Sé del mar reventando contra un muro
cómo me asusta cuando levanta demasiado su oleaje
cuando enfría sus aguas y es imposible.
Sé de gente buena acodada en puentes
contemplo sus miradas cristalinas y la mía se envidria
me siguen enfermando mis ojos litorales
mis costas.
He visto desde un balcón
un río que divide tres países
abrí ya muchas veces mi puerta para saludar desconocidos
ya estiré una nueva lengua
ya me senté lo más al norte posible
ya estuve en la última calle de un país
ya fui todo lo insular que pude
ya he puesto toda mi fe en un viaje
ya he querido volver y abrazar
corro tras un nuevo paisaje que se alborote en mis ojos
vivo huyendo de este lugar que soy
pero el desarraigo no me cura
no me cura.
El primer suicidio es único.
Siempre te preguntan si fue un accidente
o un firme propósito de morir
Miyó Vestrini
La primera huida es única
siempre te preguntan cuándo vuelves
teniendo en cuenta la distancia repetida
algunos toman para sí lejanías más hondas
silencios y aporías
Cuando la huida se vuelve tótem
costumbre de los tristes
muy pocas son las preguntas ya
no importa cuando vuelves
allá aquí acullá
opacidad si vuelves
La primera huida es
luego única y absolutamente todo sucumbe al espejismo de lo lejos
y todo es añoranza mimimi
todo es saudade blablabla.
Queda el hartazgo
la mueca de aquellos que asumen olvido cuando dicen despedida
infranqueables lenguajes del adiós
la fuerza más minusválida del abrazo.
La primera huida es única.
(de Estatua de sal y otros poemas , 2017)