Buenos Aires: Santos Locos, 2021. 163 páginas.
La primera vez que coincidimos en persona con Gustavo Yuste fue en un Festival de Poesía Joven, en Buenos Aires, harán unos seis o siete años. Aquella vez me regaló Tendido eléctrico, un pequeño libro-objeto de tapa azul, que vino a marcar el camino de una gran admiración.
Claro que la vida fue estirando ese camino de encuentro, lo fue curvando. Pero siempre dejando el espacio, ese micro pasillo de confluencia por donde hacerse paso.
Nunca dejé de leer a Gustavo porque su poesía tiene —en todo su recorrido— algo de enredo personal, un grado más de implicación, un recuerdo episódico y presuntamente ajeno que terminamos haciendo propio porque sabemos que de algún modo nos contiene, nos lleva dentro como protagonistas o como antagonistas, aunque sin nombrarnos ni hacernos parte explícita de su cosmos individual.
Así llegué a Accidentes del ánimo, un libro recopilatorio publicado por la editorial argentina de poesía Santos Locos, en 2021. Y, como no podía ocurrir de otra manera, este libro tiene todo lo que imaginaba y mucho más (por supuesto que mucho más).
Accidentes pone a funcionar ese tono íntimo y personal del día a día dentro de un espacio textual que cohabita —quizás sin proponérselo— con una ilusión de vida mediada por un pasado que “apremia”, un oxímoron obligado que viene a entrelazar aquello que ya pasó con aquello que también está pasando y con aquello otro que, inminentemente, puede pasar en cualquier momento: “el equipo del que somos hinchas / volvió a perder / en las próximas elecciones es casi seguro / que no llegamos ni al ballotage / y la serie que veíamos / no va a tener nuevas temporadas / por problemas de presupuesto”.
Yuste no impone un ritmo de lectura, ni plantea necesariamente un orden fijo de sentido. No lo hace en este libro y no lo hace tampoco en ninguno de sus poemarios anteriores. Más bien invita a explorar de un modo aleatorio esa convergencia familiar y bondadosa entre palabra e imagen. Como un miniaturista medieval, materializa un momento circunstancial de confianza y decanta sobre lxs lectorxs esa sensibilidad que produce siempre el detalle escrupuloso de las cosas, lo reflectante y lo colectivo: “sobre el pasto de la plaza enrejada / las personas con sus ropas de trabajo / se sientan a tomar sol y escuchar música / durante la hora del almuerzo”.
Lo que se busca es adoptar la revelación de lo evidente en tanto modo de vivir, de sentir la vida en el cuerpo. Mostrar, como en un tríptico, pre-sentimiento, sentimiento, y post-sentimiento. Pisotear el presente y apretar fuerte con una mano el pasado, pero sin dejar de mapear con la otra eso que sabemos bien que ya viene, eso que ya casi está llegando. En composé con el epígrafe inicial (acertada frase de la canción interpretada por la banda inglesa Pulp): “¿se supone que es así como se siente el futuro?”.
Este libro se arma y se desarma, se despieza y se convierte en otros 5 libros: Boleros accidentados (inédito), ¿De qué sirve un puente que no se usa? (plaqueta digital), Lo que uso y no recomiendo (Modesto Rimba, 2018), Las canciones de los boliches (Santos Locos, 2017) y Bonus Tracks (Fantasma Edita, 2019).
La evocación de la infancia, la convocatoria reincidente del desengaño, el movimiento cotidiano —a veces favorable, a veces dañino— de las cosas: los poemas de Accidentes del ánimo se desplazan por esa convivencia, como si todo eso que estuviera diciendo el poema viviera de manera consciente debajo nuestro, como si algo desconocido dentro de ese sistema poético nos dejara aferradxs a sus entramados de nostalgia, imposibilitadxs —una vez más— de poder tomar cualquier distancia solicitada.