Caracas: Oscar Todtmann Editores. 2021. 130 páginas.
A cien años del nacimiento del autor, y a treinta y uno de su muerte, vuelve a ser posible leer un nuevo libro de Alfredo Armas Alfonzo. Un libro de pocas páginas y suficientes cualidades como para formar parte de la obra entera de AAA. Lo que no es poca cosa, dado que la globalidad en la cual se integra constituye un legado emblemático de las más altas cualidades alcanzadas por la narrativa venezolana en cuanto al acuerdo entre experiencia, invención y escritura de un mundo acendradamente caracterizado. De manera que también al pequeño trozo de esa enormidad que aquí se intenta reseñar le corresponde el derecho, por no decir el privilegio, de una lectura acorde con su entereza verbal. Quiere decir, una lectura capaz de sintonizar con la aptitud de sus tres textos para incidir en el lector al mismo tiempo como una confirmación y una revelación.
El tiempo que no consiente recorrerlo. Otras tres historias de amor, como se titula el nuevo libro de Armas Alfonzo, fue recuperado por Edda Armas, la hija poeta del narrador, de una de las carpetas donde él quiso preservar sus últimos escritos. Lo publicó en Caracas Oscar Todtmann Editores, en alianza con la Fundación que ostenta el nombre de AAA y en conmemoración de los 100 años de su nacimiento. Y cuenta con el acompañamiento, por una parte, del “Pórtico” crítico que Carlos Sandoval proporciona a los interesados como diagrama de su propio recorrido por dicho trío de narraciones, y a manera de ponderado llamado de atención hacia sus vinculaciones fronterizas con otros sectores del mundo escrito de Armas Alfonzo. Por la otra parte, el comedido y dignamente diseñado volumen se cierra con una “Coda” y una “Cronología” asumidas por la misma Edda Armas con el fin de contar el proceso de su recuperación de los originales manuscritos, y registrar los principales hechos vitales y profesionales de los sesenta y nueve años de vida del autor, su padre.
Este primer paso hacia los adentros de tal libro quiere señalar la más evidente, a la vez que entrañable, de las fronteras compartidas por él con otros sectores de la obra entera de AAA. Ya las cinco palabras del subtítulo (Otras tres historias de amor) cumplen con trazar la línea de separación (y obviamente también de acercamiento) con respecto aquellas historias (ahora también “otras”, pero en sentido inverso y a su modo sorpresivo) respecto de las cuales las recién publicadas se distinguen y con las cuales se emparentan indefectiblemente al declararse otras. El tácito antecedente, y ahora justificada referencia, lo constituye el volumen Cada espina. Tres historias de amor, publicado en Caracas por Monte Evila Editores en 1988 según diseño y con sendos e ineludibles dibujos de Claudia Leal. Ahora bien, ¿qué es lo que hay en los índices de contenido de estos dos libros, y qué tienen sus correspondientes narraciones de fronterizas? Las tres historias reunidas en Cada espina son: “El ramito de trinitaria”, “La niña de cundeamor” y “La rosa ajena.” Mientras que las del trío que ahora nos ocupa tienen por títulos: “El vuelo inmóvil”, “Mal de amor” y “La luz sagrada.” ¿Cuáles son y hasta dónde llegan las similitudes y las diferencias entre estos dos breves conjuntos narrativos?
El primer texto de El tiempo que no consiente recorrerlo (“El vuelo inmóvil”, dividido en tres “actos”) tiene en la ciudad, no mencionada pero sí francamente caracterizada en los detalles contextuales como Caracas, el ámbito empírico de referencia; y a personas de una localización citadina repartida entre al menos Caracas y Buenos Aires, como personajes. La siguiente narración (“Mal de amor”) se organiza como las sucesivas anotaciones de un diario íntimo, y en sus instancias de concreción situacional y argumental se hace aun más explícito y variado el carácter urbano de sus escenarios y acontecimientos. Y en “La luz sagrada” el escenario es pueblerino, rural o campesino, siendo lo más resaltante de la vinculación entre los dos personajes centrales la diferencia casi conflictiva entre la condición rural y juvenil de ella, y la urbana y adulta de él. ¿Y cuáles son, por su parte, las opciones de contexto y las personificaciones propias de Cada espina? No es necesario esquematizarlas una por una como se acaba de intentar con el libro nuevo. Es suficiente con poner de relieve que las dos primeras de estas tres antecesoras historias de amor se compenetran con el mundo rural y la etapa infantil-adolescente de la vida, mientras que en la última (“La rosa ajena”) se da un paso hacia el predomonio citadino y moderno del contexto referencial, así como hacia la experimentada adultez del personaje que cuenta su historia de amor.
¿Desde este punto de vista, en qué consiste entonces el aporte al legado de Alfredo Armas Alfonzo de las “otras tres historias de amor” que forman El tiempo no consiente recorrerlo? En una primera y muy amplia instancia de apreciación, este trío se mantiene en el más alto nivel de logro alcanzado por el autor en sus narraciones más desplegadas y por tanto menos representativas de sus relatos breves que, como los cimeros integrantes de El osario de Dios (1969 y 1996), le han merecido el reconocimiento de precursor o iniciador del minicuento en Venezuela. Luego, amplían el tratamiento de la experiencia amorosa desplegado en Este resto de llanto que me queda (1987 y 2005), su breve y única novela. Y, digamos que finalmente, consolidan la patente correlación entre unos relatos más bien amplios, una construcción de la identidad del personaje hablante con rasgos francamente análogos con algunos entre los más resaltantes en la biografía del autor, y la ampliación del margen de participación de la ciudad moderna en la narrativa de Armas Alfonzo.
De manera que con el correr de los años y el acceso de su vida hacia las edades más cercanas del final que del principio, el mundo constituido en la escritura entrañablemente oralizada de Alfredo Armas Alfonzo recorrió un buen trecho desde el arquetípico mundo rural que en su mayor parte la sigue caracterizando, hacia el encuadre de su propio escritor como personaje y origen de situaciones motivadas por el vivir moderno de la ciudad.