Nocturno en el hospital
A César Panza
Lenta, en gris
con tormenta adentro
llega la noche
con luna en Cáncer y
Marte en las mareas
mi sangre
sube hacia el corazón
en la suave y eterna vigilia del insomnio
Un pez ebrio nada en el vino
cabalga sobre los cristales
del accidente escrito
del fin de los días
en la tierra y en el cielo deseado
Ya no habrá más albas
ni cantos de gallos
solo, conmigo y las manos torpes
Las tinieblas torcidas de la postración
y la silla de ruedas.
Almas suspendidas
Los queridos difuntos
deudos y finados que quisiste
viven sentados en la esquina de la cama
Cuentan sin parar
su viaje imposible
Dicen que no pueden vivir bajo tierra
que no pueden dormir en paz
Lentamente
se inclinan sobre nuestro pecho
para oír esta canción
que no deja de sonar
Que los encadena
a los vivos
demorando su viaje.
P/A
Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda,
La paciencia todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene nada le falta: solo Dios basta.
Santa Teresa de Jesús
Un día, una noche, dos noches
que se extienden dentro de un ferrocarril sin estaciones
la verdad nos posee y nos somete
nos va haciendo suyos y ajenos a la vez
con lazos invisibles, espejos de lo mismo
cenizas esperando la lluvia
Bosques ocultos escuchan a Dios
nos sospechamos en el aire del invierno ofrecido
fuertes y frágiles cuerpos que pueden desaparecer
en el instante de ese fuego balanceado en los hilos antiguos
trama limpia que nos acoge,
necesitados que se desgarran y reparan sus heridas
De cuando en cuando
cerramos los ojos con el corazón
como un regreso al agua del sediento
que teme el soplo de la mentira
De lo que se tiene nada más y nada menos
aquellos placeres imaginados desde el primer día
ofrecidos en mi paso por tu lado.