaba peleada porque nunca estaba en el país que quería estar (y por eso me fui a Inglaterra), pero con el tiempo he aprendido a amar mis tres orígenes, a equilibrarlos en mi vida, a permitir que no se peleen dentro de mí.
LD: Me parece que la naturaleza tiene un papel formidable en tu obra. ¿Podrías comentar un poco sobre su función para ti?
MT: Me parece que eso tiene que ver bastante con mi infancia en Brasil, en especial en el primer libro, El cuerpo secreto. En gran parte de los cuentos la naturaleza está presente en forma de árboles y plantas que crecen y se expanden por todas partes. Que es algo que ocurre en los países tropicales. Mis primeros años los pasé casi en medio de la selva, junto al mar, en un paraíso tropical. Gran parte de mi imaginario remite a esas zonas y, de hecho, los lugares sin plantas me entristecen profundamente. Pero es algo que me sucede en los cuentos, en la novela que estoy trabajando los escenarios naturales son muchísimo menos habituales, y de hecho no es hasta el final de la trama donde los personajes salen al aire libre, donde se desarrolla el desenlace.
LD: ¿Recuerdas lo primero que escribiste? ¿Cuándo fue y qué fue?
MT: Creo que sí. Tengo el recuerdo de un momento de inspiración, aún guardo la sensación de manera nítida. Lo que es curioso porque de manera nítida no recuerdo casi ninguna cosa de mi infancia. Era un encargo de clase, de mi profesor de 6º de EGB, Fernando. Teníamos que escribir poesías. Y recuerdo perfectamente cómo me empezaron a venir las frases solas, una detrás de la otra. En mi cabeza. Como si después de la primera frase todo lo demás fuera saliendo solo, tuve la sensación de que alguien me lo estaba dictando al oído. Me emocioné mucho y salí corriendo a buscar papel y lápiz para que no se me olvidara nada. Eran unas rimas muy básicas, claro, pero era toda una historia de aventuras sobre un castillo lleno de fantasmas. Pasé semanas orgullosa de cómo había quedado, me acuerdo perfectamente. Supongo que a partir de ese momento seguí escribiendo, me divertía mucho. Y tenía dieciocho años cuando encontré los talleres de escritura, y entonces sí empecé a escribir en serio.
LD: Me comentaste que de momento estás trabajando con varios traductores a múltiples lenguas. ¿Puedes hablar un poco sobre la experiencia de ser traducida? ¿Te hace pensar en tus propios textos de otra forma?
MT: Sí, estoy en un proyecto europeo de traducción llamado CELA, que es una preciosidad porque busca unir el neerlandés con las lenguas del sur de Europa, en concreto, el portugués, el español, el rumano y el italiano. Es mi primera experiencia, además de la que estoy teniendo contigo y la traducción al inglés que estás haciendo de mi cuento. Es una experiencia estupenda que, hasta que no vives, no te la imaginas. No hay mejor lector que un traductor. Y al menos hasta ahora las preguntas que me han ido haciendo los traductores me ayudan a entender algunas de las palabras que he elegido, y buscar una explicación para ellas. Que la tiene en todos los casos, claro, pero que a la hora de escribir nunca te pones a pensar a ese nivel de detalle. Es una experiencia de comprensión, es muy enriquecedora.
LD: ¿En qué estás trabajando ahora?
MT: Siempre trabajo en varios cuentos al mismo tiempo, porque suelo someterlos a varias lecturas y meses de reposo antes de dejarlos listos. El verano pasado ultimé un cuento inédito que saldrá publicado en la antología de autores de Bogotá39, un cuento que llevaba años queriendo escribir, y hasta que no me ofrecieron la antología no acabé de darle la forma definitiva. Pero ahora, sobre todo, tengo los cuentos más parados porque estoy totalmente metida en una novela. Estoy cerrándola al fin, después de muchos meses, y es un proceso bastante íntimo e invasivo. Como si todo lo demás de la vida, ya no solo de la escritura, no fuera importante. Como si la novela lo tomara todo. Así que estoy deseando acabarla para ver qué viene después.