La noción de “ciencia ficción andina” ha rondado innúmeras conversaciones de pares escritores, simposios académicos del género y tertulias bohemias varias, desde el 2000 a la fecha. Ganando siempre más adeptos, e inequívocamente, generando casi nada de detractores. Puesto que tal rótulo felizmente unió un género siempre demarcándose y un regionalismo evidente, al tiempo que da cuenta del aumento exponencial de nuevas obras que barajan la noción de territorialidad unida a la de textualidad fantástica. Dichos textos ponen en tensión: espacio, lengua y género, en un híbrido con identidad propia, dignas de mayor atención, tanto para los adeptos, de por sí imantados por la atracción del polo anglosajón; como para académicos, periodistas y divulgadores, siempre en busca del “color local” antes que la autenticidad.
Desde que críticos y pensadores hispanoparlantes (Belevan, Barrenechea, o Roa, por citar solo algunos) destacasen, cada uno a su manera, y todos ellos, con modalidades teóricas harto diferenciadas unas de otras, que la literatura no-realista escrita en América Latina debía perseguir una nueva nomenclatura, que superase la archirepetida consigna de Todorov, Callois o Vax, que seguían en shock por haber presenciado en vivo y directo el coito bestial entre romanticismo y naturalismo. Así pues, lo que para nosotros será constante caos democrático, molesto delirio cotidiano y horror en horario de oficina; para los europeos significó bucear hacia las profundidades aberrantes de su ontología más vulnerable. Para nosotros, aquello tan insoportable para el Primer Mundo, no es sino la sobrevivencia de cada día.
Por lo mismo, la ciencia ficción no podía esperar más para tomar cartas en este espinudo asunto teórico, y por ello hemos convocado aquí a dilucidar esta tentativa nominal a tres destacados autores de Los Andes: Marcelo Novoa (editor-autor) de Chile; Daniel Salvo (escritor-divulgador) de Perú; e Iván Rodrigo Mendizábal (académico-investigador) de Ecuador, quienes arriesgaron sus originales vistazos de un mismo territorio aún por mapear. Allí podremos leer la disquisición situada desde el futuro (Novoa); una aclaratoria necesaria desde el presente (Salvo); y cierta panorámica crítica desde el pasado reciente (Mendizábal). ¡Que disfruten, entonces, esta obertura de la Ciencia Ficción Andina!
Marcelo Novoa