Poeta y traductora dialogan a raíz de la traducción y publicación de The Mistaken Place of Things (Eulalia Books, 2024) de la poeta mexicana Gabriela Aguirre, traducido al inglés por Laura Cesarco Eglin.
Laura Cesarco Eglin: Sé qué tenés otros libros tuyos traducidos al portugués, ¿cómo fue la experiencia del proceso de traducción del Lugar equivocado de las cosas (2011) al inglés?
Gabriela Aguirre: El libro mío que fue publicado al portugués es precisamente El lugar equivocado de las cosas y la verdad es que en ambos casos (también ahora que tú has hecho la traducción al inglés) la experiencia del proceso de traducción ha sido para mí algo totalmente nuevo y aleccionador. Me ha hecho volver a los poemas del libro preguntándome el origen de la selección de ciertas palabras y de ciertas imágenes pues para conservar el sentido poético de los versos hay que volver a ella. Entonces recuerdas como poeta que las elecciones verbales son finalmente las que conducen al lector a la construcción de un imaginario poético que tú como traductora buscas a toda costa preservar. Ha sido como volver a andar por un camino ya conocido pero ahora de la mano contigo mientras me preguntas por elementos que vamos encontrando en el paisaje y en los que yo tal vez no había reparado, o no al menos desde tu punto de vista. Por eso digo que ha sido aleccionador: he aprendido más de mis propios poemas y de mi propia poética a partir de las preguntas que tú te hacías como traductora, y me hacías a mí como autora.
Por lo anterior creo que la pregunta obligada que yo te haría es ¿cómo ha sido para ti el proceso de traducción de El lugar equivocado de las cosas? Pero primero —y esto es casi una duda del corazón—, me gustaría saber por qué elegiste traducirme precisamente a mí y no a otro autor.
L.C.E.: Me gusta esa imagen de ir de la mano, la traductora mostrándole a la poeta el paisaje, desfamiliarizado un poco y a la vez, volviendo a casa. Cuando me prestaron tu libro, me encantó ya el libro como objeto, la edición. Y me enamoré de la voz poética, en su investigación y búsqueda y este ensayo de estar presente y ausente en distintos lugares literales y metafóricos. Y me parece fascinante ver cómo otro poeta mira el mundo. En este caso vos, y las preguntas que te hacés en este libro. Quería seguir leyéndote, ir conociendo tu texto, ir conociéndote a vos.
Otra cosa que me encantó fue escucharte leer algunos poemas porque le agregó una capa más a la lectura que yo había hecho de tus poemas. Ahí vos fuiste la que me llevaste de la mano por el paisaje.
El proceso de traducción con cada poeta que traduzco es diferente, porque la traducción genera diálogos, relacionamientos y, por ende, con cada poeta se genera una dinámica diferente. Entrar en estos múltiples diálogos me encanta. El diálogo mío con tu poemario, el diálogo entre vos y yo, el diálogo entre nuestros textos, etc. Y a mí me gusta mucho ir contándole, como hice contigo, a la poeta que estoy traduciendo, qué decisiones tomo y por qué, e ir conversando sobre el lenguaje, aclaraciones, seguir leyéndote en otro plano. Un disfrute total.
Me pregunto si para vos, estar en este proceso de traducción, se vuelca en tu proceso creativo (poesía). O sea, ¿te inspira? ¿te genera ganas de escribir? ¿O para vos la traducción no está unida a tu poesía?
G.A.: No había pensado en eso. Me parece que me acerca (el proceso de traducción) a mi proceso creativo, en el sentido de que me vuelve consciente de la hechura de mis poemas. Me hace, como te decía, verlos con cierto extrañamiento; y pienso que todo aquello que nos concientice respecto a nuestra poética nos acerca a la creación de nuevos poemas. Y es que además al conocer tu lectura de mis poemas leía mis poemas pero también ahora “tus” poemas, lo cual me volvía lectora de un proceso escritural que, si bien partía del mío, ahora era el tuyo: tu mirada, tu manera de verbalizar un imaginario. En otras palabras, y retomando las tuyas, el diálogo entre poetas —y tú lo eres—, entre poemas, entre poéticas, siempre nos invita a escribir.
Y a propósito de esto se me ocurre preguntarte qué eres más, ¿poeta o traductora? Y ya de pasada, ¿cómo es que una poeta se vuelve traductora?
L.C.E.: Veo las dos prácticas como parte una de la otra; siempre están en diálogo y ambas surgen de mi perspectiva. Es decir, de mi visión del lenguaje y la poesía: la agencia del lenguaje, la responsabilidad que conlleva usarlo. Entiendo la poesía y la traducción como un modus vivendi y operandi porque la poesía y la traducción son precisamente la práctica de cuestionar y desafiar el statu quo. La poesía y la traducción son prácticas de la profundidad: requieren parar, observar, leer atentamente (un texto, una situación, una persona, el mundo), prestar atención. La poesía y la traducción nos llevan a pensar, a pasar tiempo con lo que se siente, a ser críticos, a encontrar otros caminos y, sobre todo, a entender que mi camino, mi mirada, no son el único camino ni la única mirada. La traducción y la poesía no permiten tales engaños.
Primero fui poeta y después entré al mundo de la traducción literaria, aunque la pluralidad de idiomas, los acentos, las diferentes culturas siempre fueron parte de mi vida. Ser poeta y traductora me permiten vivir en la multiplicidad. También me abre posibilidades de abordajes creativos.
Esto me lleva a El lugar equivocado de las cosas, porque justamente es un libro de la observación, donde la voz poética observa su alrededor, su pasado. Recorre lugares, posibilidades, espacios. Dado que es un libro que publicaste en español en el 2011, ¿sentís que ya cerraste esa línea de investigación? ¿Cómo se relaciona este libro con la poesía que estás escribiendo ahora?
G.A.: Me encantó tu última respuesta, mi Lau. Ciertamente, eres una poeta que traduce y una traductora que poetiza: es decir, en tu caso ambas actividades se nutren la una de la otra. Pienso que eres traductora porque eres poeta y eres poeta porque traduces. Si no creyeras en esto —si no fuera esta tu visión del lenguaje y de la poesía, como bien señalas— no habrías ni siquiera traducido mi libro. Yo no traduzco, pero pienso como tú que la poesía es un modo de vida, una manera de estar en el mundo. Creo firmemente en eso, y creo que también por eso nuestras poéticas han conectado.
Volviendo a tu pregunta —primero debo decir que me gustó que le llamaras “línea de investigación” pues pienso que un escritor es efectivamente un investigador—, yo te diría que en algunos casos ya cerré ciertas líneas y en otros no solo no las he cerrado, sino que pienso que seguiré escribiendo de eso probablemente toda mi vida. Hay temas que nos atraviesan y que por lo tanto se vuelven recurrentes en nuestra escritura. Uno de los que posiblemente se han cerrado es el de la frontera y el desierto porque responden a un momento muy específico de mi historia, incluso a un momento geográfico de mi vida. Entre los recurrentes está por ejemplo el cuerpo, el otro —llámese familia, amante, amiga, etcétera—, el amor y el desamor, la locura. Un ejemplo son algunos poemas que estoy escribiendo ahora sobre los cambios en mi cuerpo por la menopausia u otros sobre mi última ruptura amorosa. De esto último quisiera tal vez no estar escribiendo pero bueno, así sucedió y los poemas han comenzado a salir.
Sin embargo, mientras pensaba en esta respuesta, y releyéndola, caí en la cuenta de que no necesariamente se cierran para siempre los temas. Es decir, podría en algún momento volver a escribir de la frontera y del desierto —lo que cambiaría en todo caso sería el lugar desde el que se enuncia, que ese sí ha cambiado pues me encuentro ya en otro momento. Pero no puedo en realidad asegurar que no volveré a escribir nunca más de eso. Habrá tal vez quien pueda estar seguro, yo no.
Y a propósito de cerrar y abrir o no, ¿seguirás traduciendo/escribiendo poesía? ¿o has pensado en incursionar en otros géneros?
L.C.E.: Siempre me fue difícil ver y hablar del futuro más allá de los próximos seis meses. Puedo decir que ahora estoy con la poesía (escribiendo/traduciendo). Pasar a otro género también implica dejarse, es decir, dejarse explorar otro género si es que uno quiere. Tal vez entonces mi respuesta sea, seguiré preguntándome o, más que nada, escuchándome para saber hacia dónde ir. Lo que sí, es que sé que la poesía va a estar siempre en el presente. En el pasado, en el futuro.
Me encantaría hacerte esa pregunta a vos también: ¿has pensado en incursionar en otros géneros?
G.A.: Me encantaría ser autora de cuentos o de novelas, son géneros más socorridos editorial y económicamente; pero la realidad es que, aunque soy capaz de leer y analizar textos narrativos o ensayísticos, no sé ejecutar las técnicas narrativas. Eso por un lado. Y por otro, pienso que cada género posee una respiración, un ritmo. Y por supuesto, también cada género tiene intenciones diferentes y de acuerdo a ellas se construye un universo literario. Mi respiración, mi ritmo, son poéticos; y mi intención al presentar un personaje —por ejemplo— es también poética. En ocasiones mis poemas cuentan cosas y por ellos se pasean personajes, pero no han tenido nunca la intención de ser cuentos. En El lugar equivocado de las cosas hay varios poemas que narran: un viaje a las dunas del Desierto de Samalayuca, una intervención quirúrgica, una historia amorosa.