Ercilla
Retengo las palabras que los años
no han limado. Castigo y redondeo
mis versiones informes.
En silencio
me abandono, buscando despejar
alguna estrofa oscura que despierte
las dudas de la corte—ya advertida
del oculto sentido de mis citas.
Ambicioné la gloria y coseché
la nada, el menosprecio y la vergüenza.
Y si una vez me desvelé en exceso
recomponiendo la merced perdida,
hoy no me desespero en la miseria
ni envidio los honores que consiguen
hombres de origen inferior al mío;
que el premio no consiste en alcanzarlo
sino sólo en haberlo merecido.
Duarte Barbosa, sobresaliente de la Trinidad
Volverán nuestras penas como vuelven
las cosas que se marchan sin aviso.
Nuestras viejas angustias se disuelven
y llegan nuevas sin pedir permiso.
Caerán las certezas que resuelven
los eternos misterios, de improviso.
La luz se ocultará como se envuelven
de ceniza las brasas en el piso.
Y una duda vendrá para quedarse
como se queda el agua entre las rocas
cuando se empoza el mar al retirarse.
En vano esperaremos que se vaya;
quedará detenida en nuestras bocas
con aquella pregunta que nos calla.
Seneca en su Nomentanum
El día de hoy ha sido un día espléndido.
Nadie pudo robarme un solo instante.
Me pasé entre los libros y la cama
sin nada de ejercicios corporales
como no sea aquellos que practico
con el bueno de Fario, que ya sabes,
es harto apasionado
—y pese a todo pienso renovarme:
estoy buscando un cómplice más joven,
uno que al menos tenga dentadura.
Y si preguntas cómo ha concluido
el pleito de esta tarde, te diré
que sucedió lo que contadas veces
ocurre a los atletas de este género:
los dos hemos ganado.
Tomé después un baño de agua tibia
para dormir un rato—me conoces,
tengo el sueño frugal e intermitente.
¿Y en qué cosa he ocupado mis desvelos?
Ayer dejé pendiente un pensamiento:
por qué cuando en mis sueños te imagino
prisionero, te arrancas como un pájaro
por los Campos de Marte, por los ríos
revueltos, y te busco, cruel amigo.