Sub Verse Workshop / Taller Sub Verso. Giancarlo Huapaya. Traducción de Ilana Dann Luna. New Orleans: Lavender Ink / Diálogos Books, 2020. 103 páginas.
Ilana Dann Luna, la traductora del libro, afirma en su nota introductoria que el autor al usar la “x” en la escritura (por ejemplo, cuando escribe “lxs poetxs sonorxs”), lo que hace es remarcar la “diversity of sexuality/ gender-identity” (ix). Todo esto, que tiene que ver con la fluidez del género, no solo se queda en buenas intenciones políticas, sino que reterritorializa, deshistoriza, desbinariza las relaciones de poder dentro del capitalismo gore, es decir, aquel capitalismo producto del neoliberalismo más salvaje de acuerdo a Sayak Valencia. Apuntaré algunos tópicos matrices que se desprenden de los epígrafes que abren el libro.
Tema uno. Paul B. Preciado dice: “esta práctica contrasexual consiste en aprender a subvertir los órganos sexuales y sus reacciones biopolíticas”, los roles de género son construcciones culturales intercambiables, nunca fijas. Por otro lado, hay un constante llamado al lector para que deje su posición de espectador pasivo: “Coge la palabra bienestar y házsela tragar al más entusiasta del público” (24). Dentro de la performance posporno, lo que se plantea es asumirse como multitudes de deseos, intercambiables, variables, fluidos, dentro de un sistema ajeno a la acumulación, se trata del derroche, de cuerpxs que existen para intercambiar posiciones: nunca asumirse como objetos dentro del circuito del capital. En el texto “A” se dice: “Mientras mutan, ejerciten el ombligo como una retina” (18). No solo es la subversión de los órganos “sexuales”, sino que es la subversión de todos los órganos: el ombligo actuando como una retina o una especie de conexión cibernética. La idea de mutación está muy presente en varios pasajes del taller, y he recordado, con esta idea del ombligo-retina, la película Sleep Dealer (2009) de Alex Rivera, donde el circuito de explotación virtual de los cuerpos está mediado por una especie de sensores llamados nodos. En ese tenor, en Taller Sub Verso se afirma: “arránquense los enchufes de los vellos” (98) o “compongan con un ordenador de acuerdo a sus metempsicosis y trasládenme sus características hereditarias” (18).
Tema dos. Donna Haraway es citada por su Manifiesto Cyborg, esto quiero unirlo con otra presencia que son los mutantes y zombis. En primera instancia, y esto también se relaciona con lo distópico como en Sleep Dealer, la presencia de ciborgs en este taller parece ser un indicador de tratar de aniquilar las separaciones o binarismos entre sujeto y objeto, amo y esclavo, hombre y mujer, lo natural y lo artificial. Un ciborg es, por esencia, la presencia de lo híbrido, pero también de futuros desechos tecnológicos: “tu ciborg terminará en el tecno-basural de un país asiático, en el basural de un país americano” (58). Sarah Juliet Lauro y Karen Embry proponen en “Zombie Manifest: The Nonhuman Condition in the Era of Advanced Capitalism” que: “The zombie metaphor itself goes beyond the hybrid by virtue of its inseparability into distinct terms. It is itself an incarnation of presence-absence, yet it complicates the subject/object position because it is the livingdead” (95). Ciborgs y zombis lo que hacen es un llamado a las posibilidades y posiciones de lxs cuerpxs en una era poshumana, puesto que los ciborgs son funcionales para el capitalismo, en tanto, los zombis son entidades destructoras, nunca productivas dentro del circuito del capital: “Tu error está en querer una calificación/ por haberte comido al anterior mutante” (58).
Tema tres. Giuseppe Campuzano, el creador de la muestra itinerante, performance, libro, archivo, testimonio, Museo Travesti del Perú, es convocado al nivel de lo migrante, la racialización del cuerpo y el género. En el poema “P” se dice: “yo soy mujer por estrategia política” (72) o en “Y”: “unx virgen travesti cambia de cuerpo a lengua corrugada/ es curanderx cambia a cuerpo de danzante” (92). Una operación semejante la realiza Campuzano en el Museo Travesti del Perú, cuando instala al sujeto Travesti fuera de la dicotomía masculino/femenino, y reinstala esta figura dentro de un “devenir mujer”, entendiendo por esto, según Rosi Braidotti, el proceso de desterritorialización del sujeto dominante, es decir, la aparición de sujetos nómades ajenos al género fijo o, en el caso de Huapaya, sujetos mutantes, ciborgs, zombis racializados dentro de la migración trasnacional. De esa manera, el Museo Travesti del Perú, tanto como Taller Sub Verso, actúa desde dos frentes: es un movimiento de desmarque de lo binario y es un proceso de transformación de conceptos como labor, raza, clase. En ese sentido, Campuzano, tanto como el poeta de Taller Sub Verso, no se instala desde afuera del sujeto Travesti o del “devenir mujer”, sino que lo encarna con su propio cuerpo, pero se trata de cuerpxs con “pliegues mestizxs” (94), que son sometidxs a constantes mutaciones, mutilaciones y automutilaciones.
Tema cuatro. Se cita un fragmento de Aguas aéreas del poeta argentino Néstor Perlongher, texto donde el conocer está marcado por la ingesta de plantas sagradas (toé, ayahuasca). El éxtasis provocado por la ingesta de plantas sagradas se muestra como redes cosmopolíticas entre lo humano y no humano. Para Eduardo Viveiros de Castro, la teoría cosmopolítica “describe un universo habitado por distintos tipos de actuantes o de agentes subjetivos, humanos y no humanos —los dioses, los animales, los muertos, las plantas, los fenómenos meteorológicos, con mucha frecuencia también los objetos y los artefactos—, dotados todos de un mismo conjunto general de disposiciones perceptivas, apetitivas y cognitivas”. ¿Este tipo de interacciones se producen en Taller Sub Verso? Sí, se provocan, se aproximan, aunque como hemos visto los pivotes desde donde se organiza la construcción de este taller son diversos, pero uno de los principales es abolir la división aristotélica entre plantas-animales-humanos, por eso en este taller hay constantes llamadas a funciones erógenas con plantas y animales. Un texto como “H” es clave al respecto del éxtasis, ahí se nos informa que: “Den bellotas, / que imaginen aspectos de sinestesia” (40), puesto que se nos habla de pincharse y pinchar a otrxs para lograr “ecos hipnóticos”, “adelanto de oráculo” y “eco aché”, tal vez hay una cuota de santería en esos pinchazos.
Para finalizar, estos no son todos los recorridos de este taller, también está la idea de un viaje espacial hacia la estrella Subverso, la noción de que en las venas existen galaxias, un taller sumergido en el mar o enterrado en el subsuelo, entre muchos otros temas. Por todo ello, Taller Sub Verso si bien es el taller del verso subverso, el taller de la subversión, para mí es el taller desde donde es posible resistir, al igual que Memo Cruz, el personaje de Sleep Dealer, quien desde su taller de tecnología obsoleta en Oaxaca logra hacer una pequeñísima grieta en el sistema. Tanto Taller Sub Verso como Sleep Dealer terminan con una solución a los conflictos ambientales, en específico, al problema del agua. En el caso de la película, la gran represa transnacional es destruida por un disidente del sistema, y en el caso de este Taller Sub Verso se trata de que “el agua nueva regala melodías a peatones afines al temblor” (98).
Paul Guillén
University of Pittsburgh