Santiago: LOM ediciones. 2022. 161 páginas.
Braulio Fernández Biggs es doctor en Literatura, narrador, traductor, docente e investigador. Ha publicado Corazón de buey (1993), El ciego y los tuertos (2015), Orfeo y Eurídice (2016) y Una novelita inglesa (2018), a los que ahora se suma el volumen de cuentos La terca audacia de la mosca (2022).
La terca audacia de la mosca, dividida en 12 cuentos de diferente factura temática, repasa temas como el mundo infantil desde los juegos de niños, metaforizados en la crueldad del mundo y en la magia de los milagros, hasta una dedicatoria final que rememora una tarde de jazz en la ciudad de Oklahoma.
La estructura de los cuentos es similar, de corte circular, y muerden su cola mediante la fórmula de la repetición; técnica que ayuda al lector constantemente a mantener la tensión y no perder el punto de vista inicial desde el que parte el fragmento. Esta técnica de la repetición es una de las marcas más personales de la escritura de Fernández Biggs, que desde sus primeros escritos la reitera.
“EL GUSTO POR EL CINE Y LA ÉPOCA ISABELINA SON EVIDENTES EN ESTE TEXTO DONDE FERNÁNDEZ BIGGS RETRATA HISTORIAS INMERSAS EN ESOS AMBIENTES”
Se adivinan en el libro una serie de elementos autobiográficos que podrían leerse en absoluta concordancia con los hechos acaecidos en el mundo durante la pandemia COVID-19; aunque el libro, terminado de escribir en 2016, resuene, evidentemente, otras relaciones históricas, culturales y vitales, como sus viajes a EEUU y las dedicatorias a amigos o los guiños a sus referentes a modo de epígrafe. El gusto por el cine y la época isabelina, además, son evidentes en este texto donde Fernández Biggs retrata historias inmersas en esos ambientes, a los que da siempre un aspecto de familiaridad donde el personaje principal es, con bastante frecuencia, el narrador omnisciente (a veces transmutado en personaje) que, desde su perspectiva, va narrando hechos en ocasiones metafóricamente inaccesibles.
El tono de su escritura es sumamente fluido, los hechos van aconteciendo, a veces, como narración propiamente tal; otras como diálogos cortos, pero siempre con una rapidez inusitada y penetrante.
Asimismo, las atmósferas que podemos encontrar en los cuentos de esta obra suelen llevar al lector a lugares reconocibles pero lejanos, aunque puede adivinarse, como ya anunciara, una correlación con acontecimientos que pertenecen al mundo circunstancial que recorre lo autobiográfico y lo mitológico.
Rescato, sobremanera, de este compilado, la recurrencia a la infancia para la narración, que se vuelve más simbólica e inaccesible. Esto provoca la sorpresa y la sospecha, la incursión en el mundo de lo olvidado, la vuelta al lugar mítico y la búsqueda de los orígenes.
“¡Evohé!”, por ejemplo, el cuento que abre el compilado, es precisamente un cuento de precipitación donde la infancia se difumina en un mundo de adultos; mientras que “Oklahoma” y “Todos debemos aprender del jazz (una dedicatoria final)” recogen vivencias autoficcionadas y metaficcionales de un Fernández Biggs que rememora y homenajea a dos de sus mejores amigos, los hace pasar al mundo de la ficción y desde allí les agradece su estancia en su vida.
La terca audacia de la mosca, título homérico para una obra de viaje interno, es un compilado inquietante que atrapa desde el principio e invita al lector a inmiscuirse en una trama múltiple que le exige mucho más que una simple lectura atenta.