Lourdes Molina: Eres licenciado en bioquímica, pero te dedicas a la escritura literaria. ¿Cómo surgió la escritura? ¿Cómo es que las ciencias y tu preparación profesional informan tu proceso creativo?
Jorge Enrique Lage: Nunca ejercí laboralmente como bioquímico; mientras estudiaba en la Universidad comencé a participar en talleres y en concursos literarios y así fue cómo empezó todo. Mi “preparación” profesional es casi nula, pero la ciencia, las ciencias, como tema, es algo que me interesa mucho. Leo mucha divulgación científica. Siempre me atrajo la posibilidad de combinar (y recombinar, como el ADN) motivos científicos en mis historias, traficar así con información tradicionalmente ajena o alejada del campo de lo “literario”.
LM: ¿Cómo se ha desarrollado tu escritura? ¿Cómo la describirías?
JEL: No soy yo el indicado para describir lo que he hecho, que ha sido bien poco y que ha sido hecho de la mejor manera que he podido. He querido contar historias que a mí me hubiera gustado leer; he ciertas formas y vagos estilos que usados en su momento me parecieron atrayentes y que fue lo que mejor supe hacer, en cada momento, nada más. No capto ahí ninguna idea de desarrollo. Más bien una lucha con mis limitaciones, que son muchísimas.
LM: Tu obra tiene muchas dimensiones, ¿qué te ha inspirado? ¿Cuáles son las principales influencias?
JEL: A mí me inspira leer. Me inspiran libros y autores, estilos e historias. Pero el modo en que todo eso se configura y confluye en las distintas dimensiones de eso que llama mi obra es algo que no me interesa decodificar. Un escritor, dijo alguien, publica resúmenes de lo que lee. Pues eso. Dejémoslo ahí.
LM: ¿Cuáles son tus obras literarias favoritas? ¿Tus autores favoritos? ¿Qué lees ahora?
JEL: Los gustos y las preferencias varían con el tiempo, siempre están mutando. En mis inicios, leía mucha ciencia ficción y terror fantástico, lo mismo Lovecraft que Stephen King. También leí muchísimos policías. En distintos momentos, y por distintas razones, me interesaron libros de gente como Raymond Chandler, Douglas Coupland, Bret Easton Ellis, Ray Loriga, Alberto Fuget, Kurt Vonnegut, Philip K. Dick, JG Ballard, David Foster Wallace, Roberto Bolaño, Mario Bellatín, Álvaro Bisama, y un etcétera que puede volverse interminable.
De Cuba: Miguel de Marcos, Guillermo Cabrera Infante, Lorenzo García Vega… Entre otros.
Tuve, como todo el mundo, una etapa de fascinación con la obra de Julio Cortázar y otra, posterior, con la de Jorge Luis Borges. Y vueltas constantes al Pedro Páramo de Rulfo.
LM: ¿Cuáles son las obras/escritores que más te entusiasman ahora?
JEL: Últimamente la propuesta literaria que más me interesa tal vez sea la de César Aira. Ahora estoy leyendo una muy buena novela de Antonio Orejudo: Los cinco y yo .
LM: De lo que ha escrito, ¿cuál es tu obra favorita?
JEL: De lo que he escrito, lo que más me gusta es la última novelita, inédita, la que acabo de terminar. Como es lógico.
LM: ¿Cuál es tu proyecto actual?
JEL: Descansar y serenarme. Con el que te mencioné en mi respuesta anterior, ya tengo dos libros inéditos. Tal vez no se publiquen nunca, ninguno de los dos, y ya sea hora de dedicarme a otra cosa. En serio.
LM: ¿A qué te dedicarías si dejaras de escribir?
JEL: No sé a qué me dedicaría. Supongo que cualquier cosa que me sostenga y que me dé tiempo para leer. Lo que yo soy es un lector.
LM: Coméntanos sobre el proceso de escritura de La autopista: The Movie . ¿Cómo concebiste la idea de la novela?
JEL: Dos personajes solitarios en un paisaje devastado –La Habana– donde se va a materializar una situación absurda. Fue la imagen inicial. A partir de ahí, hilé una serie de anécdotas y encuentros a la manera de relatos breves que pronto empezaron a funcionar como capítulos. Y así salí.
LM: ¿Cómo la clasificarías? (si aún es posible clasificarla…)
JEL: Yo no la clasificaría de ninguna manera, ya bastante tuve con escribirla. Si acaso pudiera llamarla, se me ocurre, redundantemente: falso falso documental. O guion su abortado.
LM: La trama de La autopista se desarrolla en una Habana ligeramente distópica. ¿Por qué decidiste representar La Habana a mediados del siglo 21 (y no en la actualidad, por ejemplo)?
JEL: Nunca me ha interesado el género “realista”. Mis afinidades tienden un poco a lo fantástico, o lo surreal, para lo cual los escenarios futuristas, por llamarlos de algún modo, resultan más apropiados. Además, yo no me propongo “representar” ninguna Habana posible: quiero deshacerla, quiero inventarla.
LM: Vives en La Habana, pero es obvio que conoces y entiendes (¿dominas?) la cultura general y popular estadounidense —tal vez aún mejor que un “americano” típico. ¿Cuál es tu relación con los EEUU? ¿Cómo consumes esta cultura?
JEL: La cultura pop norteamericana siempre ha sido mi cultura también. Es parte de la cultura de medio mundo. No creo que tenga un dominio o un saber particular sobre ella, más allá del que tiene cualquier consumidor, con la diferencia de que en Cuba esa cultura penetra más lentamente. Pero penetra, por supuesto, de un modo otro, y se impone con fuerza. Siempre lo ha hecho. Desde que yo era adolescente.
Mis relaciones con USA: excelentes. Ojalá a la inversa fuera así también.
LM: La novela está saturada de referencias a la cultura pop estadounidense, ¿cómo ves que funciona esta invasión de cultural pop extranjera?
JEL: Es que no es una invasión, nunca lo fue, nunca lo ha sido. No lo veo así. Es algo que está en el aire que respiras, oxígeno global. Uno de los propósitos de la novela fue, sí, ese nivel multirreferencial, y lo que hice simplemente fue acudir a ciertos elementos que, en mi caso, sentía como muy cercanos.
LM: Emily Maguire ha escrito sobre la experiencia temporal especial, el “palimpsesto temporal,” evidente en la escritura de la Generación Año Cero. Este fenómeno parece manifestarse precisamente en la presencia ubicua de los años 90 en La autopista. ¿Por qué los años 90? ¿Y por qué es que tendrá tanto poder este contexto histórico en La Habana del siglo 21?
JEL: No sé. Supongo que esas referencias noventeras en La autopista —Kurt Cobain, ciertos libros, etc.— forman parte de cierto ambiente que todavía estaba muy vivo en los círculos literarios en los que yo me moví a inicios de este siglo, cuando estaba empezando a escribir. Pero en todo caso es algo que puede remitir a mí como autor, a lo biográfico, de ningún modo significa que ese contexto, esa década, sea especialmente poderosa ni mucho menos determinante para entender La Habana del 21. O al menos, a mí no me sirve para entenderla.
LM: Los personajes de la novela… por una parte son conocidos (personajes históricos, personajes cotidianos del montón), pero a la vez extraños; nos provocan una especie de sensación uncanny. ¿Cómo concebiste a los personajes? ¿Qué características querías representar?
JEL: Yo sólo concebí dos: el narrador y El Autista. Que también pueden ser uno solo, como quieras verlo. Los demás personajes fueron apareciendo sin ningún plan, sólo honestamente, no me propuse “representar” nada a través de ellos. Sólo quise darles una voz para que el relato fluyera hasta al final. Si luego el lector tiene sensaciones como esa que comentas, pues me parece formidable. Pero en principio no fue nada intencional.
LM: Un tema de esta novela es la sensación de estar en una especie de limbo, de andar sin rumbo. ¿Qué les provoca esta situación a los personajes y al contexto panorámico de la trama?
JEL: No hago esa división, o no sé cómo establecerla ahora, porque a mí se me ocurrió todo de manera compacta, integrada: ese limbo con esos personajes. No es que una cosa provoque otra: es que hay como una simbiosis, los personajes dependen de ese contexto y al mismo tiempo, lo generan. Pero bueno, esa es sólo mi comprensión, que es necesariamente sesgada y quizás un poco obtusa.
LM: ¿Pretende La autopista: The Movie ser profética? ¿Cómo te imaginas La Habana, la isla, en los próximo 50 años?
JEL: No, nada de ser profético. No iba por ahí. No me interesa esa pretensión. La Habana de aquí a 50 años quisiera que fuera una Habana en la que pudiéramos decir: ¡Increíble lo que se ha modernizado La Habana en los últimos 50 años!
LM: Gilberto Padilla Cárdenas escribe que la literatura cubana de las últimas décadas sufre de “una invasiva patología viral, de una enfermedad sistémica” que usa “‘lo cubano’ como tótem”. Maguire arguye que los escritores de la “generación” a la cual perteneces rechazan esto. Con esto en mente, ¿La autopista: The Movie aspira ser novela que representa lo cubano y/o la condición cubana contemporánea? Es decir, ¿se considera una novela “cubana” o una expresión más bien universal? Lo pregunto porque, por una parte, resiste ubicación y temporalidad, pero por otra está bien situada en el continuo espacio tiempo. ¿Cómo y dónde se podría ubicar?
JEL: De nuevo: no tengo aspiraciones representacionales de ninguna clase. Lo mío es más modesto: fabular, armar un relato, hacer un cóctel de referencias (litrarias, pop) si quieres. Pero nunca llevo entre las cejas nada tan mayúsculo como La Condición Cubana Contemporánea. Ubicarla y considerarla dentro (o fuera) de esas coordenadas, leerla (o no) desde ahí, es algo perfectamente legítimo, desde luego, pero a mí no me interesa y no me gusta ejercer de crítico literario-sociológico cuando el objeto del análisis es algo que he escrito yo. Por eso nunca sé cómo responder a este tipo de cuestiones.
LM: ¿Cómo ves la responsabilidad del escritor o de la literatura en Cuba?
JEL: Creo que el escritor y la literatura en Cuba tienen la misma responsabilidad que en cualquier otra parte: únicamente con el lenguaje y con la tradición. Lo demás, lo extra-literario, es asunto de criterio individual de cada cual.
LM: Vives y escribes en La Habana, has publicado en publicaciones “disidentes” y eres editor de la Editorial Caja China —una editorial institucional. También eres una especie de escritor “radical”, ya que formas parte de un grupo estimado iconoclasta y rebelde. ¿Existe un conflicto con tu puesto de editor y lo “rebelde” de tu obra y tus asociaciones?
JEL: Hasta ahora no ha existido conflicto. Sucede que mi puesto como editor y redactor, a sueldo del Estado cubano, tiene su asiento en una institución muy pequeña, muy marginal, ya en la periferia de la periferia del Ministerio de Cultura. Pero estoy seguro que el conflicto no hubiera tardado en abrirse paso de encontrarme trabajando yo en el Instituto Cubano del Libro, por ejemplo, o en una revista o editorial más importantes, centrales, de mayor peso específico.
LM: ¿Cómo afecta tu escritura vivir en Cuba (lo político, lo social, lo práctico)?
JEL: Sobre vivir (sobrevivir) en Cuba: la escritura es algo colateral a este hecho. El trauma de este país me afecta a mí, y por tanto afecta todo lo que soy y todo lo que hago, irremediablemente. Pero, por otra parte, yo siempre he vivido en este país, así que para mí no hay otra experiencia de escritura fuera de la experiencia cubana. Entonces, no tengo forma de comparar contextos en ese sentido.
LM: Los lectores y los académicos se obcecan con categorizar, con definir, las corrientes y las obras literarias —supongo que sea simplemente una tendencia humana. Has dicho anteriormente que no es posible definir la literatura cubana. Ahora bien, se ha designado un grupo llamado la “Generación Año Cero”, del cual formas parte. No propongo que sea un grupo o un arte monolítico, pero sí existen conexiones, como muchos críticos ya han observado. ¿Qué nos dice de esta “nueva” generación de escritores cubanos? ¿Están creado de veras una nuevarrativa —podría ser una tabula rasa literaria? Si resistes la idea de definir o categorizar la literatura cubana, ¿también resistes esta etiqueta? ¿Qué opinas de ser parte de este grupo, o de cualquier grupo definido?
JEL: Ese es un tema que le corresponde a los críticos. Como te decía en una respuesta anterior, no soy de meterme mucho en eso cuando se trata de lo que yo escribo. Lo que sí te puedo decir es que la etiqueta, de por sí, no me parece mal. A mí me invitaron a la Universidad de Brown a un evento, a un panel, con motivo de esa Generación Cero. A lo mejor yo nunca hubiera puesto un pie allí, ¿no?, de no ser por la etiqueta. No me hubieran invitado. Con la Generación Cero se hacen también antologías y las antologías mueven lectores y luego te caen oportunidades de publicar en otros medios. Esas cosas prácticas son las que a mí me resultan más positivas de una etiqueta: cuando empieza a funcionar como catalizador o coadyuvante. ¿Cómo situarse en contra de eso?
LM: Del mismo modo, tu obra, si fuera clasificable, ¿cómo crees que se ha desarrollado en los últimos años? ¿Existe un mensaje, estilo, idea común?
JEL: Quiero creer que en los últimos años me he hecho un escritor menos ingenioso, un escritor más eficaz. Pero seguramente son sólo ilusiones mías. El único denominador común que encuentro en lo que he escrito, creo, es la persistencia. Pero no la persistencia de escribir por escribir, sino la de escribir como continuidad del acto de leer. Quiero creer que en los últimos años me hecho un mejor lector.
Diciembre 2017