Es un gusto conversar hoy con una de las figuras de la literatura en español que se está produciendo en los Estados Unidos. Originaria de Venezuela y con varias novelas ya publicadas en el género de Thriller, suspenso y lo insólito, conversamos con Raquel Abend van Dalen.
Este es un extracto adaptado de la conversación del podcast Hablemos, escritoras, a cargo de Adriana Pacheco.
Adriana Pacheco: Escritora y con un doctorado en Escritura Creativa en la Universidad de Houston, Raquel Aben van Dalen vive en Houston. Gracias por aceptar la invitación, Raquel.
Raquel Abend van Dalen: Muchas gracias a ti por la invitación.
A.P.: Tienes un título de doctorado en Escritura Creativa. Explícanos qué es.
R.A.V.D.: Cuando terminé mi maestría en el 2014 en Escritura Creativa, la mayoría de mis compañeros entraron directamente a los doctorados en estudios hispanos o estudios del Caribe, estudios literarios. Y yo no lo hice porque la mayoría de las personas me decía, “cuando apliques no digas que eres escritora, no les gusta eso, menos todavía digas que fuiste periodista”. Era como que todo el tiempo me censuraran. Y yo decía, no, eso debe ser espantoso y no hubiera sido capaz de censurarme de esa forma. Cuando descubrí que existía un doctorado en Escritura Creativa, donde se le da la misma prioridad a lo creativo como a lo académico, yo dije “esto es perfecto, esta es la solución”, y pues definitivamente ha sido increíble, ha sido maravilloso para mí.
A.P.: ¿Cómo llegas a la literatura, Raquel?
R.A.V.D.: Te confieso que cada vez que me hacen esa pregunta respondo algo diferente. Es como que creo que ya tengo muchas versiones de cómo llegué a la literatura. Creo que pasaron muchas cosas, pero creo que una de las esenciales es que mi abuelo materno era un librero holandés que llegó a Venezuela en los años 50 y montó una librería en Caracas llamada Las Mercedes. Entonces, desde muy chiquita siempre estuve rodeada de cuentos, de libros, incluso de papelería. ¿No había una sección de bolígrafos, papeles, cuadernos, que eso también de alguna forma da como materialidad a la escritura? No sé, había mucha, mucha magia en mi casa, mucha fantasía, no sé. Para mí estar rodeada en un ambiente así fue esencial. Por otro lado, sí es cierto que desde muy joven me tomé la literatura como un trabajo muy serio, como un trabajo, además muy concreto; fíjate que mis padres son ambos artistas de profesión. Ellos siempre se han tomado el arte de una forma muy rigurosa, muy disciplinada. No hay un día que ellos no estén trabajando y de la misma forma creo que yo me tomé la literatura.Y cuando digo que el arte en mi casa era muy concreto y material, me refiero a que con el arte se pagaron los aparatos de mis dientes, mi colegio, la electricidad de la casa, tú sabes, no era una cosa abstracta o idealizada, era más más allá del arte que uno encuentra en museos. Era una cosa casi que las monedas con lo que hemos estado viviendo. Entonces eso también me dio a mí una perspectiva de la literatura como muy laboral.
A.P.: Pensando en el doctorado, ¿cómo crees que el estudio de la crítica literaria contribuye o no al trabajo de una escritora?
R.A.V.D.: Antes de empezar el doctorado te hubiera dicho que no contribuía en nada porque no tenía idea. Pero ahora me doy cuenta de que para mí ha sido fundamental ser capaz de leer críticamente, de establecer y pensar vínculos entre textos literarios y teóricos. La verdad es que ha hecho que mi propio trabajo de escritura sea mucho más interesante, incluso para mí misma. Siento que la labor de la escritura hay que estarla regenerando todo el tiempo y la perspectiva desde la crítica, desde lo teórico, abrió todo un nuevo mundo para mí, que hizo que ya yo no pudiera ver la literatura de la misma forma. Creo que eso es esencial. Descubrir es esencial.
A.P.: Claro que sí y además con Cristina Rivera Garza al frente del programa y con todo el material que están teniendo y los escritores invitados que van, es un programa magnífico.
R.A.V.D.: Sí, el programa es magnífico, no solamente con Cristina –que obviamente es una escritora y académica maravillosa–, sino que además se ha encargado de hacer una curaduría muy especial, trayendo a escritoras y escritores de distintas partes de Latinoamérica, incluso de Estados Unidos.
A.P.: Raquel, tú vives en Estados Unidos. ¿Cómo ves los retos a los que se enfrenta una escritora venezolana viviendo en la diáspora en este país?
R.A.V.D.: En mi caso me tocó irme a Estados Unidos a los 22 años. Al año siguiente salió mi primer poemario en Bogotá y después seguí publicando con editoriales que sacan libros en español en Estados Unidos, como Sudaquia y Suburbano.En general mis libros han salido fuera de Venezuela, incluso Cuarto azul, que salió con una editorial venezolana, Kalathos, y publicado en Madrid. Entonces esto ha hecho que de alguna forma yo me mantenga muy poco leída en mi propio país. Lo que de alguna forma es un poco doloroso para mí, porque uno obviamente quiere ser leído en su propia tierra. Otro asunto es que la situación económica en Venezuela hace que muy pocas personas realmente puedan adquirir libros. Por esa misma razón, decidí publicar mi libro de cuentos La señora Varsovia gratis por un mes y ahorita se puede adquirir por Amazon en tapa blanda o Kindle, pero me dio una pena terrible darme cuenta de que en general los lectores venezolanos que consumen libros no pueden comprarlos.
A.P.: Qué interesante lo que acabas de decir, por un lado triste y por otro lado buscar las maneras de apoyar a los lectores, al trabajo de las escritoras y de los escritores. Hablando de tus libros, tú haces un cambio de la poesía a la narrativa, ¿cómo es qué se da esto?
R.A.V.D.: Desde el principio creo que estuve manejando ambos géneros porque eran cosas muy diferentes. Para mí la narrativa me da un espacio para la ficción y la poesía me da un espacio para lo real. Digamos que, por ejemplo, muchos escritores tienen diarios, donde escriben su cotidianidad y registran lo que piensan. Yo diría que para mí la poesía es un espacio para pensar, para entender, para registrar, incluso para mirar con distancia todo lo que me ocurre con, no sé, humor, ironía. Incluso a veces los poemas que pueden sonar más dramáticos los he digerido muchísimo antes de hacerlos públicos. Entonces es una relación muy diferente. Y en la poesía en general, la mía es bastante autobiográfica, aunque yo no sea el personaje, no es una poesía del yo, pero sí utilizo mucho mi propia vida.En cambio, en la ficción que escribo, como como bien leíste en La señora Varsovia o Cuarto azul, utilizo las historias de los demás.
A.P.: Me gusta esa diferencia que haces y cómo estás relacionando la narrativa con un espacio para la ficción, la poesía, un espacio para lo real. En Cuarto azul, por ejemplo, la premisa es muy interesante. Hablemos de otro magnífico libro, Andor.
R.A.V.D.: Yo empecé a escribir Andor a los 19 años. Era muy joven y tenía una idea de la vida muy diferente a cuando pude reeditar el libro. Digamos que pude pulir, no tanto la prosa, porque la prosa prácticamente no la toqué, sino ciertos conceptos, ciertas ideologías. Por ejemplo, en la primera edición recuerdo que hay un momento en que el protagonista Edgar describe a las mujeres llegando a la fiesta con sus vestidos y a los hombres llegando con sus trajes. Esta distinción de géneros y de vestimentas me produjo mucho rechazo cuando yo pude reeditar el libro. Para mí eran personas, sin importar el género, y para mí estaban vestidas como quisieran.Entonces, en ese sentido, cambié puntualmente cosas que chocaban ideológicamente con la reedición. Eso también hizo que el libro volviera a tener visibilidad porque salió en Caracas en el 2013.
A.P.: El libro tiene esa imagen tan fuerte del horno, junto con esa imagen del regreso a la infancia en el momento de morir, de estar muriendo; regresar a ese útero. O sea, el simbolismo y el paralelismo que utilizas entre un horno que está oscuro y el útero materno. Platícanos más de este libro.
R.A.V.D.: Sí, es interesante lo que estás apuntando, porque justamente al final lo materno, esa madre, es como una especie de fantasma que está persiguiendo al protagonista durante todo el libro, es lo que conecta todo. Este es un libro que trata sobre la vida y la muerte. La idealización de estos conceptos, pero también yo creo que de alguna forma trabajo la idealización de otros.
A.P.: ¿Es un purgatorio Andor?
R.A.V.D.: Si apuntas a la tradición cristiana del infierno, sí, pero en mi cabeza, para mí, peor que el infierno, que además ya tenemos todo en iconografía religiosa y literaria. Yo estaba pensando en aquella época “¿qué es lo que podría ser peor que el infierno?”. Y pensé: estar atrapado en un lugar que no es nada; o sea, en donde no terminas ni de morir ni de vivir. Para mí, ese encierro era mucho más inquietante que el del propio infierno. Entonces creo que esa fue mi intención al escribir ese hotel.
A.P.: Pues pasemos ahora a este libro de cuentos, La señora Varsovia. Al inicio del libro dices: “Este libro es para los que no tienen casa porque siempre están en otra casa”. Cuéntanos sobre este libro que inicia con el cuento que da el título al libro y además es el funeral de Maggie que sucede en un bar de lesbianas con una comilona de bistec. O sea que acá tenemos, además de lo corporal, este símbolo de la carne de manera explícita, pero a la vez tenemos la tristeza de la pérdida, así como la comunidad. Cuéntanos de dónde viene.
R.A.V.D.: Bueno, este libro surgió porque me pidieron algo de poesía y en ese momento no tenía ningún manuscrito listo como para publicar, pero le dije, “Oye, tengo muchos cuentos acumulados desde hace años en mi computadora, nunca los he publicado”. Le pregunté si les interesarían.Y me dijo que sí, que le empezara a mandar material y que podíamos entre las dos configurar el libro. Al final me pareció que podría ser un lindo proyecto.Y se terminó de configurar durante la cuarentena. Entonces al final la dedicatoria de que este libro es para los “descasados” como yo, tiene que ver con que justo ahorita estoy “descasada”, no tengo casa y llevo además mudándome al menos como ocho veces en los últimos nueves años. Es decir, que ya la casa se lleva por dentro.
A.P.: Se ve mucho esto en tu obra, pero también se ve la relación y la figura de la madre. ¿Cuáles crees que son tus líneas temáticas?
R.A.V.D.: Creo que quizás en ciertos momentos, en ciertas épocas, quizás sí, he escrito conscientemente pensando en temas de género, pero eso ha cambiado. En La señora Varsovia se puede ver muy bien cómo hay esos cruces todo el tiempo, es decir, me gusta poner ciertas trampitas para que si el lector tiene algo en su cabeza ya muy asentado y empieza a leer un cuento y cree que el narrador es hombre, de pronto al tercer párrafo se dé cuenta de que en realidad es una mujer la que narra o que, por ejemplo, los amantes que se están narrando en un cuento son un hombre y una mujer y de repente se dan cuenta que en realidad son dos hombres.
O que, por ejemplo, la relación entre una mujer madura y una adolescente no es de madre e hija, sino que hay un lazo erótico allí. Es decir, me gusta todo el tiempo tratar de estar moviendo este tipo de situaciones que, como bien dices, sí están relacionadas con el género, especialmente ahora.
A.P.: Muchísimas felicidades, Raquel, por tu trabajo. Muchas gracias por esta entrevista y vamos a seguir esperando qué más viene de tu pluma.
R.A.V.D.: Adriana, muchísimas gracias. Ha sido un enorme placer conversar contigo.
Puedes escuchar y leer la entrevista completa en la página de Hablemos, escritoras.
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en la página de Hablemos, escritoras.