La casa de Moravia. Miguel Huezo Mixco. Ciudad de México: Alfaguara, 2017. 140 páginas.
Frecuentemente, la recuperación de los recuerdos fundamentales impulsa las narrativas que sirven para reconstruir identidades y reafirmarse, es decir, una manera de mediar y reflexionar si lo que se ha recuperado realmente sucedió y si contiene un significado relevante. Este mismo proceso, el de recoger un pasado enterrado es un aspecto central de la nueva novela del escritor salvadoreño Miguel Huezo Mixco. Con el título La casa de Moravia, su novela fue publicada por la editorial Alfaguara en 2017. De manera parecida a su novela anterior, Camino de hormigas, (2014), La casa de Moravia traslada al lector del ambiente contemporáneo en El Salvador a la época conflictiva de las guerras que arrasaron a Centroamérica en los primeros años de la década de los ochenta. En cuanto a su temática, el trasfondo de la novela comparte enlaces directos con los escenarios evocados en la narrativa de otros escritores actuales de El Salvador, en particular Horacio Casteallanos Moya, Claudia Hernández y Róger Lindo. Como La casa de Moravia, estas novelas también indagan los grados de desencanto asociados con ciertos aspectos de las revoluciones de los 80 y los retos que tenían que enfrentar los participantes en estos conflictos, junto con la adaptación problemática en la época pos-guerra.
La estructura de La casa de Moravia se construye en base a una serie de historias dispersas que se originan en los recuerdos de un narrador de El Salvador, sin nombre, y su interlocutor y amante Lucila. Estas historias densas y complejas oscilan entre el pasado y presente, y narran las vicisitudes, ideales y polémicas que caracterizaban la época revolucionaria centroamericana de los conflictos en la década de los ochenta. Un sentido de desilusión predomina como hilo temático que se extiende desde el período conflictivo hasta un retrato comentado de la situación pos-guerra en El Salvador.
El acicate que va desembobinando estas historias se ubica en la vida de Samuel, otro revolucionario de los ochenta que se casa con Lucila posteriormente, después de que se firman los Acuerdos de Paz en El Salvador, en 1992. La anacronía de la historia se produce, en parte, por una aventura amorosa e improvisada que el narrador entabla con la viuda Lucila, a quien él conoce en el entierro de Samuel. Impulsado en parte por el deseo de Lucila de averiguar el pasado revolucionario de su esposo difunto con el que el narrador se había relacionado extensamente en Costa Rica durante la los años de guerra, se exploran ampliamente fragmentos de sus respectivas trayectorias de vida. A través de estos intercambios, se le revela al lector no sólo los traumas que afligen a cada uno sino, también, la manera en que el carácter subjetivo de sus recuerdos influye y filtra su memoria autobiográfica. La intensidad erótica que se desarrolla entre ellos cataliza una serie de confesiones propias y también la recuperación de memorias variadas y diversas de sus perspectivas sobre quién era Samuel. Conforme la carga erótica los desinhibe, el lector se va enterando de la manera en que los problemas de sus pasados los conforman en el presente, hasta en su forma de interactuar en el breve tiempo que están juntos. A través del proceso mediante el cual se relatan los recuerdos, emerge un boceto de Samuel que lo denuncia no sólo como esposo esquizofrénico y casquivano sino como revolucionario con principios atenuados, a quien le faltaba la firmeza ideológica para participar en la lucha.
Los cambios continuos en la disposición de la novela que saltan del período revolucionario de los ochenta a la situación actual en El Salvador iluminan los temas recurrentes de distancia, cinismo y ambigüedad que envuelve las ilusiones desvanecidas de los revolucionarios de la época. Al compartir los recuerdos sobre Samuel, el narrador reflexiona acerca de su relación problemática con los demás insurgentes en la célula clandestina de la Casa de Moravia, en San José Costa Rica. Sin poder informarle todo lo que Lucila anhela saber de Samuel, el narrador, en las conversaciones, sí consigue proporcionar detalles de los procesos revolucionarios de esos años; el idealismo y espíritu de compromiso en Nicaragua y su contraste con Costa Rica, la importancia de las radioemisoras como instrumentos de táctica y solidaridad en la región, y la rigidez de las normas revolucionarias en la Casa de Moravia. Dentro de estos recuerdos se destaca la relación afectiva que inicia el narrador con Gema, una militante costarricense que vive en la misma casa. La importancia que se le da a Gema en la novela subraya y evoca una realidad que abarcó todo el istmo durante este período: un aflojamiento general de las costumbres sexuales que coincide con el surgimiento de los movimientos revolucionarios junto con la mayor integración de las mujeres en estos mismos procesos.
En muchos aspectos, el retrato incompleto de Samuel no sólo funciona a nivel metafórico como un reflejo del desorden generalizado de los movimientos revolucionarios centroamericanos, sino también de la falta de conocimientos sobre los mecanismos de coordinación trasnacional entre los movimientos, la cual persiste en la actualidad. En este mismo contexto, la novela de Huezo Mixco es en el fondo una obra ficticia. No obstante, al mismo tiempo, se integran hábilmente sucesos verídicos con fotografías en los momentos oportunos, como la referencia al asesinato de la activista costarricense Viviana Gallardo en 1981. Esta técnica aporta a la novela un sentido más tangible de historicidad. A este respecto, la combinación de historia y ficción en la novela no puede sustraerse de su objetivo: iluminar y desentrañar aquellos procesos y espacios de la época revolucionaria que resisten una comprensión y esclarecimiento más amplio.
La habilidad de Huezo Mixco en armar las complejidades ideológicas e interpersonales que confluyeron para particularizar el período revolucionario en Centroamérica es considerable, y con precisión capta la atmósfera y los detalles de la época. Su capacidad para enhebrar historias diversas abarca y subraya diversos temas; el compromiso ideológico, el amor, la traición y venganza, los cuales se profundizan, logrando proporcionar mayor textura al período y su influencia sobre El Salvador en la actualidad. Más aun, aunque La Casa de Moravia puede leerse como una despedida nostálgica de la cada vez más distante época revolucionaria, la novela de Huezo Mixco triunfa en su recuperación evocativa y análisis detallado de las múltiples ambigüedades de la época y su legado duradero en El Salvador, y, por extensión, en Centroamérica en general.
William Clary
University of the Ozarks