El informe del tiempo anuncia
“Frente frío desde Gales”
Y sería prudente continuar así:
En mi país nadie lleva corona
Supongo que la montaña, el cielo, el mar
Llevamos los chilenos en vez de una corona
¡Basta de comparaciones!
Tengo un amigo poeta que vive en Cincinnati y me advirtió…
“En estos tiempos escribirle una carta a una reina
Puede ser insoportablemente romántico”…
Vine a Londres a visitar a mi novia, es una pintora británica
La conocí en Chile, ella visitaba el desierto florido
Lo encontró bello pero volvió a Inglaterra…
No sé bien por qué te escribo…
Hace unos días fuimos con mi pintora a una fiesta
En la embajada de Chile
Se celebraban los cien años del nacimiento de Neruda
Me invitaron a leer un poema sobre las piedras
Que se aman entre sí, y esas cosas…
No te perdiste nada bueno, mi Reina…
En una esquina los artistas barbudos mesiánicos
En la otra los exportadores de paltas a China…
Y esos secretarios criticando las Monarquías
Y ensalzando la República
Comentando sobre lo frío que son los ingleses…
La primera vez que te vi tenía diez años
Fue en 1969 y quedé fascinado
Bajabas por la avenida Bilbao en un convertible negro
Junto a un presidente que tenía una nariz muy larga
Una multitud te arrojaba arroz
Desde ese mismo momento comencé a sospechar:
El tiempo en la corte debe correr liviano
Vidas encantadoras, ocio interminable para los caballeros, la hípica
Cartas nunca abiertas con sellos de Mongolia, regalos
De un emir a su regia majestad…
Y una orquesta interpretando suites de Purcell
Sí, para ser admirado el fatuo debe brillar ostentoso…
Mi querida reina, creo que ha llegado el momento de presentarme
Me llamo Santiago y nací en la ciudad de Santiago
Es como nacer en Londres y llamarse Londres
“Ridículo”, me dijo esta mañana mi pintora riendo
En Green Park mientras yo perseguía un pavo real entre las flores
¿Adivinaste?
Pertenezco al bando de los Poetas de la Nada
Pongo a tus pies mi trayectoria
Años tallando inútilmente con palabras, gestos sin importancia
Antes que llegue la muerte con su soga
Reírse un poco de ella ha sido mi tarea
Levantar los vestidos de la prudencia…
¿Me entiendes? Yo sé que me entiendes
Desde que estoy en Londres me siento bien
Me gusta la distancia de la gente
Como te contaba, vine a ver a mi pintora…
Pero no se trata de que ella me mantenga
Por eso ayer comencé a trabajar en construcción
No está mal, me hice de un amigo, Darren…
Imagínate, yo que nunca había trabajado en nada
Ahora hago la mezcla, subo vigas, martillo tablas…
Para liberarme en el oficio, sintiendo
A mis compañeros africanos, vietnamitas, polacos, lejos
Que yo mismo estoy lejos…
Como los pintores de la corte
Me gustaría pintar con palabras tu retrato
Pequeñas manos, pequeños pies, mirada astuta
Y una manada de perros falderos
Siguiendo tus pasos por el invernadero
Como en los paisajes abstractos de Whistler
Velado fluye el Támesis este invierno…
La aspiración del corazón es algo que no está aquí…
Esta mañana, el buen Darren, mi compañero
Que celebraba la vida sobre los andamios
No llegó al trabajo
Lo encontraron muerto en la calle
Gin barato, un tajo en el abdomen…
Ahora sé por qué te escribo
Perseverar en el extravío es mi tarea
Te propongo un trato
Pase lo que pase mantén el trono
Que la rosa blanca nunca se marchite
Y yo continuaré con mi trabajo en la construcción…
Embriagado con la posibilidad
De que mis golpes de martillo
Destruyan todas las nostalgias
Permíteme cambiar de tono…
Ya no se trata de llorar porque la poesía
No volverá más a la naturaleza
Al cielo, al mar, a la montaña
Se trata de que la poesía se acaba…
Entonces el desafío es dejar de escribir
Mantener la mente alerta y hablarles
A los desconocidos en la fila de los bancos
Sobre pintura china, alquimia, música barroca
Sobre si Shakespeare fue realmente un empresario exitoso…
Hoy los rebeldes llevan pañuelos de seda…
Mi querida reina, esta carta no es un mensaje
Dentro de una botella arrojada al mar, al cielo, a la montaña…
Ya no es necesario aparentar nada, hacer nada, justificar nada
Por confesar esta verdad seré repudiado, lo sé
Pero la digo para que el mar, el cielo, la montaña
Los paisajes de lejos, mi propio país
Las cosas que fueron y volverán a ser
Sean venerados como tu corona…
Entonces dale aire al aire
Y a mí una piedra para terminar esta carta
Como el viejo cazador penetrando en el bosque
Es tiempo de liberar las sombras de los cuerpos
¿Lo podremos ver?
Londres, Santiago, 2005-2007