El 1 de septiembre de 2020, el poeta, autor y activista mapuche Elicura Chihuailaf Nahuelpán se convirtió en el primer escritor indígena en recibir el Premio Nacional de Literatura de Chile. Este reconocimiento representa un hito importante en las letras chilenas, mientras el país intenta reconciliarse con las injusticias históricas y actuales cometidas contra los pueblos indígenas, lo cual se ha manifestado con la presencia de la banderas mapuche, la wenufoye, durante el reciente “estallido social”, culminando en octubre con el éxito de un plebiscito para redactar una nueva constitución chilena. Mientras tanto en Oklahoma, el estado natal de LALT, la Corte Suprema de Estados Unidos reconoció en 2020 que la reserva Muscogee (Creek) sigue existiendo como territorio soberano; un gesto sorprendente en apoyo de la autodeterminación. Es decir, soplan vientos de cambio para la poesía y la soberanía de los pueblos indígenas en todo el continente, de norte a sur. En otoño de este año, hablé con Elicura sobre el Premio Nacional, la necesidad de la conversación y el lugar de la literatura indígena en Chile y Estados Unidos:
Arthur Dixon.: En primer lugar, te felicito por el honor de haber recibido el Premio Nacional de Literatura de Chile 2020, un reconocimiento muy merecido. Fue un gusto para nosotros compartir la buena noticia, y esperamos que esto anime a aún más lectores a leer tu obra, dentro y fuera de Chile. ¿Cómo supiste del premio, y cómo fue el momento de escuchar la noticia?
Elicura Chihuailaf: Muchas gracias. Estaba entonces en un exilio pandémico en una hermosa zona rural de España, en Asturias, adonde —con mi compañera y mi hija— habíamos llegado a finales de mayo (el confinamiento nos encontró en actividades literarias en Barcelona). Recibí una videollamada que me anunció un contacto con la Ministra de Cultura que en ese momento estaba leyendo el veredicto del jurado que al parecer concluía diciendo: “ha llevado la tradición oral y universo poético de su pueblo más allá de las fronteras de su propia cultura”.
Fue un instante de emoción profunda. Escuché a mi mujer gritando: ¡Elicura es el Premio Nacional de Literatura!, mientras se abrazaba con nuestra Kallfvuray. Mis abuelos, mis padres, mi hermano Carlitos, mi hija Betirayén, vinieron como en una visión desde el lado invisible del Azul. En su lado visible pensé en cada una de mis hijas, en cada uno de mis hijos, en mis hermanas y hermano, con los que prontamente nos comunicamos. Me conmovió el Sueño de mi pueblo y de mis amigas y amigos, sobre todo de quienes se habían reunido en un Colectivo que se denominó “Nube Azul” en pro de mi postulación liderada por la Universidad de la Frontera de Temuco. Todo en un mismo momento.
A.D.: La actual Poeta Laureada de Estados Unidos, Joy Harjo, pertenece a la nación Muscogee-Creek de Oklahoma —el estado donde se publica Latin American Literature Today, por cierto— y es la primera poeta indígena en ejercer este prestigioso cargo. Como tú, ella ha tenido una larga e importante trayectoria, y como en el caso del Premio Nacional de Literatura de Chile, fue seleccionada como Poeta Laureada no por el gobierno en sí sino por un comité de expertos en literatura. ¿Qué piensas de estos paralelismos entre EEUU y Chile, y del hecho de que dos poetas indígenas han sido premiados con los galardones máximos de sus respectivos países?
E.C.: Me parece formidable. Desde esta conversación un afectuoso saludo para Joy. Me parece que es señal de que la humanidad empieza poco a poco, a despertar, a recuperar la memoria —pandemia mediante también ahora— de su pertenencia a lo originario, nativo, indígena, aborigen o como quieran llamarnos, pues así como todo ser humano accede primero a la oralidad y después a la escritura, todos quienes habitamos el mundo provenimos de pueblos / de culturas nativas, pero solo una parte de ellos sostenemos aún la memoria de nuestra pertenencia a la Tierra, a la Naturaleza, ni más ni menos que como todos los seres vivos y que aquellos aparentemente inanimados, como las piedras y los minerales. Es el despertar de los pueblos nacionales profundos —en todo el planeta— que comienzan a darse cuenta que tenemos que luchar en contra de la fragmentación, en contra de la violencia ejercida por un reducido grupo de familias que han secuestrado el poder y se han enquistado ahí (el Estados Unidos superficial; el Chile superficial y enajenado). Itrofil mogen: la totalidad sin exclusión, la integridad sin fragmentación de la vida, de todo lo viviente, están diciendo los pueblos nativos (mi pueblo mapuche entre ellos)
A.D. Entiendo que en este momento te encuentras en España, donde participabas en un evento literario cuando apareció el COVID-19 y se hizo imposible viajar. ¿Cómo te sientes (o, mejor dicho, cómo te sentías) viajando entre diferentes países para compartir tu obra? ¿Cómo es ser portavoz de tu comunidad y su literatura a nivel global?
E.C.: Desde hace ya treinta años me ha tocado ejercer esa tarea en Abya Yala (América), Europa, Oceanía y Asia. Es un gran privilegio; es una inmensa responsabilidad.
A.D.: Cuando preparaba esta entrevista, vi un video de una conversación que tuviste con Cristián Warnken en el programa de televisión chilena La belleza de pensar. En esta entrevista, te refieres al “acto ritual de la conversación”, el cual tiene mucha importancia entre el pueblo mapuche. En muchos casos, la pandemia del COVID-19 nos ha separado de los seres con quienes normalmente entablamos la conversación: familiares, amigos, etc. ¿Cómo has podido mantener el acto ritual de la conversación en estos tiempos de aislamiento, tan lejos de casa? ¿Cómo coexisten la literatura y la conversación?
E.C.: La Conversación es memoria, interioridad y exterioridad. En cada uno de nosotros habita el pensamiento de nuestros mayores y de nuestros antepasados (nuestros Álter Nativos). Cuando hablamos o escribimos, cuando pensamos, es la voz de ellas / de ellos la que habla; nosotros aportamos solo preguntas y un pequeño fragmento de nuestra experiencia en la belleza y brevedad de la vida. El círculo del silencio, contemplación, creación es posible nada más por ese diálogo que es permanente. Cuando decimos Naturaleza, Mapuche significa “Gente de la Tierra”, decimos al mismo tiempo infinito: cuerpo y espíritu; lo finito e infinito. Y conversamos con una flor, con las nubes, con el viento, con un pájaro o una mariposa, con el agua, con un pez, con el cielo Azul, con las estrellas, con la Luna, con el Sol, con el espíritu de las cosas, con el espíritu de la casa en la que nos encontramos, etc. Conversamos en nuestros Sueños y con nuestros Sueños (recordando que todos sueñan, pero no todos recuerdan sus sueños).
A.D.: Como todos los contenidos de LALT, esta entrevista saldrá en formato bilingüe, en español e inglés, y los poemas tuyos que forman parte del mismo dossier se podrán leer en tres idiomas: mapuzugun, español e inglés. ¿Qué sientes al ver tus poemas traducidos al inglés, y a otros idiomas más? ¿Qué piensas de este viaje que realizan tus versos del mapuzugun al español y del español a las otras lenguas del mundo?
E.C.: Y, disculpas, te respondo en castellano, el idioma español no existe; en España hay una diversidad de idiomas: eusquera, catalán, bable asturiano, castellano, gallego y otros… Parados ante el Universo, todos los seres humanos, en todos los idiomas, nos hacemos las mismas preguntas: ¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos? Y mis poemas viajeros regresan traducidos a otros idiomas que agradezco infinitamente.
A.D.: Más que un escritor, te has descrito como un oralitor: un portador de la tradición oral mapuche, o un traductor de ella de la oralidad a la palabra escrita. En tu opinión, ¿cómo está y cómo será la oralitura mapuche en estos tiempos del crecimiento masivo de los medios audiovisuales? ¿Qué posibilidades hay para las tradiciones orales, ahora que la palabra hablada (y grabada) ha alcanzado a la palabra escrita en términos de difusión e importancia?
E.C.: Para todos los pueblos nativos el libro fue una invención ajena pero la mayoría —entre ellos nosotros, los mapuche— lo asumieron para dejar registro de su idioma, de su visión de mundo y de su historia. En el futuro habrá tantos libros que probablemente ya no habrá más espacio físico para ellos en la Tierra. Y es probable que desde la oralitura regresaremos a la oralidad, si los medios audiovisuales permiten su registro en formatos más pequeños.