Lima: Universidad Ricardo Palma. 2021. 192 páginas.
La trayectoria de Edgardo Rivera Martínez (1933-2018) es conocida principalmente por su faceta de escritor, vale decir, por los cuentos y las notables novelas que dejó, entre las que se cuenta uno de los títulos más importantes de la literatura peruana reciente, País de Jauja (1993). No obstante, Rivera Martínez tuvo también una importante actividad como ensayista, lo que se patentiza en estudios minuciosos sobre, por ejemplo, los viajeros que pasaron por el Perú, o en las antologías hechas en torno a diversas regiones del Perú, como es el caso de Trujillo, Arequipa o la Amazonía.
Imagen de Jauja se comprende dentro de esta última caracterización de su trabajo. No obstante, este libro tiene su propio espíritu que lo hace a la vez diferente. Se trata de una recopilación de todo lo que se había publicado en torno a Jauja hasta los años 60, ya sea la ciudad o el territorio que comprendía la antigua provincia del mismo nombre, desde la época prehispánica hasta finales del siglo XIX. Para ello, Rivera Martínez se basó en una pormenorizada exploración en bibliotecas, tanto del Perú como del extranjero, así como en una exhaustiva revisión de archivos. El volumen, en general, tiene una diferencia con las antologías que después publicaría el autor porque aquí Rivera Martínez no se limita a una simple recopilación de datos, sino que introduce interpretaciones y una lectura crítica de lo que habría significado el proceso histórico de Jauja para la historia peruana.
El volumen comienza con una perspectiva del paisaje de la Jauja del siglo XVI, tal como fue recogida por los cronistas tempranos, como Pedro Sancho o Pedro Pizarro, donde se destaca la impresión que les causó a los primeros españoles que aquí llegaron, lo que a la postre sería fundamental en la decisión de fundar una ciudad en la zona. El capítulo siguiente, se centra en la descripción de los grupos étnicos originarios que habitaron este territorio de los Andes centrales, a partir de lo dicho por los cronistas y alguna documentación administrativa temprana, como la Descripción de Xauxa. Se debe destacar que, aunque el autor caracteriza a todos los grupos prehispánicos como “huancas”, que era el nombre usual en ese momento, en las evidencias que recoge se percibe la existencia de más grupos, principalmente los “xauxas” y la preponderancia que tuvieron, así como la fractura política de ellos, una imagen que ahora es mayoritariamente aceptada en el debate académico sobre este proceso.
La parte referida a la leyenda de Jauja es una de las más significativas del volumen. Se expone aquí las razones del porqué Jauja pasaría a ser conocida como un lugar de riqueza sin igual, y a ser sinónimo de bienestar y felicidad, lo que daría lugar a frases como “isla de Jauja”, “vete a Jauja” o “país de Jauja”. De acuerdo a las evidencias que presenta Rivera Martínez, la idea de Jauja como un lugar ideal y soñado tuvo una base real, que se fundamenta en la existencia de la ciudadela inca de Hatun Xauxa y su magnificencia, con una réplica del palacio cuzqueño del Coricancha incluida en su interior, que maravilló a los españoles. Asimismo, los despachos del quinto real que se hacían para la Corona firmados en Jauja, que inicialmente fue la capital de la naciente gobernación. Todo esto tuvo una réplica en España que asoció a Jauja como un lugar de riqueza ilimitada.
El análisis que se hace de Jauja como ciudad española y como primera capital del Perú es uno de los más importantes que se han hecho hasta el momento. Además de dar cuenta de los que permitieron que esta situación se llevara a cabo —la fundación de la ciudad, y por qué esta tuvo una vida corta como tal—, Rivera Martínez se detiene en reflexionar la implicación que tuvo para la historia peruana el hecho de que se trasladase la capital hacia la costa en noviembre de 1534. Así, propone que la permanencia de la capital en Jauja habría comportado, por muchas razones, ya sean geográficas, históricas, telúricas y humanas, una participación más activa, fecunda y enérgica del indígena en la elaboración de lo que iría a ser más tarde nuestra identidad, así como la elección de un destino más genuino para el Perú como nación.
En la historia de la sierra central peruana, uno de los periodos menos documentados es precisamente la etapa colonial. No obstante, Imagen de Jauja presenta una recopilación de las menciones que se hacen a la región en las crónicas coloniales existentes. De este modo, este ensayo se convierte en un apoyo invaluable para tener una caracterización de la zona en este periodo, y a partir de ello ahondar en otros temas y procesos. Lo mismo puede decirse de las páginas que el autor dedica a la independencia. No obstante, es preciso anotar que su principal interés se centra en la descripción que hacen los protagonistas de la región y el impacto que les causó su paisaje.
Este impacto es más latente en las descripciones que se recogen sobre el siglo XIX. Aunque el énfasis está puesto en la realidad de Jauja, las observaciones que recoge Rivera Martínez se extienden a gran parte de la región del actual valle del Mantaro. Sobre este momento, son notables los dibujos que Rivera Martínez incluye en su trabajo, como los de los viajeros europeos Léonce Angrand, inéditos hasta los años 60, o los de Charles Wiener. El autor también introduce traducciones de relatos de viajeros que habían pasado por Jauja, dejando testimonios muy valiosos de la cultura que observaron, como es el caso de J. V. Tschudi, por ejemplo, y sus anotaciones sobre los sistemas festivos de la región en la primera mitad del siglo XIX, que todavía no se conocían en castellano.
Visto en perspectiva integral, Imagen de Jauja es un trabajo valioso, tanto para la historia de Jauja como ciudad y provincia, como para la de la sierra central en general. Las perspectivas de interpretación que ofrece, permiten una comprensión integrada al proceso nacional peruano desde una perspectiva regional. De esta manera, el volumen y lo que el autor propone dan cuenta de un proceso inherente, en el fondo, de la historia del Perú.
Este trabajo apareció en su primera edición en 1969, editado por la Universidad Nacional del Centro del Perú. Su reedición por parte de la Universidad Ricardo Palma es, sin duda, un gran acierto. Rivera Martínez señalaba en su prólogo que la razón para emprender un trabajo de esta naturaleza es el afecto que siempre había sentido por el paisaje y la tierra de Jauja. Este sentimiento es el que define su trayectoria, tanto en lo académico como en lo literario. Más aún, es posible afirmar que en este minucioso estudio está el germen del vasto imaginario que Rivera Martínez desarrollará desde el espacio de la ficción en País de Jauja años más tarde. En cualquier caso, esta segunda edición de Imagen de Jauja pone nuevamente sobre la palestra el renombre de Jauja, y de aquel notable escritor que, como investigador y novelista, dedicó su vida a instalar esta ciudad en el imaginario peruano de nuestros días.