La poeta y escritora de ficción Gloria Susana Esquivel se ha posicionado rápidamente en la escena de la literatura latinoamericana contemporánea. The University of Texas Press recientemente publicó Animals at the End of the World, la traducción al inglés de su primera novela. El texto sigue a Inés, una niña de siete años, en las semanas que preceden al apocalíptico fin del mundo. Junto a María, la hija de la empleada, Inés se aventura en el espacio laberíntico de la casa de sus abuelos y, en el proceso, es testigo del triste, agresivo y solitario mundo de los adultos que la rodean. Afuera de la casa, la violencia política de Colombia en los 90 amenaza con penetrar su universo y el mundo de inocencia en el que Inés vive se empieza a derrumbar a paso lento. Lo que emerge de esta destrucción es un animal herido y fustigado que es a la vez elusivo y feroz. Esta novela es una proeza de la que surge la voz de una generación y una perspectiva de un país, de una época y una generación marcada para siempre.
Esquivel es también la directora de uno de los podcasts feministas más escuchados en Colombia, Womansplaining, y una de las voces que lidera los debates culturales y feministas de su país. A propósito de la reciente traducción de su novela al inglés (traducida por Robin Myers), nos sentamos a charlar sobre su libro, su podcast, y sobre ser una escritora en Colombia hoy.
Camilo Jaramillo: Escogió una narradora interesante para Animales al fin del mundo: la voz de una niña a través de la memoria de la protagonista, una mujer adulta. ¿Puede hablar un poco sobre las dificultades de trabajar con esta voz?
Gloria Susana Esquivel: El libro está narrado desde la voz de una mujer que recuerda su infancia. Cuando estaba investigando para la novela leí muchos libros escritos desde las voces de niños y me di cuenta que ese era un tipo de voz muy difícil de ejecutar de una manera convincente. La niña está a punto de cumplir siete años y de aprender a leer y escribir, y es muy difícil transcribir este proceso en la escritura. La manera en la que los niños construyen oraciones es muy diferente a la manera en la que lo hacen los adultos. Eso hubiera excedido mi talento y no era precisamente lo que buscaba. Por eso decidí que iba a ser narrada desde la voz de una mujer que recuerda su infancia. Lo que pasa, sin embargo, es que esta voz se compenetra tanto con estos recuerdos que es capaz de traer una perspectiva genuina del mundo de un niño, y esa voz entonces parece convergir con la del adulto.
CJ: Cuando estaba escribiendo las memorias y las experiencias de una niña, ¿acudió a sus propias experiencias infantiles o fue, al contrario, un lienzo en blanco para explorar con creatividad y libertad?
GSE: La memoria y la imaginación no se pueden separar, están unidas. Sí tuve que ir a mis recuerdos pero no para traer los hechos y eventos o para recordar cómo pasaron las cosas, sino para recrear los ambientes, los olores y la sensación general de la casa de mi infancia. Por ejemplo, quería desenterrar las maneras en las que yo percibía la luz de ese lugar o sus dimensiones. Quería regresar a ese sitio y percibir el mundo como una niña. Una vez ahí, en una serie de sensaciones, la historia se desarrolló. Y la historia es ficticia e inventada.
CJ: La novela regresa a la infancia como quien quiere regresar a los orígenes de algo. ¿Qué es lo que está tratando de encontrar el personaje de Inés en su pasado?
GSE: Cuando estaba creando la voz de Inés, traté de imaginar a una mujer que iba a terapia psicoanalítica. Aunque esto no aparece en la historia, esta estructura fue clave para mí. Lo que Inés hace al contarse esas historias de nuevo es tratar de entender por qué los adultos que la rodeaban actuaban de la manera en la que lo hacían y, en el proceso, trata de entender cómo estos adultos la afectaron. Más que tratar de encontrar algo, ella está tratando de darle sentido a su pasado. Pero los recuerdos son elusivos y, al final, sus intentos son un ejercicio fútil: los recuerdos tienen significados contingentes y son volátiles.
CJ: A medida que el lector se adentra en la historia empiezan a surgir múltiples significados sobre lo animal y la animalidad. Esto se puede ver, por ejemplo, en el título de la novela, en los juegos de las niñas y en las metáforas que describen a los adultos. ¿Podría hablar sobre el impulso de incluir este tema en la novela?
GSE: Una de las referencias que tuve mientras escribía la novela fue El libro de la selva de Kipling y la película de Disney. Esta es la historia de un niño que fue criado por un oso y una pantera. El oso encarna muchos de los valores y características atribuidos a las madres y la pantera encarna el lado opuesto, el padre. En últimas, estos animales encaran una pregunta importante: criarlo como un humano o un animal. A mí esto me pareció fascinante. Yo quería iluminar esas instancias del proceso de crianza que no estaban guiados por principios racionales. Mucho de nuestro comportamiento es sencillamente comportamiento animal. Al final todos somos animales, pero animales con lenguaje. Muchas veces los personajes de la novela están guiados, sobre todo, por sus instintos, sin darse cuenta que esto afecta a la protagonista. Adicionalmente, no hay nada más instintivo y animal que aquello que surge cuando se está rodeado de familia. Los lazos familiares son lazos animales, y es en medio de ellos que se moldea nuestra conciencia. Cada vez que estamos con la familia, nuestro subconsciente está en la superficie. En otras palabras, quería explorar la animalidad de la familia. De esta manera, en general, me pareció que los animales y su comportamiento eran una manera de hablar de esas relaciones familiares y me interesaba explorar esos momentos en los que la racionalidad no era el principio dominante.
CJ: La violencia es omnipresente en la historia. A veces es la violencia doméstica, pero otras veces es la violencia que ocurre afuera, generada por el conflicto político de Colombia en los 90 y la guerra contra el narcotráfico. Esta violencia ha sido un tema importante de la literatura colombiana. ¿Sintió que era su responsabilidad, como escritora colombiana, referirse a esta violencia?
GSE: Es verdad que todos los escritores colombianos, en algún u otro momento, han representado la violencia del país en sus textos. Es mi impresión que hace unas generaciones esto se hacía representando de una manera muy directa esa violencia o sus consecuencias: representaban los conflictos entre los partidos políticos y sus efectos, o hacían referencias directas al conflicto armado. Yo creo que los escritores colombianos jóvenes están haciendo lo que se podría llamar “elaboraciones” de esa violencia. Estas no surgen específicamente de actos de la violencia política. Están más relacionadas con las implicaciones de coexistir y habitar esa realidad violenta.
Alguna vez traté de escribir sobre esta violencia directamente, pero nunca surgió de manera natural. Colombia tiene una historia y una forma de violencia muy compleja, una que yo no he vivido de la misma manera en la que las víctimas sí lo han hecho, así que sentí que estaba imitando y apropiándome de una realidad que no era la mía. Así que cuando empecé a escribir Animales, lo que más me interesaba era identificar y desarrollar esas formas de la violencia que habito todos los días y de las que puedo hablar genuinamente. En mi caso, esa es la violencia que surge de las divisiones de clase, el clasismo y el género. Y también creo que este tipo de violencias ocurren a la par y están conformadas por ese otro tipo de violencia política, mucho más mediática y espectacular, de la historia de Colombia (la del narcotráfico y la narcoviolencia).
CJ: Las divisiones de clase y la violencia inherente a esto aparece en la relación que Inés establece con María. No es evidente al inicio, pero cuando se establece, la amistad entre estas niñas se interrumpe y cambia irrevocablemente. ¿Qué es lo que quería resaltar con esto?
GSE: Al inicio, Inés no ve la diferencia de clase. Ella está en el mundo de la casa familiar y los juegos que desarrolla con María son de alguna manera igualitarios. Pero nosotros sí podemos ver que María, quien es de una clase trabajadora, es más libre que Inés: ella tiene el mundo de afuera, las calles, etc. Inés, siendo una niña burguesa y protegida, carece de ese mundo y, al contrario, necesita permanecer inocente y prístina. Hacia la segunda parte, sin embargo, a medida que Inés aprende a leer, las cosas cambian. Para mí, uno de los momentos más violentos de la novela es cuando Inés se da cuenta de las diferencias de clase entre ella y María y ejecuta el poder que esto le da para subyugación y subordinación. En ese momento, sabemos que su amistad ha terminado: son amo y sirviente. Así que ella va de la inocencia de la infancia a un lugar en el que entiende las dinámicas que definen quién es ella en la sociedad y cómo debe actuar. Y, como ve, este tipo de violencia no es muy distante de ese otro tipo de violencia “espectacular” de la que estábamos hablando recientemente. Al final, esas microagresiones son la semilla del conflicto político colombiano.
CJ: La violencia de género, por otra parte, no es algo que entra de repente a interrumpir en la novela, sino que es algo siempre presente, definiendo todos los movimientos de los personajes.
GSE: Creo que todos los personajes femeninos encarnan diferentes maneras de la experiencia femenina en Colombia. La madre es interesante: ella es una madre soltera que quiere seguir siendo joven y libre, pero es mamá y su gran conflicto es entender y aceptar ese dilema. El mundo te dice que vives tu vida o eres una madre, y cada vez que ella traspasa esos roles se ve castigada.
Y también está Inés, quien se tiene que comportar bien todo el tiempo y tener buenos modales. Siempre se espera que ella se comporte de una cierta manera, pero cuando se revela contra el patriarca que controla esta familia, ella también es castigada. Así que yo creo que la violencia que quería mostrar es una que existe cuando las expectativas que se le impone a las mujeres se encuentran con los deseos y ambiciones de estas mujeres. Lo que se revela en el proceso es un patriarcado opresivo que hiere y minimiza a las mujeres; Un trauma, si se quiere, y ese trauma es uno de los ejes centrales del libro.
CJ: El libro empieza y termina con escenas apocalípticas. ¿De dónde vino el deseo de incluir esto?
GSE: Inicié la escritura del libro en el 2012, cuando circulaba algún tipo de predicción sobre el fin del mundo. Empecé a recordar otras historias similares y todo lo que me asustaban, aunque este miedo después desaparecía y se desvanecía. Lo que me parecía fascinante es que la pena y el dolor son así: cuando alguien muere o cuando una relación se termina, el mundo tal y como lo conoces se termina. El dolor puede ser apocalíptico en este sentido. Pero al final, ese dolor pare un nuevo mundo. Siempre estamos experimentando el final y el principio de nuevos mundos. La niña en el libro está obsesionada con el fin del mundo mientras que a su alrededor mueren y se renuevan otros mundos. Al final el mundo no se acaba, pero su mundo propio deja de existir. Así, de alguna manera, el escenario apocalíptico es una manera de hablar de su mundo interior y de los cambios, de lo que murió y de lo que nació en ella tras esas experiencias.
CJ: Quiero hablar del final sin revelarlo. Suficiente decir que al final Inés está buscando a su papá, pero lo que encuentra es algo distinto: uno de los personajes más amenazantes aparece en escena de nuevo. Esta escena es bastante edípica. De hecho, esta última escena me hace pensar en el futuro de las relaciones entre Inés y otros hombres.
GSE: Me parece que, efectivamente, hay algo muy erótico en toda la novela. Habla de las relaciones heterosexuales desde el punto de vista de las mujeres. Francamente, es sorprendente que los hombres y las mujeres puedan tener relaciones heterosexuales y que hayan podido construir y establecer una civilización a partir de la heterosexualidad. En últimas, los hombres han oprimido a las mujeres por siempre y son físicamente amenazantes. Siempre tiene que haber un voto de confianza cuando un hombre establece una relación con una mujer, porque en realidad no hay garantías de que no te vaya a maltratar. No estoy diciendo que todos los hombres sean depredadores; estoy hablando de una perspectiva biológica. Adicionalmente, los hombres tienen todas las instituciones sociales a su favor. Así, en cierta manera, es increíble que los hombres y las mujeres puedan construir relaciones…
En todo caso, intenté representar diferentes tipos de masculinidad, como el lado tierno del papá, o como el lado miedoso y amenazante, que se ve en el abuelo. Así que sí, en cierta manera la masculinidad y la paternidad están unidas y en la novela hay una relación de odio y amor con ellos y un miedo a su abandono y agresión.
CJ: Usted es feminista. De hecho, dirige uno de los podcasts feministas más importantes en Colombia, Womansplaining. De qué es este podcast y cómo ha sido su experiencia siendo una voz líder en estos debates.
GSE: Es un podcast, fundamentalmente, sobre feminismo y cultura en general. Ha evolucionado desde que inició, tratando de responder las preguntas que han surgido del podcast como tal. Empezó por enfocarse en cómo ciertos aspectos de nuestra cultura están marcados por la agresión y la opresión de las mujeres, y muy interesado en discutir las microagresiones que tienen que soportar las mujeres. Pero después empezó a cambiar. El feminismo se ha vuelto el lente por medio del cual se analiza la “realidad” en general. Solo para darle un ejemplo, preguntas como “por qué no hay más mujeres en la política”. Al responder esta pregunta uno tiene que analizar estructuras y sistemas sociales mayores. El podcast me ha dado la oportunidad de pensar en voz alta y revisitar temas que no necesariamente son vistos como un problema de género, como el ambientalismo o la violencia política de Colombia. No es fácil hablar de feminismo en Colombia o en América Latina en general: hay demasiados prejuicios y desinformación, haciéndolo un tema que parece tener solo relevancia para otras mujeres. Pero este podcast ha sido interesante precisamente porque mientras que obviamente atrae a mujeres que se identifican con sus temas, también atrae a una audiencia más amplia.
CJ: ¿Cuál es el rol de la literatura escrita por mujeres en el mundo de hoy?
GSE: Las mujeres han ocupado un rol central en los debates públicos de América Latina, y uno de los ejemplos más impactantes es el movimiento 8M (protestas continentales lideradas por mujeres, enfocadas en feminicidios, el derecho al aborto y la discriminación en general). Pero esto es un reflejo de lo que está pasando: las escritoras latinoamericanas están escribiendo con una definida agenda política que es fuerte y ruidosa. Esto ha recibido notoriedad por fuera de Latinoamérica también. En cierto modo, las escritoras están contribuyendo a cambiar la vieja perspectiva de que el arte está por fuera del dominio político y que a las mujeres no les interesa participar en esto. Esto lo comprueba el hecho de que entre más desarrollen una agenda política, más exitosas parecen ser estas escritoras.
CJ: ¿Se ha leído en inglés?
GSE: Sí, y me encanta. Me parece mejor que en español. Robin Myers, la traductora, encontró gestos del lenguaje que yo no hubiera podio intuir, ni siquiera en español. Yo no quería que la traducción se convirtiera en una clase de texto con retórica de literatura latina. Primero porque la novela no es sobre la inmigración ni nada similar. Así que quería que la traducción no tuviera la intención de mostrar la experiencia latinoamericana desde un lente exótico o desde la inmigración, como es el caso de muchas novelas latinoamericanas traducidas al inglés.
CJ: ¿Tiene alguna ansiedad de cómo va a ser leída e interpretada en Estados Unidos?
GSE: Cuando he hablado del libro en otros países que no son Colombia, la gente tiende a interesarse mucho por el contexto político e histórico (la Colombia de los 90 y su violencia). Pero esas preguntas no me las han hecho en Colombia: al contrario, me preguntan sobre mi infancia, sobre la maternidad o sobre la profundidad psicológica de la novela. Así que yo creo que el contexto histórico y cultural va a ser de interés en Estados Unidos. No obstante, ojalá eso también me permita hablar de las otras cosas que tiene la novela.
Traducción de Camilo Jaramillo
Entrevista publicada originalmente en World Literature Today Vol. 95 Nro. 1 (Invierno 2021)