Los días del encierro. Carlos Orlando Pardo. Ibagué-Tolima, Colombia: Pijao Editores. 2020. 100 páginas.
En su más reciente libro Los días del encierro, el escritor colombiano Carlos Orlando Pardo elabora un texto en dónde por medio de la crónica, el diario, y la narrativa da visibilidad a los días durante los tiempos del Covid-19. El lector contemporáneo inmediatamente reconoce el contexto del texto ya que se asemeja a su presente.
En Los días del encierro Carlos Orlando Pardo se posiciona como personaje-narrador quien escribe desde el Tolima, Ibagué en Colombia. Esto lo hace como parte de un ejercicio de escritura de treinta días durante los inicios del encierro. Así, aún sin saber cómo terminará la situación, Carlos Orlando Pardo escribe un texto híbrido que será leído como el primer libro escrito durante y sobre la pandemia. El libro está compuesto por 70 textos breves que ofrecen un panorama global sobre el encierro de 2020. Desde las primeras páginas, al lector se le explica cómo el texto, “no juega a la originalidad sino a la antología de corte popular”. La forma narrativa del libro demuestra cómo nuestra experiencia actual es global ya que estamos en un momento en donde todos mantenemos una extensa red social por medio del internet; facilitando la comunicación transnacional. Además, las tecnologías digitales nutren e informan el contenido del texto. Carlos Orlando Pardo es como un trapero de todas las modalidades de escritura que circulan por el internet; colecciona y acumula todo ese desecho digital lingüístico. Es decir, Carlos Orlando Pardo “[…] recoge memes, noticias de prensa e historias fragmentadas, bucea en las ocurrencias de la gente, reproduce quebrantos, frases inteligentes y va haciendo un batido que recrea el momento”. El contenido del libro es híbrido. Eso es lo que le permite al lector ir de una historia a otra. Aunque parezca no existir un hilo conductor, el presente es la gran historia, y esa está compuesta por fragmentos digitales que forman un mosaico, el cual, en su totalidad da visibilidad a los días del encierro que el mismo lector está viviendo.
A nivel estructural Los días del encierro tiene el formato del periódico, una búsqueda por internet, o novelas como Limbo de Agustín Fernández Mallo y Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, y hasta La Biblia. Esto se debe a que cada fragmento se vale por sí mismo. Cada fragmento es un mini-universo. Como ejemplo de esto, aquí una secuencia de frases que dan cuenta del contenido del libro: “Todo era una locura y el mundo un manicomio” (32), “Finalmente veo que la desigualdad brilla como un sol enceguecedor que ojalá conmoviera a los más ricos” (32), “Todos los desafueros están saliendo a flote y las noticias dicen, como si se tratara de un anuncio del clima, que en Estados Unidos pasan hambre 50 millones de personas. Algunos siguen persiguiendo el sueño americano cuando por estos lados también se sigue propagando esta misma congoja” (33), “Me duele toda la espalda dice otro, pero mi país me necesita y seguiré acostado. Bueno vayan a dormir que mañana toca descansar otra vez” (49), “La agonía de la espera se alarga y crece mucho, lo mismo que la pobreza disparada, más en la recesión. Por ahora caen los maquillajes y cada uno se queda con su cara verdadera como las cajas de cartón que producen en masa en Guayaquil para remplazar los ataúdes que se hallan agotados” (49), “La desinformación se mueve tan rápido como la pandemia, pero en medio de todo, lo grato resultaba cuando realmente no era el fin del mundo sino el comienzo de uno nuevo” (52), “Algunos le ponen la señal de los dedos hacia arriba simplemente aprobando” (54), “Por lo menos hay noticias buenas porque para los que no tienen internet, algunos profesores dan sus clases por radio” (55), “Tengo hambre de justicia porque al decir de Gandhi, “hay gente tan hambrienta en el mundo que Dios solo se les aparece en forma de pan”. Pienso en Balzac que sabio un día escribía: “el hambre hace salir al lobo del bosque”. (57), “El Zoom desaparece” (61), “Miedo como el de ahora si se salía a la calle y un diminuto monstruo, hijo de satanás, se tragaría los pulmones poco a poco” (67), “Solo me quedé mirando las imágenes de un bebé elefante que lloró cinco horas al ser separado de su madre y de un rinoceronte que paseaba tranquilo por Nepal” (71), “[…] salvar vidas o salvar dinero entre las formas de mirar el mundo” (78), “al final decidí ir de la mano del mismísimo Dante y me metí a su infierno y a su paraíso recorriendo los círculos de aquel extraño mundo” (79), “Son muchos los consejos que madrugan y arriban a la casa sin tocar el timbre. Unos hablan de la bondad definitivamente de las mascarillas porque reduce en un 50% la cara de pendejos que tenemos y otros más agudos…” (93), “No, contradice alguno: no estamos en el miso barco sino en el mismo mar. Alguien en yate, otros en lancha, unos en salvavidas y otros nadando con todas las fuerzas” (95), “y los días en su avance se entendían como las simples fotocopias de rutinas calcadas” (99).
Al leer, en el libro se elaboran muchos temas actuales, y en el libro abunda la oración que también se sostiene por sí sola. Así, como una micro-ficción. Todo es breve. Esto le da cierto ritmo a la lectura. El libro requiere de pausa y contemplación. Leerlo muy rápido sería perderse los detalles. Así como Joris-Karl Huysmans en A contrapelo (1884), Carlos Orlando Pardo en su hogar como Des Esseintes el personaje principal, quien se recluye en casa para presentarle al lector sus gustos por la vida. El escritor latinoamericano va hacia el celular y computador para presentarle sus gustos al lector. En el libro se destaca la importancia de las plataformas digitales que se encuentran en las redes sociales como Facebook, WhatsApp, Zoom, y Google/Maps. Por otro lado, a lo largo del texto hay un sinfín de referencias literarias del canon literario europeo y latinoamericano. También en el libro hay un énfasis en cómo el coronavirus está afectando centros urbanos como Paris, Washington D.C., Bogotá, Nueva York, y Guayaquil. Hay también un énfasis en ofrecer una visión biocéntrica en algunos de sus fragmentos al darle visibilidad al medioambiente y a los animales. Algunos de los fragmentos llevan al lector al pasado colombiano vinculado con La Violencia y La Tragedia de Armero en Colombia.
Por último, el espíritu latinoamericano ante la incertidumbre es lo que sale a relucir en Los días del encierro. Una y otra vez el personaje-narrador vuelve al núcleo familiar para obtener la fuerza que da ese animo para seguir adelante. Ese espíritu latinoamericano es la habilidad de saber reír y tener un buen sentido del humor aún cuando todo parece haberse ido al carajo.
En el libro se destaca, quizá el tema más importante, el sentir que uno puede enfrentarse con la muerte en cualquier momento, eso, de acuerdo, a Carlos Orlando Pardo fue lo que nos llevó a ese miedo y pánico global. Quizá eso fue lo que llevó al escritor tolimense a escribir este primer libro sobre la pandemia. Este libro, ahora y mañana, será leído por muchos porque da cuenta de esa extrañeza que se vivió hace unos meses, y se sigue viviendo, ahora, sin saber cuándo terminará.
Julio Enríquez Ornelas
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