El autor mexicano Florentino Solano (Metlatónoc, 1982) es el ganador del Premio de Literaturas Indígenas de América 2021 por su crónica La danza de las balas, escrita en tu’un sávi, una variante de mixteco, la quinta lengua originaria más hablada de México. Su obra fue elegida como ganadora entre 33 obras enviadas desde Argentina, Guatemala, México y Perú en un total de 27 lenguas.
Su crónica cuenta la incursión de militares durante una fiesta popular en su pueblo natal en el estado de Guerrero, y la cual se lee como una denuncia de los abusos actuales e históricos sufridos por la población indígena por parte de los soldados asentados en la región, una zona montañosa y marginada en la cual coexisten las actividades agrícolas tradicionales con la siembra de amapola y marihuana, y la producción y tráfico de narcóticos.
Guerrero tiene una larga historia de violencia y rebeldía, y es donde, en los años 70, surgió el grupo armado El Partido de los Pobres, fundado por el maestro de primaria Lucio Cabañas, cuyo propósito fue implementar una revolución socialista en el país. El ejército mexicano emprendió una persecución de Cabañas, y éste fue abatido en un tiroteo en 1973. Más recientemente, en 2014, 43 estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa fueron desaparecidos y presuntamente asesinados en un caso que está aún por aclararse. Cabañas había estudiado en esa misma escuela en los años 50.
Solano se gana la vida como jornalero agrícola, y actualmente vive y trabaja en San Quintín, Baja California, a donde migró con su familia en busca de trabajo, tal como lo hacen muchos mixtecos, obligados a buscar mejores oportunidades, ya sea en otras regiones de México o al otro lado de la frontera en Estados Unidos.
Solano también es músico y traductor, y su acercamiento a la traducción surgió de su deseo de traducir las letras de las canciones tradicionales de su tierra natal, del tu’un sávi al español, para que la música tuviera un mayor alcance. Habló con Latin American Literature Today acerca de su oficio como escritor y traductor, además de promotor cultural y mentor de otros escritores como organizador de talleres literarios, y de la responsabilidad que implica haber ganado el premio, el cual está dotado con $15,000 y le será entregado el 3 de diciembre durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Adam Critchley: Háblame de tus inicios como escritor.
Florentino Solano: Yo empecé escribiendo poesía. Ya en la secundaria tuve que aprender a leer y medio hablar el español. Pues era de ley, para poder aprobar las materias y poder pertenecer en la escuela. No querían que habláramos nuestra lengua materna. De alguna manera lo hicieron para que nosotros aprendiéramos rápido a hablar el español. No sé qué tanto sentido haya tenido de discriminación, pero sí nos obligaron, nos prohibían hablar nuestra lengua dentro del perímetro de la escuela. Nos castigaban. Si nos encontraban platicando en nuestra lengua en la escuela nos mandaban a traer piedras del río para las construcciones dentro de la escuela. Tuvimos que aprender el español como pudimos. Y cuando aprendí a leer, recurrí a las bibliotecas a empezar a hojear, y la primera cosa que me llamó la atención fue la poesía, porque los poemas son cortos y son palabras que suenan bonitas, y en aquellos tiempos uno anda de romántico y la poesía empieza a llamar la atención.
Ya en la Preparatoria empecé a escribir mis propias cosas. En la universidad lo tomé más en serio, me fui a la Facultad de Filosofía y Letras en Chilpancingo, y me entregué a la lectura. Ya había leído mucha poesía y empecé a leer narrativa, las obras clásicas, lo contemporáneo, la literatura hispanoamericana. Y es cuando empecé a voltear hacia mis raíces. En aquellos años, por el 2002, apenas estaba empezando a trabajar el alfabeto de mi lengua, con unos compañeros lingüistas. Seguí escribiendo en español, pero lo de escribir en mi lengua lo hacía por amor a mis raíces, porque sabía que era muy difícil publicar en esa lengua. Ahora, en el 2021, es todavía difícil publicar en lenguas originarias, pero en aquel entonces era mucho más difícil. Los primeros dos libros que publiqué fueron en español, y el primer libro que publiqué en mi lengua natal fue un poemario, en el 2012.
AC: Ha de ser un motivo de mucho orgullo para ti, publicar tu obra en tu lengua nativa.
FS: Sí. Había realmente muy pocos libros publicados en mi lengua en aquel entonces, así que publicar en mi lengua fue una maravilla, ya que todo eso de repente se sentía palpable. Y poco a poco el asunto editorial se volvió más fácil. Ha sido un camino muy largo, pero que da mucha satisfacción.
AC: Escribes poesía, narrativa, mini-ficciones, crónica. ¿Tienes un género de preferencia al momento de escribir?
FS: He escrito en casi todos los géneros, para mí la literatura siempre es un experimento. Escribo lo que se me da. Escribo en la forma que más se presta a la expresión de la idea. Trato de experimentar con todas las formas y géneros porque es interesante ver cómo se proyectan en mi lengua. No me encierro en un solo género, sino me gusta escribir en todas las formas posibles. Uno escribe sobre lo que uno vive, sobre los lugares que uno visita, y las situaciones por las que uno pasa en la vida. Yo soy un viajero por obligación, por cuestiones de la vida, y desde niño he viajado con mi familia de un lugar a otro en busca de trabajo, y todo eso está en mi memoria, y revisito muchas cosas. Se me facilita hablar de muchas cosas, o de lugares que no están en mi pueblo.
AC: ¿Sientes que ahora hay más interés en las lenguas originarias en México, con más editoriales que publican obras en esas lenguas, y más ferias y eventos que las promueven?
FC: Sí, desde 2010 ha habido muchos festivales, muchos encuentros, y el internet también facilitó la organización de estos eventos y de proyectar los trabajos de escritores en lenguas originarias. Había algunas comunidades que ya publicaban en sus lenguas natales, la comunidad nahua, la comunidad maya y los zapotecos, que ya tenían una muy larga tradición de escritura, pero los demás pueblos no, éramos como pioneros. En mi lengua, por ejemplo, teníamos a Kalu Tatyisavi, que fue de los primeros que escribía textos literarios en nuestra lengua, y ya somos escritores, hombres y mujeres, que están escribiendo cosas interesantes y han publicado sus obras en nuestra lengua.
AC: ¿Qué tan difícil fue entrarle a la lectura de joven? ¿Podías acudir a una biblioteca, por ejemplo?
FS: Biblioteca pública no había en el pueblo, y todavía no la hay, pero mi escuela tenía una pequeña biblioteca. La maestra de español nos mandó a todos a elegir un libro en la biblioteca. Me llamó la atención un libro de grosor mediano, me lo llevé y al empezar a leerlo me di cuenta que no entendía nada. Era El siglo de las luces de Alejo Carpentier. Leí unas cuantas frases y lo tuve que cambiar por un libro de poesía. Ya cuando estudiaba en Chilpancingo tuve la suerte de encontrar a alguien que era un gran promotor de lectura y él me prestaba libros, y eso me ayudó mucho.
AC: También hay pocas librerías en México, sobre todo en las zonas rurales.
FS: Y tampoco había en la bolsa con qué comprarlos. Era una cuestión de comer bien durante una semana o comprar un libro, así que para leer era necesario sacrificar algo.
AC: ¿Y en tus lecturas, hay algún autor que te ha influido?
FS: Tengo especial aprecio para algunos. En la poesía, Shakespeare, Pablo Neruda, este último como un romántico pero también combativo. En narrativa, la obra de Robert Louis Stevenson, por toda esa imaginación que tenía, igual que Edgar Allan Poe. Y de aquí de México, José Revueltas, Carlos Fuentes, Juan José Arreola, Rosario Castellanos, Elena Poniatowska. Pero tengo mucho interés y pongo especial atención en los libros escritos en lenguas originarias, me interesa mucho cómo piensan mis compañeros de otras lenguas y culturas, porque aunque seamos como hermanos, cada grupo tiene su propia cosmovisión, su propia lengua, y pongo atención especial en eso, y si pudiera comprar diez libros me compraría ocho en lenguas originarias y dos en español.
Es que la gran diversidad que existe entre las culturas, no solo aquí en México sino en todo el mundo, es lo que nos enriquece como individuos. No solo como grupos culturales, sino dentro de un mismo grupo, hay cada variante. Por ejemplo hay unas veinticinco variantes dentro de mi idioma tu’un sávi, y cada una de esas variantes representa un pueblo o grupos de pueblos, y yo abogo mucho por respetar las variantes, respetar sus diversos tonos o sonidos. Con el fin de unificar una lengua podríamos matar una variante, y eso sería matar a varios pueblos. Cuando hago talleres les digo a mis compañeros que respeto su variante, porque si no, cuando una nueva generación llega y te lee a ti, no va a asociar tu texto con tu visión original, con tu mensaje original. Tenemos que cuidar muchas cosas y no caer en la política estatal histórica que siempre ha sido tratar de nacionalizarnos y hacernos un solo grupo, y hacer que todos hablemos el español.
AC: Y sin duda éste sea el propósito de tu trabajo como promotor cultural y de organizar talleres, de ayudar a que las personas escriban en sus lenguas natales.
FS: Yo empecé a escribir lo propio y posteriormente se me fue dando la facilidad de compartirlo con los demás, e iniciamos estas actividades, talleres de creación literaria. Antes de la pandemia lo hacíamos presencial pero ahora lo hacemos en línea. Como son talleres gratuitos, mucha gente se inscribe, pero trabajamos con diez personas a la vez.
AC: Además de difundir una obra en tu lengua natal, La danza de las balas sirve de denuncia, al retratar la realidad de tu pueblo, y no solo contar la historia como una “nota roja” sino ponerle contexto, que la gente sepa que no se trata de un incidente aislado.
FS: Me emociona porque estamos visibilizando hechos históricos, hechos registrados en la memoria de los pueblos, hechos que marcaron nuestra comunidad, y para mi este reconocimiento [el premio] me trae sentimientos encontrados. Por una parte estoy emocionado porque las letras empiezan a tener reconocimiento, y por la otra está este recordatorio constante de la violencia que ha azotado nuestra región, nuestros pueblos, nuestra gente. Tenemos que seguir trabajando para visibilizar ante la sociedad estas problemáticas y estas violencias.
La montaña de Guerrero ha sido azotada en infinidades de ocasiones por la violencia, por los revolucionarios, por el ejército y actualmente por el narcotráfico. Todo el tiempo hemos sufrido violencia, desde la persecución de Genaro Vázquez, Lucio Cabañas, desde el surgimiento del zapatismo en Chiapas. Y aquí se formaron varios ejércitos del pueblo. Todo eso ha sido como resultado de una política de estado fallida, de una tensión, y hay muchísimos hechos que están en la memoria del pueblo y yo siento ese compromiso social de escribir sobre ellos y hacerlos visibles. Y no solo desde el periodismo sino con la literatura: que suene bonita pero que también sea combativa.
AC: México se ha convertido en un país peligroso en donde ejercer el periodismo, los escritores y reporteros enfrentan un riesgo al azar sus voces. ¿Tú estás consciente de este peligro al momento de escribir acerca de esos hechos?
FS: Sí, claro, pero no nos vamos a callar, mirando todo lo que sucede, sino al contrario, somos el pueblo. La gente ha dicho que el pueblo tiene un poder enorme, pero no lo ejerce como debería de ser. Así que sí, uno lo piensa, pero alguien tiene que decirlo, alguien tiene que contarlo, y yo lo voy a hacer. Tengo muchos amigos que también escriben, por ejemplo Hubert Martínez Calleja, que también ganó este premio hace unos años, que tiene una voz combativa, una poesía muy fuerte, y es una de las personas que admiro. Tenemos que decir lo que es la realidad, para que la sociedad se dé cuenta, y algo tiene que cambiar, para todas esas comunidades, todas esas familias.
AC: Al momento de traducir tu obra al español, ¿qué dificultades enfrentas?
FS: Yo traduzco todos mis trabajos porque solo así puedo transferir el mensaje original a otro idioma, conservando todo lo esencial. Sin embargo, hay muchas cosas que se dicen en mi lengua nativa pero al momento de traducirlas al español pienso, ¿cómo le hago? Es un proceso cansado, tedioso. Pero lo más difícil es la poesía, que son imágenes, conceptos, uno se topa con muros más pesados. En la narrativa es un poco más fácil, se presta más para configurar el sentido de una frase u oración. Pero en el caso de traducir a mi lengua originaria hay muchos ejemplos de dificultades, por ejemplo la frase “te amo” es algo que no se puede traducir tal cual a nuestra lengua, en la cual el significado es algo como “mi interior te abraza, mi interior te posee”, así que podemos decir cosas cercanamente, pero nunca será igual. Tenemos conceptos muy nuevos para nuestra cultura, que son difíciles de proyectar, por ejemplo de cómo describir un animal que no se conoce en mi comunidad, y acabamos describiéndolo tal cual para que la imagen que se crea en la cabeza del lector sea cercana a la realidad. Y por ejemplo es muy difícil traducir el haiku a mi lengua porque es muy difícil utilizar tan pocas sílabas.
Hace unos días platicaba con unos compañeros en un taller en línea sobre unos sabores que identificamos de inmediato, al pronunciar la palabra casi lo saboreamos. Por ejemplo, “ya tuy” se refiere al sabor muy particular de unas flores amarillas de cactus, del desierto, e “isun”, que se refiere a algo que no tiene un sabor, como ciertos quelites que provocan ese sabor en la boca, y yo diría que esas palabras son casi intraducibles. Y hay muchas otras palabras que son difíciles de traducir al contexto español. Por ejemplo, en los rituales de los pueblos, hay muchos conceptos que se manejan que no se pueden traducir porque no quedarían igual. Yo a veces dejo en reposo muchos textos porque siento que si los traduzco forzosamente se va a perder mucho. Es muy difícil que me publiquen en mi lengua nada más, siempre te piden la traducción como requisito, así que muchos textos se quedan sin publicar porque no podemos completar la traducción. Es indispensable que todos los textos se puedan transmitir en otra lengua, pero puede ser un dolor de cabeza a la vez traducirlos.
AC: ¿Cómo te cambia la vida haber ganado este premio?
FS: Siento una gran responsabilidad con este reconocimiento porque me obliga a enfocarme más en mis textos, en los hechos sobre los que escribo en mi comunidad, y asumo un compromiso más profundo, pero lo hago con mucho cariño. Tengo que enfocarme más, y por eso viajo de nueva cuenta a mi pueblo, platico con la gente mayor, con los abuelos, para tratar de entender más la cultura, el pueblo, nuestros orígenes. Es emocionante también cómo ayudar a abrir puertas para nuevas publicaciones.
AC: ¿Y seguir ayudando a que otros autores en lenguas originarias publiquen sus obras?
FS: Sí, vamos a poder promover los textos de los compañeros del taller literario, hay gente que me ha preguntado si conozco a otros autores para dar a conocer sus textos, así que es una gran puerta que abre para seguir promoviendo a los jóvenes que quieren dar a conocer sus trabajos. Y de las mujeres, por ejemplo, que es un asunto muy latente en las comunidades originarias, el asunto del derecho de la mujer, de su libre determinación, de la toma de decisiones sobre sus propias vidas, así que hay muchas cosas todavía en que tenemos que poner atención. Siempre hay que estar escribiendo y volver la escritura una disciplina. Vamos sumando una comunidad grande de lectores, y eso está muy motivante.
Seis poemas de Florentino Solano
Traducidos al español por el autor
[Xa’a]
Kókó
vaxi tá’ví ñuú nu yo
kándi xani
na ndií
chi tákú ndie’e kuu ndatava ñá xtan yú ndiví.
“Ñuú ké nixikoo ndi’i ña”, káche xtan yú
“ñuú ña nixikuña
ra saá kú nú kaku na ndii
ra na ndii —ná kukoo ñu’u—
xa’a ná kaku se’e na
ra saá ké kaku yó” —káche xtan yú.
Suví sé’e ndiayá kú yó
Se’e ña ñaa xí’ín se’e ndii va kú yó.
Ñuu ña ké
té kua’an ñá xtan yú
tá kánda tiáñú’ú:
in tíndia ña kua’n ña.
Ndi saá ñuú ra tuva ká’ndi va.
[Origen]
Devorando
viene la noche a reventar en la mirada:
estallido de sueños
de muertos
y de historias que mi abue dibujó con estrellitas en el cielo.
“De la noche surgió todo”, dice abue
“todo era noche
y la soledad parió a los muertos
y los muertos —hágase la luz—
comenzaron a dar a luz
y después vinimos nosotros”, dice abue.
No somos hijos de la chingada
sino de la oscuridad y de la muerte.
Mi abue se fue
una noche a oscuras
como el mar:
a tientas.
Cada noche es un estallido.
[Tikosó]
In ña káña
kúnu ña
ñuú
xí’n tíkú
tachi ñá
mí té sakan
in ra yuvi
xá kue’e ra
xí’ín ndióxi
xa’a ñá
kaku ra
yó’o.
Va’a ní chi
ña káña’á ra ra sándasié ndii.
[Grillo]
Un ruido
teje
la noche
con las agujas
de su voz
mientras
un hombre
maldice
la suerte
de haber
nacido
aquí.
Menos mal
que su voz distrae a los muertos.
[Xikun]
Xikun ndíxi ñá yásí’í yu ra
nduvi ní ña
íyo tikuva nu ñá
íyo tu ita va.
Té kuáa ra
ndáchí ndi’i tikuva
ndísu ita ra
tá in tá in
kóyo ña nu íxto yu.
[Huipil]
Mi esposa viste un huipil
florido
lleno de mariposas
y flores.
Al anochecer
las mariposas vuelan
pero las flores
caen sobre mi cama
una a una.
[Té ñuú]
Yási’i yu ra té ñuú ndú ñá ita
ra xá’nu ñá
ma’ñú ñuú
ndatun
xa lo’o kú ñá lolo
sava tu ku ñá ndia’yu
sava tu kú ñá tiakuí
yoko itu
ita ikín.
Nduvi ní nuu ña
tá ín tiviñu’u
tá ín ñu’u xani
ndiakua kua’an ma’ná yu
ra xá’á ndóñú’ú ini yu.
Tá káá
nu kuándaa yokú káá ñá
tá’n ñá kuva’a tiatin xí’n ñuú.
Yásí’í yu ra té ñuú ndúú ñá ita
tá káá ñu’u sakan kánata
in ka yuví
nuu sákan ndákuxa
nuú yaá’a kii.
[De noche]
De noche florece mi esposa
y su cuerpo crece
sobre la noche
violenta
su cuerpo es espuma
barro mojado
humedad
espigas de milpa
flor de calabaza.
Su mirada es dulce
como luciérnaga
pólvora del sueño
dulce insomnio
de crujientes olas del pensamiento.
Su cuerpo
es un muro de madreselvas
hecho de sudor y fuego.
De noche florece mi esposa
con el sol naciente
en alguna parte del mundo
donde todo es primavera
y no pasa el tiempo.
xá’ñu
ndutiá ndutiá kánda ñu’ú ichi
ra xáku ndia yo úxa
in chítu ña ndá ka nini
chin tikaka yoó
sáñá nuu
ra kísie ña ndakava ña xín yo
ndá numie
ndia kua síso ña xín ka’ní
in ichí túvi ndí’í
in ndiví túvi ndí’í
in sákanda yo xa’a kama ní
kundá inio
kundá inio
kaka na’a kunu ndakun diéún
tachi yóko
xa ka’un ké
ndii nindoñu’u tíxi yutí
“stop!
border patrol!”
in tachi ñá sá kutuvi xa’a
chin ña ndiátu ini
border
el desierto se agita
y su julio sol sonríe
la monotonía está poblada de recuerdos
y cuervos de la luna
la noche desmantelada
cae a temor de luna
abraza
a cien grados de calor
un camino infinito
un cielo infinito
un mover las piernas infinito y rápido
incertidumbre
incertidumbre
camina ven corre sigue
el viento vapor
el reloj a las cinco
muertos perdidos en la arena
“stop!
border patrol!”
una voz interrumpe el espacio
y la esperanza
ita kuñu yu
ká’án na chi ra nda’ví kuvi kú yu
ra ki’ví lo ke ninu kú yu
ra ko ñá’a
xá’án yakua yu chi
xá’án ta’tán tinana yú ia tin
xá’án ñu’ú vixin
kutie’e yú íyó tiku yú xín tia’ví
íyo yaa xini yú
xí’í yu ndixi kua’á xí’ín kua’á ndutiá
ndá’yu yí yu nu ná
koo ichí tiákú yu koo ichí va’a yu
ra ki’ví va kú yu chi
ra vílo
ra ikú
chin kua’a ní ka na’a
ndisu tá kaa
tá kii
tá ndiee
in ita xá’nu sa’ta yú
ra yakua ki’ví vílo kití kú
kua’an xá’nu ña baja kalifórnia
la flor de mi cuerpo
dicen que soy un pobre diablo
indio del sur
ísavi perdido
que huelo a mugre
a tomate fumigado sudor del campo
a barro mojado
que tengo callos piojos liendres
caspa en el cabello
que tomo tecate y otras chingaderas
miento la madre
vivo sin filosofía ni civismo
dicen que soy un idiota
estúpido
bruto
y un etcétera infinito
pero cada hora
cada día
cada fuerza
una flor crece sobre mi cuerpo
sucio indio bruto bestia
baja california progresa
Foto: Florentino Solano, ganador del Premio de Literaturas Indígenas de América 2021. Crédito: Universidad de Guadalajara.
Adam Critchley is an English journalist and translator resident in Mexico for a number of years. He has published articles on the publishing industry in Latin America and has translated more than a dozen books, including a collection of trilingual children’s titles (in English, Spanish and Mexican indigenous languages) published by Editorial Resistencia. He has also published short stories, in English and Spanish, in magazines in the U.S., England, and Mexico.