La palabra y el clinamen
I
La poesía se estrella en el clinamen de la página.
Así, corro como un tren ciego y quedo empalada por el tiempo.
Antes navegaba desde el cenit al nadir del cuerpo
prendida a su eje vertical junto al vacío.
Era la rosa. Toda mojada.
Ahora es sólo la raíz, y de golpe todo el árbol.
Y la sequedad de la rama. Y lo innombrable del mucílago.
II
En la prosa va el fuego
y fénix
al pensamiento en llamas
le sale el ala de la poesía
y luego vuela hacia la lumbre de los ojos
y se inunda en la oscuridad:
ceguera, mudez y vaciamiento del poema.
Apenas puedo arrojar a la tierra la piedra de la voz.
Tiembla la raíz del cuerpo
y queda en la rama la palabra partida.
Entonces,
soy un árbol desnudo.
Poeta leyendo en voz alta
Abrir palabra por palabra el páramo,
Abrirnos y mirar hacia la significante abertura (…)
Ida Vitale
(De Trema)
Apenas inclinada
la cabeza brilla en su constancia
con el ojo encendido.
Junto al libro que una mano sostiene
la otra da su vuelo, viene y va, tiembla,
abre la puerta enorme
por donde la poesía entra
vertical, hacia la boca,
enramada donde revolotean pájaros
muelles plumas que el aliento arremolina
en el inundado pozo del poema.
Al escribir, cavó un pozo la palabra
para el cuerpo del poema
nacido como un hijo.
Ahora está el libro abierto
con los dones de la voz
que donan el amparo a la escritura,
y al leer,
el ser que se va abriendo.
Y da la lección
provista de los avíos del vivir…
la abuela hace el camino de la vida repleta de nadas…
Tatiana Oroño
(De Estuario)
Le he leído el poema a Marco
y él supo señalar una a una las letras de su nombre
en el agua del espejo de mi ojo
y repitió la rima
trinando ante el asombro
de las correspondencias
dejando un pajarito dentro de mi cabeza.
Que viva en mi ojo y en mi árbol trine
y reciba en los versos
los avíos del vivir.
Después, lea,
sepa ver el brillo del agua del poema,
su sentido, en la hermosa enramada de las letras.
Sea la alta flor que sostiene mi árbol.