Nota del editor: En esta sección compartimos textos publicados originalmente por nuestra casa matriz, World Literature Today (WLT), ahora en edición bilingüe. El presente texto fue publicado originalmente en World Literature Today Vol. 98, Nro. 3 en mayo de 2024.
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El término besa, que se remonta a la época medieval, es una palabra pequeña pero con implicancias enormes para toda la sociedad albanesa tanto en la ley como en la literatura y en la historia. Y, en un mundo que a veces parece destruirse a sí mismo, tal vez esa sea la palabrita que esté a la altura de los desafíos que enfrentamos hoy.
Aprender un idioma, por lo tanto, no es solamente aprender el alfabeto, los sonidos y la forma de las letras, los significados, las reglas gramaticales y la estructura o el orden de las palabras, sino que también es aprender acerca del comportamiento de la sociedad y sus costumbres culturales.
– Kadri Krasniqi
¿Una palabra puede ser el nexo que une a una comunidad cultural? ¿Dos simples sílabas pueden extenderse como plantas trepadoras a lo largo y ancho de un estado diverso y hacer conexiones que partan de un nivel imperial y lleguen hasta el día a día? Y, de ser así, ¿sería posible entonces arrancar esa palabra de raíz y plantarla en otro idioma?
La palabra besa del idioma albanés existe desde la época medieval, y es posible que sus orígenes como concepto social sean todavía más antiguos. Ocupó un rol central en parte de la literatura y las narrativas míticas más importantes de Albania. Incluso formó parte de eventos históricos a nivel mundial que se desarrollaron en tierras albanesas. En definitiva, es un concepto que toca la vida de muchas personas todos los días.
Besa (cuya traducción literal es “cumplir la promesa”) significa, en palabras del académico Kadri Krasniqi, “cuidar a los que lo necesitan, protegerlos y demostrar hospitalidad a cada ser humano al que uno se lo haya prometido”. La palabra está entretejida en el sentido mismo de la comunidad albanesa, según la mirada del académico Besmir Shishko, que escribe que “la besa incluye buenas costumbres relacionadas con las obligaciones para con la familia y las amistades, la exigencia de demostrar compromiso interno, lealtad y solidaridad a través de la conducta frente a los demás”.
Las distintas fuentes en general coinciden en que la besa surgió en parte debido a la incursión frecuente de invasores en el territorio de Albania a lo largo de la historia: en tiempos en los que cualquiera podía convertirse en refugiado de un momento a otro, tendría mucho sentido que se instalaran normas comunitarias con respecto a la hospitalidad, la protección y la solidaridad. Como doctrina jurídica, puede que la besa se remonte al siglo XIV, cuando los Estatutos de Scutari, un ordenamiento jurídico para la región (que entonces se conocía como Scutari), documentaron el concepto del juramento como parte del orden social. Desde esa época, la besa pasó de generación en generación como parte del Kanun de Albania, un conjunto de leyes consuetudinarias que rige en esas tierras desde el siglo XV. Más allá del ámbito jurídico, hay quienes piensan que es posible que la idea misma de la besa se haya originado en la Biblia cristiana, mientras que otros, como el destacado autor albanés Ismaíl Kadaré, consideran que precede al cristianismo. Con la apertura de la sociedad albanesa y la modernización en términos generales a lo largo de los siglos XX y XXI, el concepto empezó a perder gran parte de la incidencia cultural que tuvo alguna vez.
Un acto notable de besa que reaparece una y otra vez en la literatura relacionada con la palabra ocurrió cuando la población albanesa protegió a miles de judíos durante el Holocausto al dejarlos entrar en sus propios hogares y tratarlos como si fueran parte de la familia. Este acto quizá resulte todavía más destacable si se tiene en cuenta que, en esa época, Albania era la única nación en Europa en donde la mayoría de la población era musulmana. Ese país diverso consideró que era su besa proteger a los judíos dándoles identificaciones falsas y ocultándolos dentro de su hogar. Es un hecho de orgullo cultural que, según muchos testimonios, los albaneses se negaron de una forma tan tajante a asistir y ser cómplices de los nazis que no les entregaron ni a un judío durante la Segunda Guerra Mundial, a pesar de la gran presión que ejercieron las fuerzas de ocupación para que les concedieran listas de nombres de personas de ese origen.
Décadas más tarde, durante las guerras de separación que ocurrieron cuando la antigua Yugoslavia se desintegró en distintas naciones después de la caída del comunismo, los albaneses volvieron a demostrar cuidado y hospitalidad para con aquellos que habían sido víctimas de terribles actos genocidas. El escritor Hamza Karčić recuerda la experiencia de besa que vivió cuando a los diez años se escapó del sitio de Sarajevo de Slobodan Milošević:
En mi caso, mucho antes de haber oído hablar del concepto de besa, mi familia y yo lo vivimos. Otras familias bosniacas que vinieron a Macedonia junto con nosotros, además de muchas que entraron de a mares al lugar en las semanas siguientes, también recibieron la besa de otras familias albanesas…
La besa de los albaneses hacia los bosniacos no fue una decisión tomada desde arriba. Surgió desde las bases, de persona a persona, como una respuesta humana al genocidio que estaba teniendo lugar. Y esa no fue la única vez que los albaneses actuaron de esta manera en el siglo XX. Es un testimonio del poder que tiene un código de conducta informal y un recordatorio de que efectivamente ocurren actos de una fe y una esperanza inmensas.
Más allá de las guerras, el concepto también apareció de manera significativa en la historia albanesa a través de la política. En un ejemplo de suma importancia, el concepto fue una parte fundamental del proceso de independización de Albania del Imperio Otomano; como lo explicó Bedri Muhadri en un artículo de Kosovo Online, “al conformar la Liga de Prizren en 1878, dieron su besa de luchar por la independencia de Albania contra el régimen otomano”. Muhadri también explicó que la besa es un factor que los políticos han tenido en cuenta como estrategia para lograr consensos entre la población acerca de propuestas de políticas importantes. “Cuando se buscaba la unidad de las masas albanesas para conseguir sus derechos legales y políticos, les dieron su palabra y, por ende, mediante la fe, crearon una confianza y una cohesión duraderas”.
Una de las instancias más antiguas del concepto de besa en la literatura de Albania se encuentra en la balada milenaria “La besa de Constantino”, que cuenta la historia de Constantino, el más joven de los doce hermanos de Doruntina, la única hija mujer. Constantino le promete a su madre que volverá a traer a Doruntina después de que ella se case lejos de su hogar y, a pesar de que Constantino muere en una guerra, ni eso es capaz de evitar que cumpla la besa que le hizo a su madre. Constantino efectivamente la trae de vuelta a casa y, en el punto culminante al final de la historia, las dos mujeres se dan cuenta de que Constantino volvió de entre los muertos por el bien de su hermana.
Esa balada, que se suele cantar en los casamientos albaneses, se convirtió en el tema de muchas obras literarias, especialmente de la novela de Kadaré llamada Kush e solli Doruntinën? (que literalmente significa “¿Quién trajo de vuelta a Doruntina?”, si bien Jon Rothschild la tradujo al inglés como The Ghost Rider, o El jinete fantasma, y al español como El viaje nupcial). Kadaré le agrega su propia floritura a la leyenda al situarla en el contexto de una historia procedimental en tiempos medievales y añadir al personaje del detective Stres, que debe resolver el misterio de cómo hizo Constantino para traer de vuelta a su hermana a pesar de estar muerto. En manos de Kadaré, la historia se convierte en una meditación acerca del nacimiento de la leyenda, los orígenes de la versión albanesa del cristianismo y la fuente de las leyes del Kanun.
Más recientemente, la leyenda de Constantino y Doruntina se transformó en un libro infantil bilingüe, Doruntina’s Besa (que literalmente significa La besa de Doruntina), publicado en el Día Internacional de la Mujer de 2021 por las Naciones Unidas. Lo destacable es que el libro aspira a objetivos feministas al darle la besa de la leyenda a Doruntina (que es la heroína de este libro) en vez de a Constantino. Tal como se dijo en el comunicado de prensa del libro, “Esta publicación busca enseñarles a los pequeños, los jóvenes y los adultos por igual que tanto niños como niñas traen la misma felicidad a la vida de las familias, y que nadie debería tener el derecho de tomar decisiones acerca del casamiento de las mujeres y niñas”. Es un ejemplo de cómo el concepto sigue teniendo incidencia cultural, siglos después de que haya comenzado a existir como parte de un código.
Los académicos Craig T. Palmer y Amber L. argumentaron que los textos literarios cumplieron un rol fundamental en la transmisión de la besa a lo largo de los siglos. Sostienen que la literatura fue de gran importancia para asegurarse de que el concepto mantuviera un valor cultural:
Los comportamientos prescritos en el Kanun no se transmitieron nada más de padres a hijos como unas simples instrucciones de cómo tenían que comportarse. Por el contrario, la tradición se volvió más interesante, y por ende más influyente, al transmitirse mediante cuentos, canciones y obras, y los comportamientos que incluían en general ponían énfasis en la importancia de mantener la besa de sacrificarse por los demás, tal como está prescrito en el Kanun. Whitaker (1968) explicó que “las canciones épicas tradicionales albanesas (këngë trimnijë) (…) revelan el Kanun de Lekë Dukagjini en funcionamiento”, y Mustafa, Young, Galaty y Lee (2013) observaron que el juramento de la besa de acatar el comportamiento social ordenado por el Kanun se “informa a través de narrativas culturales tan inmensas y tan específicas de la gente del valle que se han escrito libros enteros sobre ellas”.
Si el argumento de Palmer y Palmer es cierto, entonces la traducción a otros idiomas de la literatura que se centra en la besa tal vez cumpla un rol trascendental en la expansión de este concepto a un nivel mundial. Pero la traducción de besa supone un gran desafío, en particular porque es una noción muy fluida y cambiante. En palabras del escritor y traductor Tom Phillips, “es una cualidad, una obligación, un obsequio, pero también puede significar una tregua, un refugio, protección, paz. No es nada de eso por sí solo, y es todo eso junto; existe en donde esos conceptos se superponen o, como la argamasa de un muro, en los huecos que hay entre ellos. (…) Besa tampoco es un concepto necesariamente fijo: su definición está abierta a discusión; podría decirse que depende de cada caso”.
En un mundo criticado tan a menudo por ser demasiado transaccional y basarse más en relaciones económicas que en relaciones apoyadas en buenas costumbres humanas que promuevan la comunidad y la conexión, y también en un mundo que a veces parece destruirse a sí mismo, parecería que besa tiene mucho que ofrecer. Tal vez lo mismo que lleva a Phillips a afirmar que besa le escapa a la traducción (es decir, su flexibilidad y su naturaleza múltiple) es lo que hace que sea tan pertinente para los desafíos que afrontamos el día de hoy.
Oakland, California
Traducción de Sofía Yáñez