Casas vacías, publicada en 2018 por la editorial Kaja Negra, es la primera novela de la escritora Brenda Navarro. En esta obra nos enfrenta a la problemática situación de las desapariciones forzadas y de las pérdidas, y también nos invita a reflexionar sobre la maternidad y sus muchas caras. Nacida en la Ciudad de México el 26 de febrero de 1982, Brenda representa a una nueva generación de escritoras mexicanas que han utilizado el ciberespacio para cuestionar certezas y los campos de poder de la industria editorial. Dirige el proyecto digital Enjambre Literario y tiene un máster de Estudios de Mujeres, Género y Ciudadanía, de la Universidad de Barcelona.
Este es un extracto adaptado de la conversación del podcast Hablemos, escritoras, a cargo de Adriana Pacheco.
Adriana Pacheco: Tienes un máster en Estudios de Mujeres, Género y Ciudadanía. Es un programa muy prestigioso en la Universidad de Barcelona. Platícanos un poco más de esta formación tuya y de tu otra formación como economista y socióloga.
Brenda Navarro: Es muy gracioso porque yo quería estudiar sociología, y también cine. En realidad, siempre quise narrar y era difícil para mí saber exactamente qué narrar y por eso pensé que tenía que conocer el mundo, saber cómo funcionaba. Entonces me volví socióloga en ese aspecto, pero me di cuenta de que los sociólogos son un poco “todólogos” y nos damos cuenta de que el mundo no cambiará mucho y entonces terminé más frustrada que al inicio. Y cuando empecé a estudiar el mundo desde una perspectiva de género en la UNAM, me dije: “claro, de aquí soy, quiero seguir estudiando todo lo que tiene que ver con cosas de mujeres, con género, con derechos humanos”.
Vine a España porque deseaba darle un valor distinto a todo lo que había aprendido en México. Es verdad que tenemos muchísimas deficiencias en la educación y que debería de estar mejor, que debería de tener muchísimas mejoras, que hay muchos vicios, pero desde que empecé el máster en Barcelona me siento muy agradecida con las profesoras feministas que tuve en México, con la pluralidad de voces que encontré en la UNAM y con la capacidad de diálogo que tenemos en la sociedad mexicana.
A.P.: ¿Cómo llega tu obra? ¿En qué momento sientes el ímpetu por escribir y mezclar precisamente esa voz que reflexiona sobre el género?
B.N.: Fue totalmente engranado, es decir, no hubo un antes ni un después. Creo que eso me viene desde pequeña (y parece un cliché decir desde pequeña, pero es verdad), por mi mamá y mi hermana. Ellas eran como súper pop y escuchaban toda esta música de Marisela, Daniela Romo y Amanda Miguel. Me las sé todas y si me las pones las canto, pero no me sentía identificada. Desde pequeña yo decía: “¿por qué las mujeres solamente cantamos estas cosas?” Y el primer acercamiento que tuve, por ejemplo, en la adolescencia, fui hacia Alanis Morissette, que hablaba de otras cosas para mí, que ya no era la mujer que sufría, infiel, sino una mujer enojada que además proponía e ironizaba contra el mundo.
A.P.: Tú tienes un proyecto muy interesante que se llama Enjambre Literario, platícanos de dónde surge y hacia dónde va. ¿Cuál crees que es el futuro de este proyecto?
B.N.: Enjambre Literario surge primero de la necesidad de creer que las redes de mujeres tienen que seguir siendo, digamos, visibles. Las mujeres hemos sobrevivido a lo largo de toda la historia justamente porque sabemos hacer redes, pero no lo contamos demasiado y a mí me parece importante no perder esto de vista. En la creación literaria tú debes sentarte sola con una computadora o con tu libreta o lo que sea y encerrarte en tu mundo. Entonces, no es que puedas salir y estar con un grupo de amigos y hacer otras cosas, sino que te tienes que concentrar en ti. Entonces a veces parecería que es una actividad bastante solitaria.
Luego hay este problema del sistema de becas. Parece que tienes que ponerte a competir. A mí me gusta toda la idea de que no hay que competir, todos tenemos nuestra propia voz, todas somos distintas y lo que tenemos que hacer es generar redes para saber exactamente cómo poder colectivizar nuestras necesidades. Así empezó Enjambre Literario. Necesito platicar con gente porque tengo estas inquietudes. Tuve la fortuna de que Fernanda Melchor y Yuri Herrera creyeran en que esto podría ser algo más y me ayudaron a que la primera convocatoria del Enjambre (por ejemplo, seleccionar un texto para publicarlo digitalmente, que es una cosa que a mí me interesa mucho) pareciera lo más profesional posible. Tenemos a Sylvia Aguilar Zeleny y su obra El libro de Aisha; también a Tatiana Maynar, que escribió una novela.
A.P.: Tu primera novela es Casas vacías, un libro sobre desapariciones y la imposibilidad de hablar de lo privado. Platícanos sobre esta novela que en algún momento ha sido descrita como una novela “incómoda”, y de esta ansiedad que, sin lugar a dudas, nos provoca a todos los que la leemos.
B.N.: Casas vacías me empezó con otro tipo de cuestionamiento que no era en sí la maternidad, como he visto que ha sido para las lectoras. Empecé a escribirla en México cuando toda esta “no guerra” generaba muchísimo dolor y muchas desapariciones, que además siguen, pero que eran las primeras veces que lo estábamos viviendo; que estábamos, digamos, en el ojo del huracán. Y todo lo que se oía, se hablaba y se discutía en las noticias y en la opinión pública, era de los números de muertos y de los desaparecidos y de los militares. Poco se hablaba de las mujeres que, siendo madres, estaban saliendo a recorrer todo el país para encontrar a sus hijos. Y cuando yo pensaba en eso me dolía el corazón, por decirlo de alguna manera, por no encontrar las palabras adecuadas. Pensaba en las mujeres que en México son madres, con todo lo que implica ser madre en México, con todo lo que implica que muchas son mamás solteras o que son violentadas por sus parejas o que son pobres y tienen que hacer dobles o triples jornadas; pensaba en cómo, con todas esas dificultades, sacan adelante a sus hijos. Un día con todo esto tienen que despertar pensando que su hijo no está y que no está de manera tangible, pero que no se le puede llorar. Así empezó Casas vacías.
A.P.: Otro tema que llama la atención es la situación migratoria de la niña.
B.N.: Yo creo que estaría muy bueno platicar, por ejemplo, que la primera versión de Casas vacías se llamaba Los pájaros se estrellan en el cielo. Esa primera versión no estaba tan enfocada en el tema de la maternidad, cambié completamente la segunda parte. La cambié justamente cuando ya vivía en Barcelona y había tenido a mi segunda hija. Y además me había tocado vivir esa maternidad completamente sola, sin redes. Mi primera hija es como toda hija de familia mexicana: con abuelas, abuelos, tíos. Su crianza me pareció muy fácil. Perdí muchas cosas en muchos sentidos personales, no como mujer sino por mi historia de vida, pero no me costó ser madre. Era una cosa muy social. Pero con la segunda fue difícil justo por esto, porque yo era una persona que no tenía redes sociales en Barcelona, porque estaba sola con mi pareja y porque yo no sabía qué hacer con una bebé. Yo no sabía, digamos; lo sabía en la teoría, pero ya cuando la tenía ahí me daba muchísimo temor y me enfrenté a muchos miedos.
Cuando volví a escribir la novela para que se pudiera presentar, dije: “No voy a hablar de tonterías”, que era un poco como el amor romántico. También me dije que tenía que sacar todo esto que me provocaba ser una madre sola. Hay una serie que seguramente conoces, Six Feet Under. En uno de los últimos capítulos el personaje que se llama Ruth le dice a su nuera: “la maternidad es una cosa de mujeres, se vive totalmente en soledad”. Se me quedó muy grabado y, ya cuando lo viví totalmente en soledad, me di cuenta de que se vive totalmente en soledad porque además pareciera que nos ponemos este letrero de somos madres y lo sabemos hacer todo.
A.P.: ¿Cuáles son tus planes, en que estás trabajando ahora, hacia dónde va Brenda Navarro?
B.N.: Ahora estoy escribiendo una novela en la que me pregunto a mí misma qué es el perdón y para qué. Habla, evidentemente, de mujeres. Estoy tratando de buscar otro tipo de voz en el sentido de no repetirme, pero que siga siendo íntima y que pueda seguir hablando a los ojos de las personas que quieran acercarse a ella. Voy a hablar sobre un tema bastante incómodo en el que me sigo preguntando “qué es el perdón”, y que tiene que ver además con la militarización, todo esto sin tener que hablar de la militarización como tal. Entonces es un reto muy fuerte para mí. Deshumanizar a las personas que tienen que ser militares a la fuerza nos lleva justo a los enfrentamientos que estamos viviendo ahora. Y en eso estoy, quiero terminar de escribirla este año y ver cuándo sale publicada. Tampoco tengo prisa porque salga publicada, saldrá cuando tenga que salir.
A.P.: Perfecto, felicidades. Yo creo que cuando tú eras chica eras como una de mis nietas, que todo es: “¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?”. Creo que todo lo que haces pasa por las preguntas que te formulas. Brenda, un abrazo muy cariñoso desde Texas, te deseo todo lo mejor y muchísimas gracias de nuevo.
BN: Muchísimas gracias a ti y seguimos en contacto. Un beso muy grande.
Puedes escuchar y leer la entrevista completa en la página de Hablemos, escritoras.
Foto: Brenda Navarro, escritora mexicana, por Daniela Spector.