Mhoris eMm es una voz emergente en la comunidad LGBT argentina. Escritor, poeta y artista de performance queer bonaerense, Mhoris forma parte de una nueva generación de artistas que surgieron en la segunda década del siglo XXI. Desde el 2014, ha publicado y ha tenido mucho éxito, ganando, por ejemplo, el concurso anual “Slam Capital” en el 2017. Sus obras representan el mundo “under” de Buenos Aires y desestabilizan lo que suponemos por la sexualidad. En su segunda colección No me toleres (2015), el narrador Bhoris caracteriza la problemática inherente de la homofobia al presentar un personaje, Juance, como un heterosexual que padece de heterofobia . lo queerestá muy presente en su producción literaria y abre un espacio donde nos invita a matizar la heteronorma. Está claro que en la irrupción donde nos muestra que, a pesar de los avances de derechos, mucha gente de la comunidad LGBT en Latinoamérica sigue manteniendo. Tuve la ocasión de conocer a Mhoris en junio del 2017 durante un viaje que hice a Buenos Aires con el fin de conocer la comunidad queer bonaerense. La entrevista se llevó a cabo el 14 de julio del 2017 en un restaurante de Buenos Aires.
Martin Ward : ¿Te describe más cómo autor o poeta u otro tipo de escritor?
Mhoris eMm : Yo me describo más como un poeta y artista de performance. Si hago algo más visible, es slam poesía, primero empecé a participar y después organicé un slam poesía en zona norte, en Vicente López. Ya había conformado una en la capital y había una en zona sur, con unas amigas que había conocido de slam , y hacíamos una zona de slam en el norte. Después, algo de performance queer , travestido y también poéticamente. Escribo, tengo libros que son más bien de narrativa.
M.W. : ¿Muchos escritores/artistas de la comunidad queer se conocen o conocen los textos de otros miembros de la comunidad?
M.e. : Conozco las obras, los textos, pero también hay como esa forma, como una especie de gueto en el cual por lo general muchos vamos a ver cuando otros presentes. Por ejemplo, acá en Buenos Aires se usa mucho que muchos escritores lean poesía en algún evento, o se maneja mucho esta forma de mostrar la producción artística en un evento artístico en que se invita a todo el público. La lectura en público por ahí se usa mucho.
M.W. : ¿Venta una nueva obra tuya este año?
M.e. : Sí, el 29 de julio. El primer libro que edité fue un libro de poesía slam que se llama Queridos heterosexuales . Quedan varios poemas que habia escrito para el slam . Eso los edité con una editorial de amigos, gente conocida que hizo una editorial nueva y editaron bastantes obras de slam poet , una colección que se llama Niños de los 90 , que editaron bastante gente joven. Después saqué el libro con Milena Caserola No me toleres . Después saqué un librito en una editorial independiente que se llama Ninguna peluquería abre los lunes que es de poesía, pero no es slampoesía. Ahora va a salir el 29 de julio otro libro de poesía slam que se llama Los vecinos de abajo saben cosas , que son los últimos textos que escribieron.
M.W. : ¿Por qué te gusta el slam poet más que otros tipos de poesía?
M.e. : Me gusta el slam porque tiene mucho de escena. No sé por qué me llamó tanto la atención porque escribía poesía no slam . El slam es mas libre y cuando fui a la primera presentacion de slam, me aluciné. Me gusta mucho porque es la poesía llevada del cuerpo en una especie de espectáculo, o sea no es solamente el poema escrito, sino que está configurado en una forma especular, o una forma espectacular. La persona que escribe cuando está escribiendo está pensando en el poema y la escena. A mí me gusta mucho el teatro y me gusta la literatura. Entonces eso generaba dos cosas grandes que me gusta hacer. Es natural que me atraiga. También hay algo de performance donde le doy más lugar al actoral y lo poético que es un poco aislado, pero también aparece el texto literario teatral en sí. Me parece que el slames un género en sí mismo, escribe este género en sí mismo. Decir que sí o no es poesía, para mí, sí es poesía y es una poesía muy particular. Tiene sus cosas. A mí me gusta escribir otro tipo de poesía, pero en este momento, me interesa más el slam .
M.W. : ¿Qué palabra mejor describe No me toleras ? ¿Obra?, ¿texto?, ¿poesía?
M.e. : Para mí, No me toleres es una obra de varios tipos de textos, como la historia de Juance, la cumbia del HPV y el poema épico. Porque son muchas cosas distintas adentro y es, más bien, como un pastiche. Hay una mezcla de cuatro cosas distintas. La historia de Juance, estaba estudiando la literatura en ese momento y venía leyendo muchos autores del barroco. Entonces, en el país, estaba la discusión de la ley de medios cuando escribí Juance. Estaba más afectado por las discusiones sociales del momento. También estaba cursando comunicación. Es decir que el concepto de heterofobia me viene rondando. Yo creo que lo escribi muy afectado por la epoca. Eso me inspiró mucho.
M.W. : ¿Sigue siendo la homofobia un problema acá?
M.e.: Sí, en Argentina es un problema. En las ciudades, más o menos, incluso Buenos Aires. Depende de donde vayas. Podés pasear por el centro de Buenos Aires con la mano de un chico y todo está bien. Podés ir a otra parte y la situación es otra. Salir de la ciudad e ir al urbano, la situación es totalmente otra. En el interior de las provincias es mucho más drástico. No hace muchos años que todavía hay casos de chicos que se suicidan en el interior por la homofobia. En Buenos Aires se vive una realidad muy distinta de todo el país.
M.W.: ¿Es tu obra (No me toleres) una obra queer y política?
M.e.: Sí, yo creo que sí por qué el escritor es queer. La obra habla sobre lo queer. Me parece que son dos cosas que se congenian. También No me toleres es una obra política pero toda obra es política. La escribí para expresarme. Eran textos que tenía escrito hace varios años y quería sacar un libro y a estos textos me gustaban mucho. Ahora me parece muy divertido, la gente cuando lo lea que se divierta como yo. Me parece que es divertido y político a la vez. Son situaciones para nada heteronormadas todas, la heterofobia no existe, y después la cumbia del HPV.
M.W.: ¿Un autor que no es queer puede hablar de lo queer en su obra?
M.e.: Sí, un autor que no es queer puede hablar de lo queer y un autor que es queer puede tener una obra que no es queer. Para mí, ahora, pensándolo bien se podría decir que la obra es queer cuando habla de la temática queer, en los hechos, en los personajes. Y pues también lo que ocurre es que hay un montón de escritores que se dedican exclusivamente a lo queer o lo queer aparece repetitivamente en varias de sus obras. Entonces ahí me parece que se podría hablar de un escritor queer más allá de su género y su identidad sexual.
M.W.: ¿Entonces, que es lo queer? ¿Es un término abarcativo? ¿Tiene una connotación negativa en Argentina?
M.e.: Es un término anglosajón del que nos hemos apropiado. Acá las palabras para referirse a la comunidad LGBT, que son ofensivas, siguen siendo ofensivas: “maricón”, “puto”. Por ahí, hay palabras como “torta” que no perdió la ofensividad. “Puto” ha perdido un poco la ofensividad, pero siguen siendo palabras con un grado de denigración. También depende de si la persona que las usa es parte de la comunidad o no.
M.W.: ¿Cree que lo queer puede ser una fuerza para desestabilizar lo hegemónico de la cultura argentina?
M.e.: Creo que lo queer desestabiliza en el sentido desde la visibilización. Lo queer tiene esa visibilización al exterior y eso va desestabilizando. Cuando el otro va mirando otras posibilidades, las va asimilando. Lo queer puede acabar en sí mismo, en su propia derrota. Cuando se normaliza lo queer, aparecerá otra cosa que lo desestabiliza.
M.W.: ¿Por qué le interesó usar la forma de la cumbia?
M.e.: La cumbia es muy masculina y denigrante para la mujer. Las mujeres aparecen como objetos sexuales, pero me parece que la cumbia villera es así porque hay toda una población y un contexto social. La cumbia en Argentina es de la clase baja, pero como terminó con el tiempo atravesando a toda la ciudad. Es decir que todos los niveles sociales conocen la cumbia y todos bailan cumbia.
M.W.: Hablando de clases sociales, ¿es más difícil ser queer/homosexual y ser pobre?
M.e.: Sí, es más difícil ser gay y ser pobre. Primero porque en las clases bajas hay más homofobia. La discriminación en la clase baja es más fuerte y esto es el tema. No sé por qué la discriminación es más fuerte, supongo que hay menos tolerancia. La gente de la clase alta tiene más tolerancia.
M.W.: Ahora que avanzan los derechos que reconocen la comunidad queer, ¿todavía existe un hueco entre la visibilidad y la percepción hacia la comunidad queer?
M.e.: Sí, existe un hueco entre lo legal y lo social y lo cotidiano. Legalmente uno se puede ir y cambiar de género y la ley dice que tiene que esa persona tiene que ser tratada con el género que dice su DNI, pero en la vida real por ahí no pasa. La discriminación sigue existiendo y el mismo estado no se regulan todas las leyes. La ley de cupo trans no se regula.
M.W.: ¿Es la transfobia muy fuerte acá?
M.e.: Sí, la transfobia es muy fuerte y era mucho más fuerte antes de la ley de identidad de género. Lo que pasa es que la ley de identidad de género fue muy mediática, entonces se visibilizó mucho la situación de las personas trans. Eso ha motivado tanta discriminación. Pero sigue existiendo y aparte del estado, hay un montón de cuestiones que no se regularizan. Una travestí, del día a día, sale a comprar el pan a mediodía no hay cuestión. Pero en el medio sufre un montón de situaciones de violencia y hay gente en la calle que grita cosas. El acceso al trabajo, el acceso a la salud, en los hospitales también son discriminadas. Hay mucha más transfobia que homofobia. Siempre hubo más transfobia, aún dentro de la comunidad queer. También hay cuestiones de discriminación dentro de la misma comunidad con lo femenino y lo masculino. Siempre hay discriminación que recae sobre lo femenino. Y dentro de la comunidad homosexual, lo femenino sigue siendo algo negativo.
M.W.: ¿Se puede decir que dentro de la comunidad homosexual existe la idea de que hay que demostrar que uno es muy macho, muy masculino?
M.e.: Sí, sigue existiendo. Desde los estereotipos socialmente, para mí, del erotismo es como social. Hay algo que erotiza que se convierte en estereotipo. El gay masculino erotizado se convierte en el estereotipo sexual que impone más que el hombre femenino. Lo llamo pasivofobia. Fobia del pasivo existe.
M.W.: ¿Por qué cree que existe la pasivofobia y cómo afecta a la percepción de la hombría?
M.e.: La pasivofobia existe porque existe el machismo, es una homofobia internalizada, donde se ve al homosexual pasivo, más identificado hacia lo femenino, como objeto de discriminación por su femineidad y por esta misma se lo ubica en un lugar de denigración. La pasiva, la loca, es objeto de burla y opresión por ser lo femenino. Es la misma violencia de género, pero llevada al mundo homosexual. Afecta a la hombría de manera negativa, ya que no nos permitimos diferentes masculinidades, sino que todo aquello que escapa del estereotipo de “macho” es violentado ideológicamente y puesto en ridículo.
M.W.: ¿Existe hoy en día un público queer en Argentina?
M.e.: Sí, creo que hay un mercado queer. Hay gente queer que le gusta lo queer que forma un mercado. Hay gente que viene a los shows, que compra los libros, que habla. Me parece que, si una obra queer tiene poco nivel, es porque en general hay muchos escritores que publican mucho pero no creo que sea algo propio de lo queer. Hay un fanatismo de publicar, mucha gente que publica, publica y publica. Una vez por ahí hay gente que publica cosas que no son tan buenas y no tiene que ver con lo queer. Hay escritores queer que por ahí que no tienen mucha calidad literaria, pero en el contenido y en la forma hay algo novedoso que es muy interesante. Por ejemplo, la obra de Ioshua es hermosa, pero es muy gráfica y muy sencilla. Él tiene una propuesta interesante que hasta el momento nadie había cultivado y tiene un estilo propio. Para mí, debatirse si una literatura es mejor que otra no tiene mucho sentido. Me parece que hay textos escritos con más simpleza y textos escritos con una forma más compleja, pero no baja la calidad de la obra en sí.
M.W.: Hablamos de la obra de Bazán en el correo electrónico (me refiero a Historia de la homosexualidad en la Argentina, 2004), ¿este tipo de libro ayuda a visibilizar a la comunidad LGBT?
M.e.: A mí, particularmente, me gusta el primer libro que sacó. Se llama Un día Nico se fue. Y los otros libros de Bazán, ideológicamente los pongo en otra vereda, en una zona muy distinta. Forma parte del grupo Clarín. Es el grupo que maneja todos los multimedios en la Argentina. Es el gran empresario de los medios, la tele, radio, periódico. Por lo general, parece que los escritores queer en Argentina publicamos en un circuito independiente. Serán pocos escritores queer que publican en las grandes editoriales. Hablando de la obra de Bazán (La historia de la homosexualidad en la Argentina) me parece que son relatos.
M.W.: ¿Cómo se usa la palabra “gay” acá en Argentina?
M.e.: Acá está bien usarla. No tiene una connotación negativa. Se refiere más a los hombres que las mujeres.
M.W.: ¿Hay algo más que quiere decir sobre la comunidad queer que no le haya preguntado?
M.e.: Me parece que acá, en Buenos Aires, hay un circuito “under” de escritores donde lo queer es aceptado y recibido con calidez. Entonces, hay muchos escritores queer que apoyan lo que pasa en este circuito “under” porteño donde lo queeres bienvenido y es tomado con calidez. Me parece que termina apareciendo como un circuito de escritores. Hay un circuito en particular del “under” que se nuclea dentro del centro cultural pachamama, la sala de los chasquidos, y otros centros culturales como la casa Brandon. Hay mucha gente que difunda la literatura y hace muchas fechas donde se presentan muchos artistas juntos. Así hay mucha difusión. Las historias de vida, la literatura biográfica está de moda, después de la poesía biográfica que cuenta cosas diarias. Son las representaciones comunes en este momento.