Charly Brown
El que siempre intentó patear la pelota
que Lucy le quitó del pie.
El niño al que un árbol devoraba su cometa.
La obra de un caricaturista triste
que se retrataba aún en sus peores momentos,
abandonado por su mujer
con la depresión amarrada al cuello.
El día que Charly Brown decidió hacer su vida
buscar un empleo para el que no era hábil
salir del asfixiante mundo de la infancia
y caer en un callejón cien veces peor
borracho, escritor mediocre, siempre calvo
agotando sus noches frente al papel,
trazando el vistoso chaleco de quien fue su padre
un caricaturista neurótico amado por los niños
con todas las vidas posibles destruyéndolo
entablando ambos al final del día
un diálogo demoledor sobre los psiquiatras,
los tratamientos, la necesidad del amor
cuando el jazz acaba en una habitación oscura
nieva y Charly Brown se echa en la cama,
imagina un cuadro feliz:
un balón que escapa hacia el viento.
Martín Pescador
Trata de buscar un día solo para ti en el que puedas planchar camisas, lavar lo que se pueda lavar, comprarte un nuevo par de zapatillas. Y así llegarás a la conclusión de que ese día es una pantalla sobre la lámpara de tu velador. La ampolleta dice Camden Town 1977, chaquetas de cuero y te ves pateando bolsas de basura, porque Londres arde por dentro como Trotsky en Coyoacán: el ruido de las cacerolas contra la madera, esta noche y las que vienen en gas, lanza aguas, ganzúas, botas negras bajando de los buses, la ciudad en estado de sitio, el cuello de una botella estrellándose contra el pavimento.
Repentinamente se corta la luz y en un río el Martín Pescador cambia de objetivo: va hacia el salmón injertado, pulcro.
Madriguera
A esta casa han llegado todos los huérfanos, objetos o personas o es esto la letra de una canción de velador, real como el vacío agitándose en la materia, las hojas barridas por el temporal, la imagen de un chevy en el óxido del patio, mientras los niños que nunca tuvimos juegan a las escondidas sin saber porqué y pedimos que suban el volumen a estas cosas, sacarnos de una vez de los bolsillos:
El amor ya no es lo que habita entre medio, sino el dolor que nos une a otros.