Muchas veces no asombra la aparición de un gran libro. Acostumbrados a la figura invisible del traductor o la traductora, apenas percibimos que aquellos escritores que tanto celebramos los estamos leyendo en traducción. Alguien argumentaría que, precisamente, de eso se trata, de invisibilizar las diferencias. El argumento parece lógico, sin embargo, de alguna manera es reprobable: poco o nada informa del largo y riguroso trabajo de los traductores y menos busca expresar alguna gratitud por quienes son responsables de esa felicidad, total o parcial, que a veces gozan los lectores frente a un nuevo libro. Lo cierto, me parece, es lo contrario. La buena traducción literaria debiera entenderse como un triunfo sin más. Un triunfo literario, demás está decirlo. El traductor ha realizado lo imposible, equiparar dos idiomas, hacerlos uno: el nuestro, el de los lectores, engañándonos con lo obvio: lo que leemos es un texto literario, no una traslación idiomática.
La traducción es un intenso ejercicio de lectura. Quizás el más exigente de todos, solo comparable al del mismo autor cuando corrige su propia obra; ejercicio que busca reproducir léxicos, construcciones sintácticas, giros lingüísticos y sonidos, evocaciones y aromas, que son únicos en un idioma para hacerlos revivir en otra lengua, inventando —el verbo no es exagerado— un tono y un estilo que antes no existían en el mundo. Como bien decía Octavio Paz, la literatura es también invención. Y esta creación le pertenece al traductor. Nosotros, los lectores, no podemos estar sino agradecidos de que este antiguo oficio sea una de las formas en las cuales la literatura persevera en el tiempo.
He escrito esta breve reflexión para anunciar un hecho inédito en la historia de Latin American Literature Today (LALT). Por primera vez presentamos una traductora en portada. Se trata de la traductora estadounidense radicada en Santiago de Chile, Megan McDowell. El hecho no es gratuito ni quiere ser escandaloso. Al contrario, representa lo que esta revista es: un espacio doble para la literatura latinoamericana. Por un lado, un espacio para nuestra literatura contemporánea y, por el otro, para esa literatura en traducción. El dossier lo ha preparado nuestra Editora de traducciones, Denise Kripper, y convoca a escritores de la talla de Lina Meruane, Alejandro Zambra y Carlos Fonseca, además de una interesante entrevista de la misma Denise a Megan. El dossier cierra con un adelanto de la traducción de Megan de la mítica novela Ayer, del escritor chileno Juan Emar.
Una deuda pendiente era la que manteníamos con la literatura boliviana. En este número nos ponemos al día con un dossier que contiene cuentos de Rodrigo Hasbún, Homero Carvalho Oliva y Giovanna Rivero, además de un artículo de Gabriel Guzmán Camacho sobre el proyecto de comic Altopía que llevan los creadores Joaquín Cuevas y Alejandro Barrientos. También los lectores de LALT podrán encontrar la entrevista realizada a Giovanna Rivero por nuestro Managing Editor, Arthur Dixon, cuyo título “Lo que es nuevo es el interés en esta antigua oscuridad” es una invitación a leer la obra de una narradora tan compleja como original. Este dossier, breve e incompleto, como es obvio, prueba la estupenda salud de la cual goza la literatura boliviana.
La sección de “Artículos” de LALT es un espacio para la crítica y la imaginación literaria, esas dos formas de la disidencia. Cuatro textos muy distintos componen este dossier: el de Gisela Kozak, “Crítica y literatura actual: ¿Pareja divorciada?”, analiza la compleja relación entre literatura y la institución universitaria, sus problemas y las incertidumbres presentes y futuras. Mucho hay que decir aquí de este barco que navega desde hace rato bajo la línea de flotación. Otro texto, el de Pedro Pablo Guerrero, es en sí mismo un estupendo perfil de la obra del escritor chileno Benjamin Labatut, autor de ese libro inclasificable titulado Un verdor terrible, obra compleja y llamativa como pocas. Por su parte, Wendy Call escribe sobre Irma Pineda, la escritora en lengua zapoteca que la misma Wendy Call lleva más de 10 años traduciendo. El ensayo se llama “Poesía en zapoteco istmeño y hip-hop en tránsito: Un remix”.
Ponemos aquí el oído junto a la historia cuando se trata de conservar una lengua, una sensibilidad, una manera de mirar y entender el mundo. Ya lo dice una canción hip-hop que se cita en el mismo artículo: “Lengua zapoteca, nunca morirás / no aguanto escuchar que algún día partirás / y que nunca volverás / porque tú eres mi lucero / En cada despertar diidxazá, diidxazá diidxagunibinnizaa / diidxazá nunca morirás / Siempre en mi lengua, te quedarás / no te morirás, eso no sucederá jamás”. Y, por último, un ensayo del escritor argentino Marcelo Cohen, con el que damos la vuelta a la página del siglo: “Occidente después de la lluvia. A cien años de 1922”. Cohen nos invita a evaluar ese annus mirabilis, 1922, donde pasaron tantas cosas que hoy siguen resonando cien años después y que nos han marcado para siempre.
Las voces del escritor chileno, Alejandro Zambra; la narradora uruguaya, Fernanda Trías, y el boliviano, Maximiliano Barrientos, se encuentran en la sección de “Entrevistas”. En literatura indígena destacamos las voces del poeta wayuu, Vito Apüshana; la poeta shuar, Maria Clara Sharupi Jua, y la poeta quechua, Chaska Anka Ninawan. A ellos se suman como siempre poemas, cuentos, una nueva muestra de literatura brasileña, ese gigante que siempre se nos escapa un poco en América Latina.
Nuestra relación literaria con World Literature Today sigue siendo enriquecedora y productiva. Nos gusta ampliar lecturas y difundir en español lo que allí se publica. En este número destacamos el ensayo de Soledad Marambio “La insolente mirada de la poeta chilena Elvira Hernández” —ver el original en inglés en WLT Vol. 94, No. 4 (Otoño 2020)—, que revisa el trabajo de la autora de ese texto ahora central en la literatura chilena, La bandera de Chile.
Al comienzo hablaba del oficio de la traducción, el cual en Latin American Literature Today no hemos entendido nunca como un oficio invisible y anónimo. La portada de este número es prueba irrefutable de ello. Y no estamos solos en esta cruzada. En otoño de 2021 World Literature Today publicó un número dedicado exclusivamente a la traducción. En su Nota del editor, Daniel Simon, destacaba la multiplicidad de lenguas que incluía ese número (¡más de doce en un solo número!). Imposible no hacer eco de la cita de Sawako Nakayasu, que mi colega Daniel Simon destacaba allí. Nakayasu habla de la traducción como una celebración de la vida, como respiración, aliento, como un cuerpo pleno de sí. La traducción se confunde con la vida, con la literatura, porque, acaso, sea parte de ellas. Leer en otras lenguas es un desafío frente al aburrido mundo monolingüe donde las palabras del mismo idioma chocan con su reflejo en un espejo que no hace sino reproducir lo mismo una y otra vez. La traducción es un asunto de amigos, de caras y voces nuevas en el barrio donde vivimos.
Termino esta nota mencionando un error que es, más bien, una correspondencia. A veces nos enteramos de que algunos lectores creen que el nombre de nuestra revista, LALT, significa Latin American Literature in Translation. No pudo sino sonreír: magnífico error, hay que decir. Error y hallazgo que no hace sino subrayar nuestra posición editorial.
Marcelo Rioseco