Nota del editor: En esta sección compartimos textos publicados originalmente por nuestra casa matriz, World Literature Today (WLT), ahora en edición bilingüe. El presente texto fue publicado originalmente en World Literature Today Vol. 99, Nro. 5 en septiembre de 2025.
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¿Qué logran las mejores reseñas de libros? ¿Cuál es el estado actual del ecosistema crítico? El fundador de Chicago Review of Books, Adam Morgan, hace un balance de las reseñas de libros que se hacen en Estados Unidos.
Mi escena favorita en la adaptación que hace Greta Gerwig de Little Women (Mujercitas) es cuando el profesor, Friedrich Bhaer, lee unos cuentos de la incipiente novelista Jo March.
“La verdad, no me gustan”, dice Friedrich. “Creo que no son buenos”.
Jo se queda perpleja. “¿Y quién lo nombró el sumo sacerdote de lo que es bueno y lo que es malo?”, responde, antes de abalanzarse sobre el pescuezo de Friedrich. “Siempre va a ser un crítico y nunca un autor, y el mundo va a olvidarse de que alguna vez existió”.
Las personas del mundo literario siempre se ríen con este pasaje, porque se siente como una verdad. Para la imaginación colectiva, los autores son dioses. Forjan nuevos universos de lo que antes era solo oscuridad. Los críticos, por otra parte, son antagonistas amargados, como Lucifer maldiciendo el cielo en Paradise Lost (El paraíso perdido): “Oh, sol, decirte cuánto odio tus rayos”.
En realidad, esta dicotomía entre autores y críticos es falsa. Una gran reseña puede llegar a ser tan rica, entretenida y aguda como un gran cuento. La crítica es literatura, una especie mercurial de no ficción creativa que toma la forma de su contenedor. Publicaciones comerciales como Publishers Weekly, Kirkus Reviews y Booklist publican reseñas tipo “cápsulas”, de solo 200-300 palabras, casi siempre unos meses antes del lanzamiento del libro. Diarios como el Boston Globe y revistas como Bookforum, World Literature Today y The New York Review of Books, y revistas académicas como Critical Inquiry, publican reseñas y “ensayos críticos” cuando y como se les da la gana.
“Una gran reseña puede ser tan rica, entretenida y aguda como un gran cuento.”
Con todo, en los últimos veinte años muchas publicaciones de interés general han dejado de imprimir reseñas de libros, lo que implica que los críticos tienen pocas oportunidades para ejercer su oficio y cobrar por él. Los nuevos canales digitales están llenando los vacíos —y en muchos casos reseñan una amplia variedad de libros—, pero la mayoría no cuenta con fondos que den abasto, en comparación con sus antecesores, los medios tradicionales.
¿Pero qué hace buena a una buena reseña? ¿Quiénes las están escribiendo en la actualidad? ¿Y por qué tantas publicaciones han dejado de imprimirlas? Hablé con una veintena de críticos de libros, independientes y a tiempo completo, para tantear el panorama.
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A fines de la década del 2000, a los 23 años, empecé a reseñar libros siendo estudiante de un MFA, porque parecía la forma más rápida de lograr que me publicaran. Recién me había mudado a Chicago, donde Cheryl Reed era la nueva editora de libros en el Chicago Sun-Times. Muy rápidamente, Jennifer Day llegaría a tener el mismo rol en Chicago Tribune, Christine Newman era la editora literaria de la revista Chicago y el Chicago Reader publicaba regularmente reseñas de libros escritos por autores locales.
No sabía cómo contactar a nadie, pero cuando Jessa Crispin —fundadora de una “webzine” llamada Bookslut— fue a hablar a mi escuela de postgrado, me presenté y le pregunté si podía escribir para su blog. Dijo que sí. ¿El pago? $0. Estaba encantado. (Hoy en día, ninguna de estas publicaciones tiene un editor de libros o una sección dedicada a la reseña de libros en su edición impresa. Bookslut cerró en 2016. Cubrí libros para la revista Chicago como trabajador independiente en la década del 2010, hasta que un editor me pidió propuestas, las rechazó, y luego cubrió uno de los libros que le presenté porque “realmente quería escribirlo” él mismo. Por ese mismo tiempo, un ahora ex-CEO del Chicago Sun-Times me pidió encargarme de la cobertura de libros. ¿El pago? $0. Yo me ofendí).
De vuelta en los 2000, unos días después de conocer a Crispin, me di cuenta de que había un problema: no tenía idea de cómo escribir una reseña. En Barnes & Noble busqué libros sobre el oficio de escribir crítica literaria. No había ninguno. “No creo que los libros sobre cómo escribir una novela de verdad ayuden a la gente a aprender a escribir novelas, por lo que no siento que los críticos estén en desventaja respecto a este tema”, dice Becca Rothfeld, una crítica del equipo del Washington Post. “Aprendí a escribir reseñas tal como aprendí a escribir ensayos, y tal como imagino que la mayoría de los novelistas que valen la pena escriben novelas: me pasé la mayor parte de mi vida leyendo”.
“Lionel Trilling y Pauline Kael fueron estrellas más importantes en mi familia de origen que Harrison Ford y Carrie Fisher. – Alexandra Jacobs.”
Alexandra Jacobs, una crítica del equipo del New York Times, tuvo una experiencia parecida. “[Los críticos] Lionel Trilling y Pauline Kael fueron estrellas más importantes en mi familia de origen que Harrison Ford y Carrie Fisher”, dice. “Mi padre tenía el hermoso hábito de recortar del diario las reseñas de Anatole Broyard o Christopher Lehmann-Haupt y ponerlas dentro de los libros que compraba. Esos clips amarillentos se caen cuando saco alguno de esos antiguos volúmenes como referencia, y es como si él me estuviera hablando desde el más allá”.
A diferencia de esos críticos, crecí leyendo las reseñas de cine de Roger Ebert, no reseñas de libros. Por suerte, seguí buscando consejos sobre el oficio hasta que di con el oro: las seis reglas de John Updike para la crítica literaria, en la introducción a su colección de ensayos de 1975, Picked-Up Pieces.
- Trata de entender lo que el autor quiso hacer y no lo culpes por no haber logrado lo que no se propuso hacer.
- Pon suficientes citas directas —al menos un pasaje extenso— de la prosa del libro, para que los lectores de la reseña puedan formarse sus propias impresiones, catar directamente.
- Apoya tus descripciones del libro con citas del propio libro, aunque sea un fraseo largo, en vez de proceder con resúmenes imprecisos.
- Haz sencillo el resumen de la trama y no reveles el final. (¡Qué pasmado e indignado me sentí, siendo aún inocente, cuando me encontré con que los críticos habían revelado, con la sublime inexactitud de señores borrachos que informan sobre una revuelta campesina, todos los giros de mi narrativa, llena de suspenso y sorpresa! Irónicamente, los únicos lectores que se acercan a un libro como el autor pretende, sin la contaminación de un conocimiento previo de la trama, son los propios críticos odiados. Y luego, años después, algún bendito ingenuo que elige el volumen al azar de un estante de la biblioteca).
- Si el libro se considera deficiente, cita un ejemplo exitoso similar, de la obra del autor o de otra fuente. Trata de entender el error. ¿Seguro que es del autor y no tuyo?
A esas cinco reglas concretas podría añadirse una sexta, más vaga aún, relacionada con mantener la pureza química en la reacción entre el producto y el evaluador. No aceptes para reseñar un libro ante el que tienes una disposición poco empática o uno con el que estés comprometido por amistad a que te guste. No te sueñes guardián de ninguna tradición, defensor de las normas de ningún partido, guerrero en una batalla ideológica ni oficial de correcciones de ningún tipo. Nunca jamás intentes poner al autor en su lugar, convirtiéndolo en un peón en una disputa con otros críticos. Reseña el libro, no la reputación. Entrégate a cualquier hechizo, débil o fuerte, que te seduzca. Es mejor elogiar y compartir que criticar y prohibir. La comunión entre el crítico y su público se basa en la presunción de ciertos placeres posibles en la lectura, y todos nuestros discernimientos deben encaminarse hacia ese fin.
A Jo March le encantaría saber que a Updike se le recuerda por sus novelas, no por sus reseñas. Sin embargo, las reglas de Updike para la crítica me ayudaron a saber qué libros reseñar, cómo citarlos y cómo hablar de ellos imparcialmente. Aun así, me enfrenté a los dos mayores obstáculos de todo crítico: cómo empezar una reseña y cómo terminarla.
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Muchos críticos de libros agonizan al momento de escribir las primeras frases. A veces, solo bastan unos cuantos minutos de inspiración; otras, varias semanas de ansiedad. (No pude escribir ni una sola palabra de esta historia hasta que tuve claro cómo empezar).
“Probablemente pasé una tercera parte del tiempo en el comienzo”, dice Ron Charles, un crítico del equipo del Washington Post desde 2005. “Mis lectores están muy ocupados. Están tratando de hacer el desayuno. Si no los engancho con los primeros tres párrafos, no hay nada que hacer. Nadie se va a arrastrar penosamente por tu reseña como tu mamá. Tiene que ser interesante, atractiva, divertida, trascendental y generar entusiasmo”.
Parul Sehal, que ha trabajado como crítico del equipo del New York Times y del New Yorker, es quizás la artífice más fina en cuanto a las primeras frases. Sus reseñas tienden a empezar como un artículo de revista, con un anzuelo claro e irresistible:
—En la primavera de 1995, docenas de serpientes aparecieron en las playas del sur de California.
—La cortina se levanta en una habitación oscura y lúgubre.
—En los últimos años, animales decapitados han aparecido con una frecuencia desconcertante en los parques de Nueva York; sobre todo cabras, pero también pollos y, en ocasiones, un cerdo o un ternero.
Para algunos críticos, terminar una reseña es incluso más difícil. “Me encantan los inicios, pero mi editor, que ha sufrido bastante, puede dar fe de que a veces me toma varios intentos llegar al final”, dice Jacobs.
Charles también a veces pelea con los finales. “A veces tiro la toalla con el primer borrador y vuelvo a él después”, dice. “Soy más propenso a usar citas al final; algo que plasme lo que estoy tratando de decir, con un contraste irónico respecto a lo que he dicho”. A veces reescribo completamente el final a último minuto, ¡y jamás haría eso con el comienzo de la reseña!
En el 2016, inspirado en The Little Review de Margaret C. Anderson y en Los Angeles Review of Books, fundé Chicago Review of Books, una revista literaria online. Mientras diseñaba las pautas para nuestros críticos, incluí las seis reglas de Updike e incluí cuatro mías, basadas en la retroalimentación que había recibido de varios editores.
- Transmite lo que es relevante del libro. Da cuenta de ello de entrada. ¿Por qué a la gente debería interesarle?
- Habla de la historia, más allá de la premisa esencial. No te limites a repetir lo que dice la contracubierta o la descripción publicitaria. Profundiza un poco más en la historia y no tengas miedo de referirte a lo que pasa en los primeros tres cuartos del libro (siempre que evites verdaderos spoilers).
- Transmite lo que el libro ofrece, en vez de establecer si es bueno o malo. Si te atrajera un nuevo sabor de helado, ¿qué te gustaría saber? ¿Si un extraño lo considera bueno o malo, o tener una descripción evocadora de cómo sabe?
- Sé específico y concreto. Frases hechas como “bien escrito”, “bien investigado”, “se lee rápido” y otros clichés, no nos dicen mucho. Transmite cuál es el estilo del libro, su estructura y su tono, de la forma más específica que te sea posible. Hacer comparaciones con otras cosas que el lector ya conozca puede ser muy efectivo (e.g., “Alien es como Jaws en el espacio”).
“Hay tantas maneras de ser un buen crítico como las hay de ser un buen novelista o poeta”, dice Rothfeld. “Los mejores críticos tienen su estilo y sensibilidad particulares, y los mejores críticos, además, sorprenden constantemente. Puede resultar difícil poner en la balanza los dos imperativos: leemos a James Wood porque es James Wood, con sus cuestionamientos y predilecciones particulares, pero también leemos a James Wood porque nunca sabemos qué va a decir”.
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Aunque Jo March haga distinciones entre autores y críticos, en 2025 ambos suelen ser la misma persona. Basta echar un vistazo al New York Times Book Review para ver que prácticamente todos sus críticos han escrito sus propios libros. De hecho, hasta donde sé, quedan solo siete críticos de libros a tiempo completo en Estados Unidos: tres en el New York Times (Alexandra Jacobs, Dwight Garner y Jennifer Szalai), dos en el Washington Post (Becca Rothfeld y Ron Charles), uno en el Wall Street Journal (Sam Sacks), una en la revista New York (Andrea Long Chu) y una en Slate (Laura Miller, aunque ella también cubre ocasionalmente el área de televisión).
“Existen más personas que han caminado sobre la luna que las que se ganan la vida escribiendo reseñas de libros”, dice Charles. El resto de nosotros somos trabajadores independientes y, según Freelance Solidarity Project, aproximadamente la tercera parte de los críticos de libros independientes ganan menos del salario mínimo federal por sus reseñas. Algunas publicaciones no tienen la capacidad para pagar en absoluto; las organizaciones sin fines de lucro suelen ofrecer un honorario entre $25 y $100 USD; algunos diarios todavía pagan entre $250 y $600 por la reseña; y las tarifas del triunvirato de Manhattan (New York Times, New Yorker y New York Review of Books) bien podrían estar protegidas por acuerdos de confidencialidad.
“Una de las cosas más duras del trabajo de reseñador independiente es tener que leer una cantidad sustancial de un libro antes de proponer algo”, dice Michelle Hart, crítico independiente y exasistente del editor de libros de O, The Oprah Magazine. “¿Quién, en serio, tiene el tiempo y la libertad financiera para hacer eso? Muchos trabajadores independientes tienen que mentir y decir que les gusta algo cuando en realidad no han leído gran parte del libro, o tienen que proponer libros de autores que ya tienen mucho éxito”.
¿Otro problema para los trabajadores independientes? Los espacios que pagan por reseñas de libros siguen desapareciendo. “En mi Chicago natal, los grandes diarios simplemente no cubren libros, y las publicaciones que sí lo hacen, no ofrecen un buen pago”, dice J. Howard Rosier, un crítico independiente y miembro de la junta del National Book Critics Circle. “Hacer esto profesionalmente sin tener subsidio por enseñar o un trabajo a tiempo completo, es mucho pedir”.
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En Estados Unidos, la crítica literaria ha sido parte de los diarios desde que James Franklin fundó el New-England Courant en 1721; su hermano, Benjamin Franklin, se burlaba y parodiaba a otros escritores en columnas bajo el seudónimo de “Silence Dogood” (Silencio Bienhechor). En la década de 1830, Edgar Allan Poe se hizo conocido como el “Tomahawk Man” (el Hombre Hacha) por sus críticas mordaces en el Southern Literary Messenger y otras revistas, mucho antes de ser reconocido por sus relatos o su poesía. ¿Por qué, entonces, tantos diarios y revistas han reducido o cerrado sus secciones de reseñas de libros en los últimos veinte años? El primer efecto dominó fue probablemente la transición del soporte impreso al digital. En cuanto las publicaciones online empezaron a prosperar, aparecieron las mediciones de rendimiento para artículos individuales, y los números no eran favorables para las reseñas de libros.
“Consigues mucho más tráfico con un formato de lista, un ensayo vinculado al lanzamiento de un libro o con la entrevista a un autor que con una reseña sencilla”, dice Lincoln Michel, editor en jefe de Electric Literature entre 2014 y 2017. “Cuando el tráfico es conducido por las búsquedas y las redes sociales, simplemente tienes a más gente que hace clic en encabezados como ‘Las 10 mejores novelas de casas embrujadas’ que en la reseña de una novela sobre una casa embrujada en particular de la que probablemente no saben nada”.
Lo mismo pasaba en Chicago Review of Books cuando yo era editor en jefe, entre 2016 y 2019: incluso en publicaciones con la palabra “reseña” en el título, las reseñas de libros eran nuestros artículos menos populares. Listas, entrevistas y adelantos eran más buscados, con más clics en las redes sociales y más links de otros sitios web.
“Cuando estaba en O, The Oprah Magazine, éramos una de las pocas revistas de moda que todavía publicaba reseñas sin más; ‘sin más’ aquí quiere decir reseñas de libros por sí solas, sin la necesidad de situar el libro en un contexto cultural más amplio ni en artículos de tendencias”, dice Hart. “Pero creo que ni esa revista sigue publicando reseñas. Ni siquiera sé si mi trabajo aún existe, ahí o en cualquier otra parte”.
Para muchas secciones de reseñas de libros, el verdadero punto final fue cuando las empresas de capital privado y los fondos de cobertura comenzaron a comprar diarios y revistas y a gestionarlos como nuevas empresas de Silicon Valley. (Entre el 2002 y el 2019, el número de diarios controlados por empresas de capital privado aumentó de un 5% a un 23%, según el National Bureau of Economic Research). Cuando los buitres del capitalismo empezaron a recortar las oficinas de redacciones con el fin de maximizar el valor para los accionistas, analizaron todo tipo de métricas de rendimiento. Adivinen qué secciones fueron las primeras en desaparecer.
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Menos espacios. Pagos más bajos. Siete puestos a tiempo completo. Bromas absolutamente brutales en las películas ganadoras del Academy Award. Dada esta realidad para la crítica literaria en 2025, ¿por qué parece como si hubiera más (buenas) reseñas de libros que nunca?
Para algunos, reseñar libros es un acto de servicio a la comunidad. “A veces escribo reseñas porque sirven como prueba de que alguien pasó tiempo con un texto”, dice Summer Farah, crítico independiente y poeta. “No puedo evitar pensar: si no escribo sobre esto, ¿lo hará alguien más?”.
Rosier concuerda. “Pensar en serio en la literatura me ha dado un sentido de comunidad, que me ha provisto de vuelta recíprocamente con apoyo y entusiasmo para mis propios proyectos”, dice. Para otros críticos, es una búsqueda intelectual. “Reseñar libros te obliga a enfrentarte con una masa de ideas relativamente grande y compleja, y a determinar qué piensas al respecto”, afirma Chelsea Leu, crítica independiente y exeditora de reseñas de The Rumpus. “Ver a críticos inteligentes hacer esto sobre la página nos vuelve a todos un poco más lúcidos, o quizás mejores pensadores”.
Hay una cosa más que las editoriales de libros podrían hacer para ayudarle al mundo a recordar que los críticos de libros existen: atribuirnos nuestras palabras oportunamente cuando nos citan. Se usan fragmentos de reseñas de libros en las cubiertas, contracubiertas e interiores de millones de libros, pero el 90% de las veces no tienes idea de quién la escribió; la cita suele hacer referencia solo a la publicación donde apareció la reseña.
“Cuando veo el nombre de Dwight [Garner], pero el mío ha sido omitido, y todo lo que ponen es ‘The Washington Post’, me duele”, bromea Ron Charles. “Pero creo que el número de personas que reconoce el nombre de un crítico de libros no supera la centena”. Aun así, imagina cómo reaccionarían las editoriales de libros si fuera a la inversa: un crítico reseñando a uno de sus autores, que solo le atribuyera el texto a “Riverhead Books” o “Penguin Press”.
“Todos los críticos con los que he hablado ejercen la crítica con el mismo sentido de la curiosidad, el rigor y la aventura que un novelista, un periodista o un poeta.”
No existe la fórmula secreta para escribir una reseña brillante, pero todos los críticos con los que he hablado ejercen la crítica con el mismo sentido de la curiosidad, el rigor y la aventura que un novelista, un periodista o un poeta. Las mejores reseñas te presentan ideas nuevas, te hacen reír y te sorprenden. Incluso ahora, el mayor desafío para un crítico puede que no sea encontrar un espacio que pague, sino cultivar una voz propia y única, que sobresalga del resto.
“¿Cuál es la diferencia entre una reseña bien escrita y una reseña fuera de serie?” le pegunto a Alexandra Jacobs.
“Coraje”, dice ella.
Mebane, North Carolina
Traducción de Micaela Paredes Barraza
Publicado por primera vez en World Literature Today, Vol. 99, Nro. 5 de septiembre de 2025.