Nota del editor
Los siguientes poemas de Gabriela Cantú Westendarp aparecen en Dangerous Matter, traducido al inglés por Lawrence Schimel, disponible en otoño de 2018 (Literal Publishing/UANL).
Poemas de “MATERIAL PELIGROSO”
II
Algunos materiales pueden ser
peligrosos, el exceso de luz —por ejemplo—
puede provocar una ceguera temporal o, por
el contrario, puede inducir a un estado de
clarividencia, que si fuera el caso, también
es temporal. El efecto depende del objeto
que irradia el brillo y de la capacidad de respuesta
del otro. El otro eres tú. Tú cuando te alejas y
te observas extraño, tú cuando no reconoces tu
propio cuerpo y sus reacciones, tú cuando
pronuncias frases que te parecen ajenas, tú cuando
estás justo en el momento de caer al sueño y
te resistes, tú cuando eres golpeado por la luz
y por unos momentos te sientes la presa de un
animal salvaje, sensación que parece eterna,
pero que en realidad —como dije— es temporal
y si tienes suerte te abrirá una puerta.
III
Ciertas cosas deben verse solo por unos
segundos, de otra manera se arriesga demasiado.
Me explico. Hay miradas cuya fuerza puede llegar
a erosionar los bordes, la superficie y, en ocasiones
extremas, las entrañas si entrañas tuviese el objeto.
El efecto no se limita al exterior, ocurre un fenómeno
de espejo. El adentro del que mira también puede sufrir
la erosión y por lo tanto la advertencia, por así llamarla, es
en ambos sentidos. Con esto no quiero decir que los
aludidos deban abstenerse de ejercer la contemplación
—de ninguna manera—. Son ellos los que la practican
con más insistencia, quizá también con mejores
resultados. Una mirada breve, muy breve, puede ser
suficiente, puede ser incluso mucho más intensa y efectiva
que una más prolongada. No es lo mismo mirar que mirar.
Llevar a cabo esta acción implica, paradójicamente, cerrar
los ojos, volverse adentro y construir la imagen.
Poemas de “LOS SÍNTOMAS”
I
Hice algunas lecturas tiempo atrás sobre el
cuerpo y el alma. ¿Son en verdad las necesidades
del cuerpo las del alma? A veces pienso que sí, que
hay una tremenda coordinación entre las partes.
Esos días funciono como una orquesta que
interpretara “Las cuatro estaciones”. Me siento
como si fuera la ciudad de Cuernavaca —en donde
solo he estado en dos ocasiones— pero que sin duda
tiene el mejor clima del país. Pero
también debo decir que hay momentos en que las
partes no logran coordinarse. A veces amanezco con
el espíritu claro y dispuesto a cruzar el día haciendo
nuevas composiciones y resolviendo los más difíciles
acertijos, pero el cuerpo no me responde, y me siento
como un animalito lesionado, digamos una paloma con
su ala quebrada. Entonces tengo que guardar reposo y cerrar
los ojos y provocar algo así como un desdoblamiento,
una fuga para no estallar.
II
Como si no hablara lo suficiente durante el día dicen
que hablo mientras duermo, y creo que dicen verdad.
Anoche me despertó mi propia voz como si fuera la de
alguien más. Parece que algunas de mis frases nocturnas
tienen que ver con fechas y nombres, pero en ocasiones
también maldigo, es decir, digo palabras altisonantes, palabras
que dichas a plena luz del día y en plena consciencia no me
preocuparían. Aseguran que solo el 5% de los adultos padecemos
de somniloquía —palabra científica que hace referencia al hablar
mientras se duerme—. Aseguran también que en esas recitaciones
están mezclados elementos reales y fantásticos. Es cierto que padezco
ciertos trastornos del sueño y que a veces me gustaría poder dormir
tres o cuatro días seguidos sin interrupción alguna; y aunque estoy
cierta que eso está lejos de ocurrir no pierdo la esperanza.