Video: Carolina Rueda
En otoño de 2016, la autora mexicana Nadia Villafuerte visitó el campus de la Universidad de Oklahoma para compartir su obra con sus estudiantes como parte de una beca del OU Humanities Forum. En esta entrevista exclusiva, la autora conversa con Arthur Dixon, Managing Editor de Latin American Literature Today, sobre las fronteras nacionales, la identidad geográfica y el futuro del cuento:
Arthur Dixon: Has escrito mucho sobre la migración a través de las fronteras de México —especialmente la frontera sur— y sobre la migración y el movimiento de personas en general. ¿Crees que éste es un momento particularmente importante para hablar sobre la cuestión de las fronteras nacionales y la migración? ¿Por qué? ¿Por qué te parece importante que estas cuestiones sean abordados a través de la literatura?
Nadia Villafuerte: Creo que sí. A lo mejor exagero, pero de hecho considero que el gran fenómeno social del siglo XXI está siendo el de las migraciones, como una consecuencia del desequilibrio de un sistema económico global. Pasa en América y en Europa. También me parece importante hablar de migración porque estamos viviendo un momento de mucha tensión social contra el otro, con ese otro que es extraño a uno, que es distinto. Pasa aquí en Estados Unidos, con el racismo, la xenofobia hacia el de afuera. Pasa en nuestros países con la misoginia y la homofobia. Todas estas son fronteras de identidades que nos da miedo cruzar. Hay miedo de que el otro sea distinto. No sé por qué.
AD: Varios autores contemporáneos mexicanos – como, por ejemplo, Yuri Herrera – también han escrito sobre las fronteras de su país y la migración, aunque suelen enfocarse en la frontera entre México y EEUU. ¿Crees que esta “literatura de frontera” debería concebirse como un movimiento en sí dentro de la literatura contemporánea mexicana?
NV: No lo creo y me parece que uno puede distinguir claramente entre aquellos autores que utilizan un tema para asegurarse un lugar en la coyuntura o en las novedades editoriales, y aquellos que hablan de circunstancias que estos los atraviesan como personas antes que como autores. Yuri Herrera es un artista que ha hablado de las fronteras no sólo geográficas sino de las fronteras del lenguaje, de las fronteras de las identidades, de la página como un espacio transterritorial, y por eso su trabajo me parece una aportación genuina, única.
AD: ¿Qué piensas al ver tu obra traducida al inglés, o a cualquier otro idioma? ¿Crees que tu obra sería fácil o difícil de traducir? ¿Crees que es importante que tu obra sea traducida al inglés para un público anglohablante?
NV: No sé si sea importante, lo que sí es importante es que se traduzcan a más autores latinoamericanos, porque hasta en ese sentido el intercambio cultural entre países sigue siendo injusto. Sabemos mucho más de los autores de Estados Unidos que lo que Estados Unidos conoce de los autores contemporáneos latinoamericanos. Elena Garro es tan relevante como Eudora Welty. ¿Por qué a una no se le traduce tanto como a la segunda?
AD: Eres originalmente de Chiapas, pero en este momento vives y estudias en Nueva York. ¿Cómo te fue la transición de México a EEUU? ¿Dirías que esa transición ha impactado lo que escribes, o cómo escribes?
NV: Ha sido difícil pero estimulante. Hoy me toca escribir desde este lado del muro. Sigo escribiendo desde el sur, porque tengo la geografía muy atravesada en mis sentidos. Pero la distancia para observar la locura del propio país, es una experiencia profunda e incómoda. Profunda en cuanto se descubre cuántos lastres históricos cargamos a cuestas incluso cuando nos desplazamos a otro lugar. Incómoda cuando una es consciente de una realidad política y económica en la que ciertos países son fuertes a costa de minar a otros. La relación entre México y Estados Unidos es anómala. No es cómodo estar aquí. No es cómodo ver este nivel de consumo, por poner un ejemplo, cuando en nuestros países hay esos otros niveles de pobreza.
Todavía no alcanzo a vislumbrar cómo esta experiencia está afectando mi escritura. Hay algo de eso en la medida en que soy más políticamente consciente de ciertos hechos. He pensado, solo ahora que vivo en Nueva York, en la condición de ser diferente: mis rasgos indígenas (soy de Chiapas, la herencia maya se asoma a mi cara), se han hecho más presentes porque hay quien me lo recuerda. En México ni siquiera me lo preguntaba. También estoy desenterrando el castellano sureño que oculté un poco por vergüenza y otro tanto por sobrevivir en la ciudad chilanga, cuando hice mi primer mudanza de Chiapas a la ciudad de México. La presencia de un castellano tan diverso en esta ciudad, ha removido mi deseo por recuperar mi habla. Me refiero al acento y a muchas palabras en donde se percibe el registro de una territorialidad.
AD: ¿Escribes para un público específico, o no? ¿Tienes en mente un lector específico al momento de escribir?
NV: No. No escribo para ningún público. En principio escribo para mí, como una forma de clarificar la bruma que me rodea, o para desordenar aquello que es demasiado legible, demasiado racional. Por supuesto, utilizo el alfabeto para comunicarme, pero no pienso en un público. Varios relatos los escribí para continuar el monólogo desquiciante que sostengo en la cabeza.
AD: ¿Quiénes son tus autores favoritos? ¿Y tus autores favoritos de tu generación de narradores mexicanos?
NV: Hay autores favoritos a los que vuelvo porque me interesa su escritura vinculada esencialmente con el lenguaje: Rulfo, Faulkner, en general tengo una inclinación por los autores norteamericanos del sur (Tennneessee Williams, Faulkner de nuevo, Truman Capote, Flannery O´Connor, Eudora Welty). Y cuento también a escritoras cuyos universos me interesan por variadas razones: Herta Müller, Clarice Lispector, Elena Garro, Alice Munro, Natalia Ginzburg. De entre los autores contemporáneos mexicanos, en los que estoy interesada son: Yuri Herrera, Julián Herbert, Gabriela Torres Olivares, Fernanda Melchor, Daniela Tarazona, Antonio Ortuño, Carlos Velázquez.
AD: ¿Puedes describir tu proceso de escritura? ¿Cómo empiezas a escribir un cuento? ¿Cómo sabes que está terminado?
NV: Soy muy visual. Una imagen me persigue o se me quedan grabadas ciertas imágenes en situaciones extremas, situaciones que me ponen en una circunstancia de ambigüedad o de conflicto. A partir de ahí, quiero escribir una historia. Y me lleva tiempo pensar en el inicio de un cuento y en el final. Me cuesta hacer ese corte, esa incisión que significa escribir la primera frase, y la incisión en suspenso, como un mundo descolgándose de la página, dejada por una frase final. Tiene que haber un encuentro entre esas dos frases.
AD: ¿Crees que la literatura actual está cambiando? ¿Cómo, o cómo no? ¿Cuáles desarrollos o innovaciones tecnológicas, ideológicas o comunicativas te parecen más importantes en el proceso de cambio?
NV: Yo creo que sí, necesariamente, es parte de la naturaleza de los actos comunicativos. La escritura es un proceso. Inmersa en los lenguajes de la tecnología, ha sido afectada. Leemos a una velocidad distinta gracias a Internet. Escribimos mientras tenemos diez páginas de internet abiertas, y todo ese tiempo, todo ese mundo, incide y entra y transforma lo que escribimos.
AD: ¿Te consideras una escritora “geográfica”, en el sentido de estar asociada con un lugar en particular, o percibes tu propia escritura en términos universales?
NV: Sí, soy geográfica y me gusta pensar en eso porque los autores que me gustan exploraron hondamente lo que pasaba en su territorio. El territorio me atraviesa. Mis miedos más profundos, mis carencias, todo eso que me llevó a los libros, surgió en Chiapas, en el lugar donde nací. Escribo desde ese territorio colonizado, violento, desasosegante. Estar fuera de él desde hace 16 años me ha dado perspectiva para mirarlo con más calma, pero en toda esta huida, en esta separación, nunca he dejado de mirar hacia allá.
AD: Una pregunta final. Elegiste una cita de Roberto Bolaño para el epígrafe de tu libro Barcos en Houston: “Íbamos de sur a norte / y tan lentos / que parecía que en realidad / no nos movíamos”. ¿Por qué elegiste esta cita? ¿Dirías que la obra de Bolaño tiene mucho que ver con tu propia obra?
NV: Porque es lo que pasa en el sur. Sientes que no hay movimiento. Cada estación es un retén. Cada kilómetro es un obstáculo. El viaje se vuelve lento. El viaje en realidad nunca termina. Un migrante nunca termina de llegar.