Un fenómeno en el mundo hispanohablante, la literatura de Mónica Ojeda ha sido traducida al holandés, inglés, francés, griego, italiano y portugués. Aprovechando la oportunidad de este dossier, algunos de sus traductores conversaron sobre la experiencia de traducir su obra.
Alba-Marina Escalon tradujo Mâchoires (Gallimard, 2022) al francés, Els Thant publicó el cuento “Gestold bloed” en holandés en PLUK, Ifigenia Doumi tradujo Mandíbula (Skarifima, 2021) al griego, Massimiliano Bonatto tradujo Mandíbula, Nefando y Las voladoras al italiano (Polidoro editore, 2021; Polidoro editore, 2022; Polidoro editore, 2023), Sarah Booker tradujo al inglés Jawbone (Coffee House Press, 2022; New Ruins, 2022), Nefando (Coffee House Press, 2023), “Earthquake,” publicado en Southwest Review (2022) y, junto a Noelle de la Paz, co-tradujo“Soroche, pronto a publicarse en Calico Series de Two Lines Press en 2024.
LALT: ¿Cómo llegaste a la obra de Mónica Ojeda?
Alba-Marina Escalón: Cuando Gallimard me confirmó que sería yo la traductora de Mandíbula, no pude ser más feliz. Cuatro semanas antes, el editor me había mandado, para que hiciera una prueba de traducción, unas páginas escalofriantes relatando un extraño secuestro. Me lo mandaron sin darme detalles. No sabía de qué novela se trataba, ni de qué autor, ni de qué país. Fue como una cita a ciegas con el texto. Este envío coincidió con un viaje al mar Pacífico que había previsto, así que la lectura y mis primeras líneas de traducción —a mano y en unas hojas sueltas— sucedieron como en un sueño, entre olas, viento, arena y sol. El estilo, el ambiente, los personajes, todo me capturó de inmediato. Por el tema del secuestro pensé que se trataba de un autor mexicano, pero cuando supe que era un texto de Mónica Ojeda, me dio mucho gusto expandir mis fronteras hacia el Sur. Como soy franco-mexicana y vivo en Guatemala desde hace más de 10 años, casi siempre trabajo con autores centroamericanos o mexicanos. Sin embargo, Ecuador me pareció muy familiar, y no fue un problema adaptarme a los modismos ni al ambiente de Guayaquil.
Els Thant: Descubrí la obra de Mónica recorriendo las estanterías de la librería de mi barrio en Quito, Ecuador. Me encanta su estilo poético y la riqueza intertextual de sus historias. El imaginario andino está muy presente en el trabajo de Mónica y para mí resulta un entorno familiar, con el cual me identifico. El proyecto concreto de traducir un cuento de Ojeda nació hace un año en el marco de mi clase de traducción literaria en la Universidad de Ottawa. Ha sido un viaje largo y fascinante, desde el primer borrador, pasando por un proceso de revisión profunda, hasta la publicación que está prevista para este mes. Será mi primera traducción publicada, el inicio formal de mi carrera como traductora literaria.
Ifigenia Doumi: Fue gracias a Skarifima, una editorial chiquita en Grecia. A ellos les interesa la literatura latinoamericana, en especial la contemporánea. Además de Ojeda, han publicado a Carla Bessa (Brasil), María Fernanda Ampuero (Ecuador) y Rita Indiana (República Dominicana). Ellos me contactaron para ver si me interesaba traducir el libro. Apenas le di una mirada supe que me iba a encantar y acepté. Y resultó que nos fue muy bien: el libro tuvo una buena acogida del público y quedó en la lista de finalistas para la primera edición de un premio de traducción literaria organizado por el Festival LEA (Literatura en Atenas) en 2021. También tuve la oportunidad de conocer a Mónica en Madrid, que es como el sueño de cualquier traductor.
Massimiliano Bonatto: Conocí el trabajo de Mónica Ojeda en 2018, cuando salió Mandíbula. Entonces recién empezaba mi carrera de traductor literario y estaba leyendo a muchos autores latinoamericanos para proponerlos en Italia. Un día la agente de Mónica, con la que estaba ya en contacto, me mandó su nueva novela. La leí en dos días, completamente absorbido por la historia y petrificado por la potencia de la voz de la autora y las voces de los personajes femeninos, por la fuerza y la actualidad de los temas abordados. Así que redacté una presentación del libro y de la autora, traduje unos pasajes del texto y bombardeé con emails a diferentes editores que podrían estar interesados. Al cabo de un par de años, un editor decidió dar el paso y así empezó todo.
Sarah Booker: Llegué a la obra de Mónica en 2017 gracias a Bogotá39, que hace una selección de los escritores más prometedores de menos de cuarenta años. Me atrajo que fuera ecuatoriana porque había estado un tiempo ahí y me ilusionaba que la literatura de Ecuador tuviera mayor representación a nivel internacional. También me intrigó su interés en la tecnología. En ese momento acababa de salir Nefando, que llamó mucho la atención por cómo muestra el lado oscuro de la tecnología. Tuve la suerte de estar en España cuando Mónica se mudó allí y pude encontrarme con ella en varias oportunidades mientras promocionaba Mandíbula. Me interesó particularmente la forma que tiene Mónica de retratar el miedo, así como su uso creativo constante del lenguaje.
Noelle de la Paz: Primero leí “Terremoto” en una revista online cuando andaba en busca de cuentos de mujeres latinoamericanas para traducir. Me impresionó cómo Mónica hace uso de la lírica de una poeta en su prosa y en seguida me pedí una copia de Las voladoras y me puse a leer. Respeto mucho la forma breve del cuento y su habilidad para la compresión. De esta colección, me entusiasmó la mezcla que se hace de la mitología andina y de un profundo sentido del lugar junto con lo apocalíptico, lo femenino y lo grotesco. Fue gracias a la generosidad de la comunidad de traductores que me rodea (mi colega Jenna Tang sabía que tenía ganas de traducir Las voladoras y me puso en contacto con Sarah Booker, la traductora de sus novelas al inglés) que pude charlar con Sarah sobre nuestra admiración compartida por la obra de Mónica y la posibilidad de hacer una colaboración. Cuando surgió la oportunidad de traducir juntas, en seguida acepté la invitación.
LALT: ¿Podrías compartir un desafío en particular que enfrentaste en la traducción?
A-ME: La traducción de Mandíbula fue un trabajo que duró nueve meses. Ciertos capítulos representaron más dificultad que otros, ya sea por la temática o por el estilo. Mónica Ojeda tiene un universo personal muy complejo y eso se refleja en su poética. Un ejemplo de ello fue el capítulo 3 que relata la entrevista laboral de Miss Clara. Se compone de frases muy largas entrecortadas por oraciones subordinadas entre comas, las que a su vez se ven interrumpidas por otras frases entre guiones o paréntesis. El desequilibrio mental del personaje enfrentado al estrés de una entrevista se refleja en estas construcciones complejas y enrevesadas y replicarlas sin que sonara artificial en francés fue uno de los principales retos. También fueron difíciles de traducir ciertos apodos que hacían referencia a elementos culturales propios del Ecuador, como el apodo de Miss Ángela, alias Baldomera que decidí traducir como Black Mamba por tratarse de un personaje literario afroecuatoriano marginal propenso a la violencia. Si bien la referencia a la película Kill Bill es un poco forzada, no suena disonante y es un apodo que podrían dar unas adolescentes a su maestra. Me pareció interesante traducir ese apodo para que el lector francés no se perdiera esa caracterización.
ET: “Sangre coagulada” es una historia contada por una niña y fue todo un desafío transmitir el estilo poético de Ojeda, el ambiente particular del páramo ecuatoriano, las vivencias fuertes y el lenguaje a la vez propio de la niña, pero también ajeno a ella. Las descripciones son muy poéticas e incluso filosóficas. El cuento incluye varias referencias a Dios: una cabeza de gallina, por ejemplo, es descrita como una redondez perfecta, como Dios, y cuando ésta se cae al piso, rueda y parece “geometría divina”. Todo es ritmo y poesía, por eso más que nunca leí mi traducción en voz alta para asegurarme de haber reproducido ese ritmo en neerlandés. Otros desafíos fueron la localización de las referencias culturales, los neologismos (varias denominaciones para el color rojo de la sangre) y temas recurrentes (la sangre, el agua, las gallinas, Dios, el tiempo). Mónica Ojeda aborda temas como la violación y el aborto de una manera tan poética y desde la inocencia de la niña, que uno se olvidaría de la crueldad que implican.
ID: El desafío principal fue seguir y mantener el ritmo de la narración. El suspenso de las partes que describen los juegos inquietantes de las niñas (que a veces me sobrecogía y traducía muy rápido y después tenía que volver a corregir una y otra vez), las partes densas sobre la maestra (que fueron de mis favoritas, me encanta este personaje), la sensación generalizada del miedo. Por otra parte, como no estaba muy familiarizada con la comunidad de “creepypastas” y sus narrativas online, tuve que ponerme al día. Pero todo esto es parte de la investigación agradable e interesante que se espera de los traductores.
MB: Desafíos hubo muchos. Uno de ellos fueron los diálogos, entre Annelise y Fernanda, por ejemplo, los que forman capítulos separados; y entre todas las chicas, donde la traducción tenía que ser lo más fluida posible y reflejar una manera de hablar juvenil y actual. Otro desafío fue traducir el capítulo donde Annelise y sus amigas están en una fiesta: el presente de la historia está entrelazado con escenas del pasado reciente y del pasado más lejano, cuando Annelise y Fernanda son más pequeñas. Mónica no da ningún referente temporal, por tanto, las frases se confunden y ya no sabes si está hablando de lo que pasa ahora o de lo que pasó antes, creando un efecto de aturdimiento y de pérdida total del control sobre lo que estás leyendo, lo que me parece fantástico. Pero al traducir, necesitaba enterarme muy bien de lo que estaba pasando, entonces subrayé en diferentes colores las diferentes frases según la temporalidad: en azul el presente y en rojo el pasado. Sólo así conseguí no perderme entre sus palabras.
SB: La forma que tiene Ojeda de superponer las voces narrativas la distingue como escritora, pues suele entretejer distintas historias en frases alternantes. Por ejemplo, hay un capítulo en Mandíbula que entremezcla la narración de Annelise de una historia de terror con la exploración de Fernanda y Annelise de la cultura online creepypasta. Hubo un desafío particular de traducción que vale la pena destacar. En uno de los capítulos finales de la novela, Fernanda y Annelise, de ocho años, están en la piscina y empiezan a comprender las vidas secretas que llevan sus madres. En esa escena, hay música de fondo sonando por los altoparlantes, y la versión en español de las letras de esas canciones van creando un efecto sonoro que se hace eco de lo que sucede en la narración. Por motivos de derechos de autor, no pudimos incluir todas las letras de las canciones en la traducción, pero de todas formas queríamos encontrar la manera de conservar ese efecto. Lo que hicimos en vez de reproducir la letra entera de “Poor Unfortunate Souls” fue utilizar solamente la primera frase de la canción y luego pasamos a una escena de la versión de Hans Christian Anderson de “La sirenita”. Al igual que la letra de la canción, la escena que elegimos incluir describe el encuentro de la sirenita con Úrsula y hasta menciona a un cocodrilo, que se relaciona con la historia de Annelise sobre su madre y con los cocodrilos que acechan en toda la novela. Si bien nos desviamos bastante en términos de ritmo, la intención fue preservar el efecto de la interrupción de la prosa al mismo tiempo que manteníamos las referencias temáticas.
NdlP: El cuento “Soroche” está contado a partir del punto de vista alternante de cuatro mujeres. El desafío más grande —que fue también lo que más me atrajo del cuento— tuvo que ver con el personaje de Ana. A nivel técnico, hizo falta prestar mucha atención a las opciones léxicas y al ritmo, así como también a la repetición y al lenguaje gráfico. Había que elegir las palabras precisas para retratar las descripciones corporales horripilantes y terroríficas en detalle y al mismo tiempo recuperar su cualidad poética. El objetivo era que los lectores tuvieran una experiencia de asco y fascinación al mismo tiempo. Por otro lado, si tomamos la traducción como una forma íntima de lectura —“meternos en la piel del protagonista y salir a caminar así”, como escribe Bruna Dantas Lobato— el desafío para mí fue convivir con la incomodidad de tener que meterme palabra por palabra en el horror de la humillación y el odio propio que se encuentran en el corazón del cuento.
LALT: ¿Cómo se recibe la literatura latinoamericana en tu cultura?
A-ME: En Francia, por fortuna, se traducen muchas literaturas. La cultura literaria es tan grande que hay lugar para todos los gustos, para todos los países. Hay editoriales cuyos catálogos reflejan una especialización en literatura latinoamericana (Métailié, Gallimard…), hay festivales que promueven autores latinoamericanos como Les Belles Latinas o hace algunos años el Festival Colibris en Marsella. Hay incluso asociaciones que tienen programas de apoyo para traductores que trabajan con autores de esa región. Desde el Boom de los años 70 esta literatura está muy bien recibida en Francia, sin embargo, me arriesgaría a decir que los autores de ciertos países como Argentina, Brasil, Chile, Colombia o México se traducen más que escritores de Centroamérica, por ejemplo. Si no fuera por Miguel Ángel Asturias, Rodrigo Rey Rosa o, recientemente, Eduardo Halfon, Guatemala no existiría en el imaginario francés. El caso de Mónica Ojeda es un caso aparte, y por eso soy feliz de ser su traductora al francés.
ET: La colección de cuentos Las voladoras es un buen ejemplo de un nuevo movimiento en la literatura latinoamericana contemporánea, el “nuevo gótico latinoamericano” o “gótico andino”. A pesar de que Mónica Ojeda fue galardonada en los Países Bajos con el Premio Príncipe Claus de la Próxima Generación 2019, todavía no se ha publicado nada suyo en neerlandés. Espero poder cambiar eso con la traducción de “Sangre coagulada” y otras de sus obras. En los Países Bajos existe una rica tradición en cuanto a traducción literaria. Muchos exponentes del famoso boom de los años 60 y 70 fueron traducidos, sobre todo por iniciativa de la editorial Meulenhoff. Hoy en día existe un renovado interés por obras provenientes del continente americano en general y Latinoamérica en particular. En cuanto a las editoriales, Ambo/Anthos ha desplazado a Meulenhoff y está apuntando bastante a la literatura hispanoamericana. En las listas de los mejores autores latinoamericanos rara vez se incluyen representantes de países pequeños como Ecuador. Tanto en los Países Bajos como en Flandes existen fondos para la promoción de la traducción de obras valiosas al neerlandés. ¡Yo ya estoy lista para traducir el resto de los cuentos de Las voladoras!
ID: Por año, se traducen (y publican) 50-80 libros del español y el portugués al griego. Más de la mitad de éstos provienen de América Latina (y casi todos del español). Los autores más reconocidos y publicados son García Márquez y Borges (a principios de los 80), y Cortázar y Allende (fines de los 80). En realidad, estos fueron los primeros autores que conocieron los griegos. (Por cierto, toda la obra de Cortázar se está republicando ahora). Después vino una segunda ola de autores latinoamericanos a principios de los años 90 y los 2000, como Roncagliolo, Chavarría, Gutiérrez y, por supuesto, Sepúlveda, quien pareciera gustarnos mucho (se están por publicar sus poemas reunidos). Luego vinieron Bolaño, Padura y Aira. Hay mucho interés en ellos ahora. Además, el Noir Latino es un género que parecería estar ganando terreno. Hasta hay una editorial que se especializa en él, Carnívora. No es muy común que un autor latinoamericano tenga varios de sus libros traducidos al griego, además de los que ya mencioné y tal vez algunos pocos más. Sin embargo, la gente a la que le gusta la literatura latinoamericana, me animo a decir, se obsesiona con ella. Es por eso que hay editores (tanto en editoriales pequeñas como en las grandes, como Castaniotis, Patakis, Opera…) que siguen en busca de clásicos nuevos y autores contemporáneos. Por otra parte, en los últimos quince años se ha organizado un festival literario muy prometedor en Atenas (y más recientemente en otras ciudades también). LEA (Literatura en Atenas) invita a autores de España, Portugal y América Latina y presenta sus libros y hasta organiza talleres de traducción y lecturas de poesía. LEA también ha establecido el premio de traducción literaria de literatura iberoamericana, cuya tercera edición tendrá lugar en mayo para libros publicados en 2022. Es un punto de encuentro interesante para lectores, escritores y traductores, y una forma muy linda de conocer gente y aprender más sobre la literatura en esos idiomas que, en términos del mercado editorial local —me temo—, no puede competir con el inglés, el francés, el italiano y el alemán.
MB: La literatura latinoamericana es bien recibida en Italia. Son muchos los autores traducidos y hay lectores que siguen con mucha atención lo que pasa en el continente. Hay editoriales especializadas en literatura latinoamericana, por ejemplo, Sur, Polidoro editore, La Nuova Frontiera, Gran Vía, etc. Se trata de editoriales independientes que trabajan muy bien con los autores, dando mucha visibilidad a los libros a través de presentaciones en librerías, ferias, festivales, e invitando a los autores en pequeñas giras por Italia. Y son las editoriales que más hacen un trabajo de búsqueda de nuevos autores, nuevas voces interesantes y no convencionales, por así decirlo, también arriesgándose mucho. Sobre todo, se traducen autores argentinos, mexicanos, colombianos, chilenos, pero en los últimos años el foco se está ampliando incluyendo otros países. Ecuador, por ejemplo, hasta hace poco casi no tenía autores traducidos en Italia. Con la llegada de Mónica Ojeda, pero también de Natalia García Freire y pronto de Yuliana Ortiz Ruano, los autores y autoras ecuatorianas están muy bien representadas.
SB: En Estados Unidos se publica bastante de literatura latinoamericana, aunque se la suele promocionar y vender bajo ciertos parámetros un poco reducidos. Se ha escrito mucho sobre el fenómeno editorial del boom latinoamericano y cómo éste ha dado lugar a que cualquier cosa latinoamericana que se aleje un poco de la realidad en el sentido estricto sea identificada como realismo mágico. Más recientemente, la literatura latinoamericana que pareciera estar recibiendo mayor atención, y que también ha funcionado como estrategia de marketing, es la que hace uso del horror y está escrita por mujeres de la región. Escritoras increíbles como Mariana Enriquez y Samanta Schweblin son parte de este fenómeno, y la obra de Ojeda se encasilla en parámetros similares.
NdlP: Es claro que hay un apetito por la literatura latinoamericana en los Estados Unidos. El boom latinoamericano trajo el realismo mágico a los lectores estadounidenses y continúa siendo un punto de referencia para la literatura que proviene de la región. Más recientemente, como dice Sarah, ha habido un interés creciente por lo que se ha denominado una nueva ola de horror/gótico latinoamericano. En este tipo de obras, se entremezclan el folklore indígena y urbano, las historias coloniales y políticas, y la violencia cotidiana de la vida moderna de formas tal vez más amenazantes que místicas. Como parte de la diáspora filipina, todos estos temas me recuerdan a las Filipinas y a la literatura filipina de la diáspora, con su pasado colonial compartido, y espero que las traducciones al inglés lleguen cada vez a más lectores con un interés en este lente comparativo.