Paraíso
Aquí no hay glamour
ni bares franceses para escritores
sólo rotiserías con cabezas de cerdo,
zapatos de segunda
cajas de clavos, martillos,
alambres y sierras
guerras entre carnicerías
vecinas y asados pobres.
Este no es el paraíso ni el anteparaíso.
Manual de Instrucciones
escucho la música
y me pongo rebelde
pero ya no tengo edad
para ser rebelde
ninguno
de los que está acá
tiene edad para serlo
soy el poema más cruel de la habitación
he vivido en casas vacías
con el techo partido por la mitad
sin dinero
para comer
para lavar la ropa
y conseguir un trabajo
de medio tiempo
en un centro comercial
o en un supermercado
sin amigos
a los que llamar por teléfono
y decir:
“estoy destrozada”
mi día
se reduce a sangrar
en un espejo
boca abajo
mientras pasan los meses
como un manual
de primeros auxilios
y se delatan los signos de tortura
en el rostro
tal como el moho
en mi ropa.
Trozos de mercurio
Una pensión en Valparaíso
una cama
una mesa y dos sillas
tengo a John Milton
sobre la taza del baño
estoy bebiendo lo que queda de la tarde
he escrito cosas mientras estaba borracha
que me parecen bien
espero a mi amiga del cerro Barón
para que me recoja despacito
como trozos de mercurio
y me lleve a comer algo
en un restauran donde halla wurlitzer
porque quiero escuchar
esa canción de Bob Dylan
todo lo que me resta de vida