from a red barn. Víctor Rodríguez Núñez. Traducción de Katherine M. Hedeen. Normal: co•im•press. 2020. 190 páginas.
El nuevo poemario de Víctor Rodríguez Núñez, desde un granero rojo, es de una vastedad asombrosa que quizá provenga de la amplitud de este poeta migrante, suspendido obstinadamente entre dos naciones y culturas, un poeta desplazado y deslocalizado. Los poemas se pasean por imágenes bucólicas de campos y cielos, detienen su mirada en la vida silvestre cubana y la norteamericana y luego se vuelcan sin esfuerzo hacia agudas resucitaciones de violencia militante y xenofobia y condenas contra el capitalismo, contra las “verdes ganancias en el comercio”. En medio de esta variedad de temas, las imágenes y las ideas se anudan y se superponen, se ubican juntas en yuxtaposición crítica a medida que los artificiales remanentes de la producción se encuentran con la materia orgánica de la naturaleza. Los ríos se arrastran por debajo de los mapas. El óxido y el viento se conocen.
y la luz agolpada temerosa
de entrar por las hendijas
al granero repintado de rojo
va a enredarse con mugidos de vaca
Aquí las percepciones del lector se van volviendo nudosas a medida que se cruzan los sentidos y se distorsiona la materialidad. La luz tiene el peso suficiente para apilarse, para caer, y los sonidos tienen la presencia necesaria para enredarse y hacerse tangibles.
Las imágenes no solo se mezclan, sino que se salen de quicio; las organizan nada más que un hilo delgado, apenas visible, de recuerdos desordenados y el goce hedonista de atar entre sí sonidos rítmicos y frescos. Los versos codician un lenguaje rico y asociaciones díscolas. En un poema, frases como “irradiación que orbita” caen rápidamente tras una imagen incorpórea “acodada en las vísperas” y voces “embriagadas con la elipsis”. Estas impresiones están organizadas no tanto en torno a alguna escena o discurso en particular, sino más bien a partir de sonido y ritmo, con sílabas que se suceden haciendo piruetas una tras otra y producen un encabalgamiento de pulsos regulares. De esa manera, Rodríguez Núñez sigue un recuerdo que “no cumplió su deber”, un recuerdo que “se extravió en otras huellas”.
En medio de temas tales como la naturaleza y la revolución, también surge en esta obra cierta ars poetica cuando se tematiza la poesía en sí. Los poemas hacen referencias directas a sus propias sílabas, métrica y gramática, y llaman así la atención hacia una rebelión de la forma que no se somete al contenido en este poemario. Se le pide al lector que se pregunte si “duran más los sonetos que los fémures”, si el horizonte se puede disponer en sílabas y si la imaginación “cuando menos te deja pegajosas las manos” cuando se la moldea para volverla poema. En este libro, un paisaje de poética autocrítica se convierte en un espacio por explorar. Incluso en su estructura, los poemas, todos con métrica de soneto y sin rima, presionan la forma del soneto tradicional cuando algún verso beligerante la rebasa y se mete en los márgenes, con lo cual aporta una variación al patrón visual de las páginas y le da aire al ritmo. En conjunto, Rodríguez Núñez toma el croquis mismo de su poesía y lo interroga, innova sobre él, señalando con algún gesto repentino el modo en que la prosodia y la forma son, en sí mismas, hacedoras de significado.
La temática amplia y plural de este poemario señala la multiplicidad identitaria del propio Rodríguez Núñez. Como poeta que quita toda centralidad a la obsesión en torno a la idea de nación, mediante el cruce de fronteras y una pertenencia local difusa, no da la menor impresión de tener ni una intención ni una dialéctica arrolladoras, y quizás este poemario no sea más que una instancia de su cambiante yo, su “mundo que se bambolea”, una intersección momentánea de recuerdos, imágenes y tempos.
La honda traducción de Katharine M. Heeden es colaborativa y generativa. Abre el libro con una introducción fundacional: describe su abordaje de la traducción como una espiral en la que las interpretaciones son capas que se superponen; “nunca se repiten… porque el conocimiento se traduce también y siempre”. A partir de ese imaginario, la traducción se vuelve libre de curvar el original y alejarse de él, y de experimentar así distorsiones y derivaciones que amplían el texto, a la vez que participa de su influencia, de su intención.
Esa estrategia se vuelve visible en la traducción de Hedeen al inglés, en especial en la ambigüedad suscitada por la forma gramatical. Veámoslo en la siguiente estrofa:
to read the horizon
hunches in bloom alongside the path
that heads down to the kestrel nests
soot of sonnets unassembled1
En el segundo verso, la palabra hunches2 juega con dos categorías gramaticales, con el movimiento de un verbo y el peso de un sustantivo. Esa ambigüedad incita al encabalgamiento y crea así un prudente desborde mediante el cual el lector siente el tironeo de la continuación, a la vez que lo detiene la pluralidad de la forma. Como la doble función de la palabra hunches no aparece en el original, este momento agrega una curva a la espiral de la traducción; es una nueva creación que colabora con la enmarañada confusión del original. Del mismo modo en que Rodríguez Núñez anuda y superpone sus imágenes y recuerdos, Hedeen superpone estructuras gramaticales y ofrece así formulaciones y tempos alternativos.
Hedeen además rehace el sonido, con lo cual permite que el inglés ensamble nuevas resonancias, nuevos ritmos. Con ese espíritu, se combinan y se redistribuyen todas las estrategias sonoras, dado que Hedeen utiliza una determinada gama de recursos que, reunidos, crean una atmósfera nueva y hermanada en la traducción. Por ejemplo, en la versión en inglés hay más aliteraciones, recurso que se asocia con flexibilidad con la ubicua métrica de Rodríguez Núñez: “marrow of the minor star” (médula de la estrella menor), “a mossy cloudscape / swamp molasses» (un celaje musgoso / melazas de pantano)3. El sonido de Rodríguez Núñez encuentra nuevas formas en la traducción de Hedeen, el mismo movimiento pero otro compás, “una interpretación sobre otra, pero nunca la misma”.
Todo indica que el abordaje traductor de Hedeen en esta obra está imbuido del texto mismo, un texto que cuestiona la estabilidad y la completud en todo momento. Rodríguez Núñez prepara el terreno para la traducción de Hedeen minimizando su propia condición de autor cuando escribe que “el origen se anuda en los cruceros”. El movimiento en espiral de Hedeen y los anudamientos de Rodríguez Núñez se funden y ponen a prueba las expectativas de equivalencia y semejanza por parte del lector, y fomentan, en cambio, la productividad y la continuidad como funciones de la traducción.
y ponerse a sembrar
conciencias que pierden el orín cuando las vuelves
a usar en el despaje
desde un granero rojo
Mallory Truckenmiller Saylor
Universidad de Iowa
Traducción de Daniela Betancur
1 Original: “leer el horizonte / las cábalas en flor junto al sendero / que baja hasta los nidos de cernícalo / el hollín de sonetos sin armar”.
2 En español, el sustantivo puede traducirse como “cábalas” y el verbo, como “se encorva”. N. de la T.
3 Original: “a la estrella menor que da sentido / se le escarcha la médula”.