No vivimos en vano / We Do Not Live in Vain. Selva Casal. Traducción de Jeannine Marie Pitas. El Paso, Texas: Veliz Books. 2020.
En 1975, Selva Casal publicó No vivimos en vano (Biblioteca Alfar) durante la dictadura militar respaldada por los Estados Unidos en Uruguay (1973-1985). Esta fue la sexta colección de poesía que publicaría la galardonada poeta, y lo hizo bajo su propio riesgo “en un país de diez mil ojos” donde la vigilancia, la tortura, la ilegalidad, el encarcelamiento y las “montañas de cuerpos” se desangraban rápidamente dentro el paisaje cotidiano. A raíz de esta publicación, Casal, anteriormente abogada penal, perdió su profesorado en sociología a la Universidad de la República. Más de cuatro décadas después, gracias a Jeannine Marie Pitas, contamos con la primera traducción al inglés de este libro, traducido como We Do Not Live in Vain y publicado con Veliz Books en 2020. En un momento en el que el rol del traductor se complica aún más por las políticas de identidad, es fundamental subrayar que esta obra existe gracias a la amistad entre Selva Casal, su familia y Jeannine Pitas, quien ha respondido al llamado de extender el mantra de no vivir en vano, retomando a partir de donde la voz narrativa cesa, asegurándose de que todos recordemos colectivamente: “Apenas tengo suficiente memoria para mañana”. No vivimos en vano indudablemente merece ser recordada, descubierta y revisitada más allá del 2021.
Este exquisito libro de poemas es a la vez un testimonio y un canto. Desafortunadamente, es todavía un retrato muy relevante de la condición humana y de las atrocidades infligidas a las sociedades subyugadas. Como lo sugiere Pitas en la Nota del Traductor, casi podemos escuchar el título de esta colección como una respuesta afirmativa comunitaria al panorama contemporáneo en el que vivimos, constituido actualmente por una pandemia, desigualdades raciales y crisis ecológicas. Aunque los poemas en este volumen hayan tardado en llegar al público anglófono, llevan consigo un aura de contemporaneidad y urgencia, y su naturaleza desconocida hace que estos sean mas relevantes dentro de una serie de espacios y dinamismos sociopolíticos, o mejor dicho poéticamente por Pitas, para una multitud de idiomas, cadencias y voces.
No vivimos en vano es mejor calificado como vertiginoso. La focalización de Casal cambia, a menudo de forma violenta, entre una perspectiva vista desde arriba —vertical, alturas vertiginosas— y su punto de vista horizontal enfocado en el espacio de los hombres y de la muerte. En “Hoy se me caen los ojos fusilados”, podemos leer:
somos 1972 un vértigo
deja que el cielo caiga
que a las 3 que a las 4
este país se incendie de horribles pesadillas
que corran hombres grises por las calles
El término “vértigo” aparece cuatro veces en la colección, marcando un tono de dinamismo espiralado, un torbellino centrífugo y centrípeto, y una confusión acerca de hacia dónde dirigirse, como sugiere la etimología de “vértigo” (del latín vertere, girar), desde: “hombres mordiendo su locura / su vértigo” hasta “[…] el terror de caer / de perder mi locura / mi alegría”. En el siguiente pasaje, también de “Hoy se me caen los ojos fusilados”, la ambientación en claroscuro de Casal hace rebotar al lector desde la luna hasta los fósiles enterrados, todo ello desde el omnipresente dormitorio en el que se desarrollan varias escenas del libro.
¡ah! no sabes qué vértigo
ayer cuando te amaba
vi un hombre en la penumbra descarnada
dientes fósiles lunas
suicidas que lloraban
yo te escribo esta carta
y se desploma el mundo
yo no sé si hemos muerto
El circularidad de la vida —del amor, del sexo— y de la muerte se convierten en una espiral destructiva que se colapsa no sólo en tiempo y en lugar, sino también en la intersubjetividad y en la espectralidad. Las abundantes antítesis se derrumban de similar manera en las imágenes de verticalidad y horizontalidad en el verso de Casal, donde las yuxtaposiciones acaban por desvanecerse debido a la falta de puntuación formal; una imaginería contigua que es violenta tanto en contenido como en dinamismo, donde el lector queda en el umbral de estos binarios a veces irreconciliables. Este espacio intermedio es el precipicio donde comienza la magia de Casal, y el lugar mismo de la poesía: “La poesía”, recuerda Casal a Pitas, vive “en el vacío entre las palabras”. Estos intersticios son el vacío en el que el sujeto vertiginoso contempla, y en el que el lector es obligado a escarbar en busca de significado.
Las palabras y el vacío se unen rítmicamente con los versos líquidos de Casal. Aunque todos los elementos están presentes en su escritura, el más omnipresente y el que informa a ambos, tanto en contenido como en la forma de su poesía, es el agua. En la lírica —en el sentido clásico del género— el amor se convierte en “un inmenso naufragio”; en otro lugar, “flotan pólizas de seguro”; y lo cíclico vuelve a aparecer cuando escuchamos e imaginamos la aterradora yuxtaposición de “los gritos de los ahogados / de los recién nacidos”. Es sobre todo la “resaca” la que influye el flujo poético de Casal: “Quiero el mar en la alcoba / su resaca su ausencia / desde esta telaraña donde vivo”. El ritmo de Casal es a menudo ternario y sin puntuación, como en el siguiente ejemplo de enumeración sintagmática: “y nunca más pudieras evocar en mí / la aflicción de los lápices oficinas concursos”. Pitas ha captado intuitivamente esta estructura en sus fieles interpretaciones sin adornos de los poemas de Casal. Al menos en una ocasión, la traducción al inglés acentúa aún más la triplicidad que suele estar presente en el texto original. En el poema “Listen to the Sirens My Love” (“Amor escucha las sirenas”), el original español dice “Escucha cómo llaman / cómo gritan y aúllan las sirenas”, dividiendo la estructura tripartita habitual en dos versos, mientras que el inglés dice “Listen to the sirens / how they call they shout they howl”, una interpretación, diría yo, más fiel al ritmo de Casal que la propia Casal.
Insisto a los lectores de poesía, tanto en español como en inglés, a que respondan al canto de sirena de Casal y Pitas, y a que vadeen los impactantes e incluso paralizantes poemas de No vivimos en vano. Prepárense para “desp[ertar] a este conjuro” un libro de poemas intemporal que no les defraudará; su lectura no será en vano.
Antonio Viselli
University of Canterbury (Christchurch, New Zealand)