Clavel y tenebrario/Carnation and Tenebrae Candle. Marosa Di Giorgio. Traducción de Jeannine Marie Pitas. Phoenix: Cardboard House Press. 2020. 126 páginas.
La de Marosa Di Giorgio (Salto, 1932-Montevideo, 2004) es una presencia atípica en el panorama poético de la “Generación del 60”, también llamada “Generación de la crisis”. Marcados por la Revolución cubana y por la crisis económica, social y política que se desencadenó en Uruguay a partir de 1955, la mayoría de los poetas coetáneos y compatriotas de esta autora cultivó una poesía de temática social, generalmente en verso libre, aunque sin desdeñar las formas de métrica fija (como en el caso de Washington Benavides, quien compuso letras de canciones con el fin de formular protestas y propuestas ante la crisis, de modo comprensible para el lector común).
Por otras sendas temáticas y estilísticas, Di Giorgio cultivó una poesía menos comunicante, sin alusiones directas a la coyuntura política, jugada a la prosa poética, con interpolaciones de verso libre, rica en alusiones simbólicas a lo erótico, con una constante presencia de los vegetales y animales de la chacra salteña en que pasó su infancia pero metamorfoseados por la imaginación desbordante de la poeta, lo que emparienta su obra con la de Lewis Carroll aunque en un tono más inquietante y oscuro. Como en otros poetas latinoamericanos educados en el catolicismo preconciliar, hay en la poesía de esta autora una presencia recurrente de la imaginería católica, usada en un sentido peculiar, a contrapelo del canónico. En este aspecto, lo mismo que en la fuerte presencia de lo erótico, Marosa fue continuadora, como ella misma lo reconoció, de Delmira Agustini (Montevideo, 1886-1913), gran poeta de la “Generación del 900”.
Poeta de culto en vida, tras su deceso, la aceptación de su obra ha continuado en constante crecimiento. Esto lo prueba el buen número de traducciones al inglés y ediciones bilingües que menciona la traductora en el posfacio, breve, claro y didáctico. De mismo modo, debe anotarse que la traductora es eficaz en las difíciles tareas claves que le plantea el original: recrear los climas, las imágenes y el ritmo entrecortado que Di Giorgio le impone a su prosa, mediante un uso atípico de la puntuación. Las decisiones de traducción, sobre todo de los nombres de animales o plantas, son atinadas. Sirva una como ejemplo: Pitas usa lion’s tooth para traducir “diente de león”, en lugar de dandelion, para conservar la alusión animal implícita en el nombre hispano de la planta, y que sólo se conserva etimológicamente en la palabra inglesa (dens leonis en latín, dent-de-lion en francés y, finalmente, dandelion en inglés).
Cuando Di Giorgio publica Clavel y tenebrario, su noveno libro, en 1979, está en su madurez vital y creativa, mientras que el Uruguay –lo mismo que todo el Cono Sur latinoamericano– padece una dictadura que condena a sus compañeros de generación, cuando no a la cárcel, al exilio, el silencio o la ardua adopción de un lenguaje de entrelíneas. Los textos de la poeta salteña, publicados por Editorial Arca desde 1971, irán ganando un público no masivo pero sí calificado y fiel, en ambas orillas del Plata. También le ganarán adeptos sus recitales de poesía. En Argentina, a partir de los 90 y de la mano de editoriales como Adriana Hidalgo y El Cuenco de Plata, el público de Di Giorgio seguirá en aumento firme y constante.
Desde el título, este libro aúna lo natural y lo religioso: el tenebrario es un candelabro triangular, de quince velas escalonadas, que se iban apagando una a una, hasta dejar encendida sólo la del vértice superior, como símbolo de Cristo, durante el “Oficio de tinieblas” en Semana Santa. Esta imagen es una clave de interpretación para este libro y de toda la obra de Di Giorgio, luz y tiniebla son inseparables y se subrayan una a la otra. Por eso, por ejemplo, las figuras femeninas, y en particular la de la madre, puede aunar lo tierno y lo temible, la sensatez y la locura. Y por eso la infancia y la adolescencia que estos textos sugieren, así como el lugar mágico en el que se vivieron, la chacra familiar, son a la vez felices y dolorosas, y en ellas tienen cabida tanto las visitas y los juegos como la plaga de langostas.
La transición entre lo inocente y lo cruel, ente lo vital y lo fantasmal, es a veces muy brusca, tanto que se da sorpresivamente, en el mismo breve fragmento. Véase un ejemplo: “Iba hacia la escuela, dulcemente; se abrían en su torno, las/chacras melodiosas, las habas, el grito de los pájaros, los zapallos/asándose en sus propios tules amarillos. // No había nadie; algún muerto pasaba volado…” (Fragmento 9; el destaque es mío).
En el territorio mágico, pasado y perdido, que estos textos evocan, la tragedia y la muerte siempre andan cerca, y son recordados en parte con culpa y en parte con cierta levedad, como si la hablante lírica conservara, de modo misterioso y mezclado con la culpa, mucho de su inocencia infantil. Véase un ejemplo: “La pava iba por entre las retamas en flor, sin saber que la Navidad se acercaba. /Más bien parecía una señorita con sus plumas azules, el collar de corales y la locura por casarse. / Creo que hasta puso unos huevos, blancos como el mármol, o azules o morados. No sé, porque eso era antes. /Y el crimen se consumó a mis espaldas. /Pero, tal vez, algo de ella aún corra por mis venas. /Me queda como un remordimiento. /Un recuerdo raro” (Fragmento 14).
Es interesante la identificación entre la pava que será sacrificada y la niña/muchacha que la contempla, sobre todo en detalles como la locura por casarse. Poco después de aludir a las nupcias se menciona el sacrificio. La posible unión erótica es en este libro –y en la obra de Di Giorgio en general– contemplada a la vez con deseo y temor. Pero en estos poemas la muerte es pronto superada por el nacimiento. Con sabio sentido del equilibrio, la autora muestra, en el fragmento siguiente, que esa casa tenía una habitación en la que nacían las más variadas cosas: “…cubiertos, ralladores, platos, ollas, tazas. Todo allí, pulcro, tierno y casi tembloroso”.
La femineidad de la niña/muchacha que es sujeto de estos textos es a la vez desbordante y sutil, púdica y precoz. Estos textos abordan en clave poética la edad en la cual una mujer define, entre otras cosas, que se corporiza en dos figuras: Arturo, un muchacho con nombre de estrella, de quien la hablante lírica se enamora a los tres años, y el padre, que es a la vez una especie de Dios creador del universo doméstico y de Cristo que va a la cruz para salvarlo.
En suma, esta edición bilingüe es una buena puerta para que el lector de habla inglesa se adentre en una obra poética intensa, sugerente, fantasmal y luminosa. Marosa Di Giorgio, una de las mejores voces poéticas de habla hispana en el siglo XX, merece trasponer las fronteras de su lengua.
Juan de Marsilio
Dirección General de Educación Secundaria, Uruguay