guillotine. Eduardo Corral. Minneapolis: Graywolf Press. 2020. 72 páginas.
El segundo libro de Eduardo Corral, guillotine, incluido en la lista larga del Premio Nacional del Libro de Estados Unidos, es una colección de poesía que canta “viva mi Sinaloa/ vivan los mojados.” Capturada en los paisajes oníricos del desierto de guillotine, la obra exprime una sensación ansiosa de vacilación entre mundos, a la que se le conoce en la filosofía mexicana como zozobra. Corral evoca a la ambivalencia y desintegración a medida que profundiza en su investigación sobre la identidad chicanx al examinar las migraciones peligrosas por el desierto de Sonora. En contraste con su primer libro, Slow Lightning, que presenta una sola voz autocrítica, guillotine es una obra polifónica que da vida a un elenco diverso de personas dedicadas a cruzar fronteras. Lo que surge de las tensiones existentes entre y dentro de estas voces es una indagación original y provocadora de la zona fronteriza tanto como lugar geográfico como condición existencial, manifestación que desorienta, es muchas veces brutal y asombrosamente hermosa.
Como señala Gloria Anzaldúa, así como otros académicos chicanx, la frontera no es simplemente un espacio físico, sino algo que existe en los corazones, las mentes e incluso en los cuerpos de los mestizos, descendientes de colonizadores y colonizados. Por lo tanto, la frontera representa una posición intermedia, o lo que en la filosofía azteca y el lenguaje náhuatl se conoce como nepantla, un espacio de desintegración social, una oportunidad que ofrece la posibilidad de trascender las limitaciones binarias, así como los rígidos paradigmas coloniales de identidad. Es en lo incierto de nepantla donde experimentamos la sensación inestable de zozobra. De hecho, algunos filósofos han argumentado que la condición de nepantla y la sensación de zozobra son los elementos organizadores fundamentales de la identidad latina.
En guillotine el desequilibrio de la zozobra surge como una ambivalencia entre dicotomías tales como la sumisión y la dominación, el terror y el deseo, la violencia y el placer, lo santo y lo malo, la religión y el sacrilegio, Estados Unidos y México, el yo y el otro. Una voz lírica, titubeando de manera ambivalente en la frontera del asco y el hambre, confiesa: “When I read his flesh fell/ off the bones, my stomach rumbled, my mouth/ watered” [“Cuando leí su piel se cayó/ de los huesos, mi estómago retumbó, mi boca/ se hizo agua”]. Corral ha explorado con anterioridad la ambivalencia en los contextos del pecado, el castigo y la identidad queer chicanx a través del léxico de BDSM con palabras como “obediencia” y “amo” y el símbolo de la serpiente. Ahora invoca el símbolo del alacrán al tiempo que examina las dinámicas tensas y a menudo violentas dentro y entre los que cruzan fronteras: el migrante, el narco, el coyote, el funcionario policial de patrullaje fronterizo. En el poema que da título al libro, la voz poética sostiene a un colchón en anticipación ambivalente a una intensa sensualidad y violencia, mientras los alacranes trepan en su piel y pasan una hoja de afeitar por su cuerpo de forma provocadora, en diálogo con la tortura y la extorción de los narcos quienes, como alacranes, causan pasmo y pavor en México.
La zozobra también surge en guillotine como respuesta a representaciones de la desintegración violenta en las fronteras, donde el yo se deshace y emerge un nuevo concepto de integridad. Las partes del cuerpo minan el desierto de guillotine y el propio título de la obra sugiere la decapitación. Las desintegraciones más violentas son retratadas de manera pasiva y el sujeto, o perpetrador de la violencia, es omitido. Sin embargo, algunas voces se violentan a sí mismas y en estos casos el sujeto y objeto a menudo se fusionan en una especie de autodestrucción. Por ejemplo, se percibe una voz poética que se dice “inútil” y pellizca un lunar de su piel. No obstante, otras instancias de daño auto infligido se extienden a familiares, por ejemplo, con un sujeto lírico cuya madre odiaba su “cara de indio” y este perpetra esta misma violencia hacia su propio hijo, notando “for the first time,/ the hideous shape/ of his nose” [“por primera vez,/ la forma espantosa/ de su nariz”]. Esta violencia interiorizada representa una ambivalencia hacia el yo dentro del sujeto mestizo, en la cual se desintegra la frontera entre el europeo y el indígena norteamericano y representa, asimismo, una afirmación de control e intervención frente a la desintegración.
A pesar de que la zozobra surge en guillotine como contenido, el efecto más desorientador del texto es quizás su forma, ya que el lector se depara con versos impactantes y trayectorias entretejidas que reflejan el traslado de migrantes perdidos y desorientados en el desierto. Asimismo, el texto presenta un conjunto de poemas de asociación libre, como “chinga tu madre gringo™/ BUILD/ hey illegals ICE/ THE WALL STOP DRUGS/ is coming/ bidi/ I ♥ brown A$$,” [chinga tu madre gringo™/ CONSTRUYE/ oye ilegales ICE/ LA MURALLA PARA LAS DROGAS/ ya viene/ bidi/ yo ♥ A$$ marrón”], versos que juegan con la experiencia fronteriza y presentan palabras impresas superpuestas, borrosas, en distintos estilos y tipografías. En guillotine, el movimiento de las formas, entre hablantes e idiomas y la vacilación ambivalente y desintegración en el contenido, juntos captan la experiencia discordante y desorientadora del acto de moverse entre mundos en la zona fronteriza.
Lo más poderoso de guillotine son las figuraciones de la frontera entre México y Estados Unidos, en las cuales se exploran las perspectivas de los migrantes, tal como ocurre en un conjunto de poemas polifónicos titulado “Testaments Scratched into a Water Station Barrel” [“Testamentos rasgados en un barril de agua”]. Solo algunos de los poemas escapan de esta temática, por ejemplo, cuando Corral salta de continente para construir versos focalizados en España. Pese a los ocasionales desplazamientos fuera de sus temáticas centrales, el libro ofrece una exploración única y penetrante de la zona fronteriza, en la cual es posible ir más allá de los paradigmas coloniales reduccionistas y cotidianos. Aunque la desorientación que surge de las imágenes de zozobra nos enfrenta con la brutalidad y lo absurdo, las imágenes recurrentes de bodas en el texto dan el sentido esperanzador que en el espacio incierto de nepantla existe la posibilidad de integración y trascendencia. En la frontera, donde reina Nuestra Señora de la Santa Muerte como una presencia hermosa y a la vez grotesca, esta integración no solo es posible, sino también necesaria para la sobrevivencia.
Petra Salazar
Traducción de Megan Morrissey