Pensar en Cristina Rivera Garza es pensar en la experiencia de girar, en el sentido de movimiento, de transformación, de comienzos. Al igual que la experiencia de leer su escritura: retroceder es a la vez una experiencia solitaria y social. Como escribe Rivera Garza en La cresta de Ilion, “algo sucede en el mundo cuando uno retrocede”. En su obra, Rivera Garza apela a sus lectores a navegar sus palabras, su poesía, sus expresiones y las fronteras que ella habita, los invita a re-concebir el mundo que los rodea.
Elogiada por críticos literarios, Rivera Garza es una de las voces más importantes de este siglo. Nacida en Tamaulipas, México, su escritura rompe con las formas convencionales y re-imagina la historia. Temas de fronteras, género, sexualidad, migración, enfermedad y dinámica de clase son centrales en su trabajo. Entre su obra destaca su novela Nadie me verá llorar (Tusquets, 1999), que ha recibido varios galardones, entre ellos el Premio Internacional Sor Juana Inés de la Cruz en 2001. Otras novelas suyas incluyen Lo anterior (2004), La muerte me da (2007), Verde Shanghai (2011) y El mal de la taiga (2012). Su obra traducida al inglés complementa un creciente caudal de fuertes voces femeninas que incluyen a Valeria Luiselli, Guadalupe Nettel y Carmen Boullosa. Además, su voz literaria es única al narrar historias que abordan temas como el género y la migración, por lo que es especialmente pertinente para la sociedad contemporánea.
En este dossier, presentamos los inicios de un arco cronológico de la narrativa de Rivera Garza. Es nuestra esperanza que esta colección resalte el valor de su forma literaria experimental y su exploración continua del espacio, de las fronteras y de la transgresión. Los dos primeros cuentos, “La alienación también tiene su belleza” y “Nunca te fíes de una mujer que sufre”, provienen de una de las colecciones anteriores de Rivera Garza, Ningún reloj cuenta esto (2002); “El rehén” fue publicado posteriormente en La frontera más distante (2008) y “Spí Uñieey Mat” fue publicado en su blog de El milenio y será publicado en su colección Dimunitus que saldrá a la venta a finales de este año. Ya sea en forma electrónica o literaria, Rivera Garza continuamente desafía las convenciones del género del cuento corto.
Aunque su escritura es un encuentro y discusión en respuesta al mundo que la rodea, ciertos temas persisten a lo largo de su obra. Existe un interés constante en la geografía espacial y temporal, de modo que los personajes se mueven a través de lugares marginados y extranjeros. Como botón de muestra está la joven mexicana que vive en San Antonio, que es desarraigada y trasladada a Nueva York para traducir una serie de cartas. O la Mujer Bermellón y el Chicago Boy que parecen más cómodos navegando en sus recuerdos que los espacios en los que se encuentran en el presente. O tal vez la forma en que las lágrimas forman una conexión peculiar e íntima entre un niño maltratado y un hombre ansioso, una conexión que desafía las nociones tradicionales del tiempo cronológico. Finalmente, se encuentra el estuario que parece estar situado al final del mundo en el que una joven asume una posición como asistente del museo para encontrar tiempo para leer. Lo que parece unir estos espacios dispares es un sentido de pertenencia y de no pertenencia, de sentirse un extraño en una tierra extraña.
Ese sentido constante y simultáneo de presencia y ausencia, de pertenencia y de no pertenencia sugiere la imagen de la frontera, tanto física como metafórica, que funciona como tema unificador en la obra de Rivera Garza. Si se trata de palabras extrañas en un idioma extranjero que aparecen en las imágenes de los pantanos o la distorsión del conocimiento previamente establecido, ella constantemente empuja en contra de las preconcepciones porque su escritura tiene que ver con ese movimiento, sobre subvertir y transgredir las limitaciones preestablecidas. Pide a sus lectores que cuestionen los binarios y la expresión de género, que echen un nuevo vistazo a la historia, que se muevan por las fronteras políticas, que salten entre los terrenos de la fantasía y la ficción y exploren las posibilidades del lenguaje para crear este movimiento.
Sarah Booker
Aviva Kana
Abril 2017