En la presente entrevista, realizada por correo electrónico en mayo de 2024, el autor uruguayo Federico Ivanier y la traductora británica Claire Storey conversan sobre el valor esencial de los libros para jóvenes, las definiciones complicadas de la “Literatura juvenil” y su trabajo en Never Tell Anyone Your Name, escrito por Federico y originalmente publicado en español como Nunca digas tu nombre (Criatura Editora, 2020), después traducido al inglés por Claire y publicado por HopeRoad en 2023.
Arthur Malcolm Dixon: ¿Qué los inspiró, como traductora y escritor respectivamente, a dedicarse a los libros para jóvenes? ¿Qué hace que escribir y traducir para jóvenes sea especial y distinto de escribir y traducir para otros públicos?
Federico Ivanier: No sé por qué, pero siempre llama un poco la atención que alguien se dedique a escribir para jóvenes y no simplemente para adultos. No ocurre al revés: a nadie le resulta curioso que se escriba para adultos y no para jóvenes. Para mí, escribir para jóvenes es algo natural. Los jóvenes me parecen un interlocutor increíble. Son personas en proceso de cambio, de mentes ágiles, que plantean un montón de desafíos. Además, un lector joven conecta muy bien con el origen de la literatura, o sea, con esa necesidad de contarnos cosas porque eso nos ayuda a ser quienes somos. Eso, por un lado. Por otro, la historia de vida de cada autor se refleja en su obra. Yo no soy una excepción. Mi adolescencia –mis doce a dieciséis años, por decir algo– determinó quién soy, en muchos sentidos. Me marcó como lector, me hizo comprender el poder de la literatura. Es inevitable, al escribir, conectar con eso.
Claire Storey: Llegué bastante tarde al mundo de la traducción. Durante mi Máster en Traducción, el profesor nos dio un ejercicio que consistió en traducir un álbum ilustrado y me encantó. En ese momento, me di cuenta de que podía hacerme una carrera traduciendo libros infantiles y juveniles. Empecé a trabajar voluntariamente con World Kid Lit, una plataforma virtual que destaca la importancia de los libros infantiles y juveniles traducidos al inglés. Fui co-editora del blog durante cuatro años y mi interés ha venido creciendo desde entonces. Con el paso de los años, mi propia práctica de traducir se ha inclinado más a libros juveniles con una prosa más extensa.
Para los jóvenes, los libros pueden ser un instrumento que los ayude a comprenderse a sí mismos y su entorno, para ver protagonistas de sus edades en situaciones con las cuales se puedan identificar. Los libros traducidos son también muy importantes para que los jóvenes aprendan del mundo durante este periodo de desarrollo personal.
A.M.D.: Claire, ¿qué podrías decirnos acerca de tu proyecto Literatura Juvenil de América Latina, que recibió apoyo económico del Consejo de las Artes de Inglaterra? ¿Cómo fuiste presentando el proyecto y por qué es tan necesario en el mundo editorial de hoy?
C.S.: La idea del proyecto vino, en parte, por mi participación en World Kid Lit. Cada año publicamos una lista de libros infantiles y juveniles traducidos al inglés. Se hizo claro que había menos libros juveniles y casi ninguno de la América hispanohablante. Aquí en el Reino Unido, donde vivo, no había ni una adquisición directa desde hace varios años. Había llegado también a un momento en mi carrera de traductora en el que necesitaba dar el siguiente paso para conseguir más trabajo y desarrollar mi vida profesional. Fue eso lo que fundó la base del proyecto: presentar libros de la región latinoamericana a editoriales británicas con la esperanza que adquiriesen los derechos para publicarlos en inglés y contratarme a mí como traductora.
En el momento de escoger los libros, me influyó una entrevista que realicé por World Kid Lit con el escritor y editor uruguayo Manuel Soriano, en la que expresó sus frustraciones que los editores angloparlantes esperaban que saliera con un cierto tipo de libro de América del Sur, algo que mostraba su “cultura local”. Mi objetivo era mostrar una mezcla de géneros y estilos que desafiara este concepto estrecho; quería conseguir libros de gran calidad provenientes de Latinoamérica.
Creé un documento con los detalles de los cuatro libros elegidos junto con un extracto traducido y lo mandé por email a varios editores. La beca me dio dinero para viajes a la Feria de la Literatura Infantil y Juvenil en Bolonia, Italia, y también a la Feria de Libros de Londres aquí en el Reino Unido. Concerté encuentros con algunos de los editores que se habían mostrado interesados. Me dio mucha emoción –y también sorpresa– cuando Rosemarie Hudson de HopeRoad me dijo que quería publicar no solo uno sino tres de los libros del proyecto. El segundo libro es La oscuridad de los colores del argentino Martín Blasco (julio 2024) y el tercero es Salvajes del mexicano Antonio Ramos Revillas (octubre 2024).
Lo mejor de tener un proyecto ya financiado fue que me dio la libertad de elegir libros que plantearan un desafío a los editores británicos. La Dra. Emily Corbett, profesora de la literatura infantil y juvenil en Goldsmiths, University of London, hizo una reseña de Never Tell Anyone Your Name para #IntlYALitMonth (el mes de la literatura juvenil internacional), diciendo que “la novela de Ivanier… empuja a los límites el género de horror como lo conocemos en el mundo angloparlante”. Me complace este reconocimiento porque ampliar el panorama editorial angloparlante sí fue uno de los objetivos del proyecto.
A.M.D.: ¿Qué piensan de la categorización de ciertos libros como “Literatura juvenil”? Desde sus perspectivas, ¿qué características colocan a estos libros como un tipo distinto de literatura? ¿Cuáles, en caso de haberlos, son los límites de la literatura juvenil?
F.I.: Cuando se habla de literatura para cualquier grupo específico, en realidad, no se está pensando mucho en el texto sino en el lector “ideal”: o sea, un lector que, en teoría, puede interpretar un texto de la manera más cercana a la que, se supone, pensó el autor del texto. Entonces, siguiendo ese razonamiento, pensar en “Young Adult Literature” no se trata tanto de pensar en las características de los libros, o sus límites, sino en este supuesto lector ideal. Esto es todo un tema, porque las categorizaciones también responden al mercado: se construye un público específico y, de ese modo, se le puede vender mejor. En mi opinión, fuera de este “lector”, no hay gran cosa que haga la literatura para jóvenes que la haga distinta. Es literatura. Ni más, ni menos.
C.S.: Además, es muy interesante saber que un artículo del diario británico The Guardian sugiere que “el 74% de lectores de la literatura juvenil son adultos, y un 28% tienen más que 28 años de edad,” lo que lanza la pregunta, ¿quién es este lector ideal imaginado?
No siempre me parecen útiles las etiquetas que le damos a la literatura. En el mundo angloparlante, el concepto de la literatura “Young Adult” se puede interpretar de manera diferente, aún en el mismo mercado. Por ejemplo, ¿cuál es la diferencia entre “Young Adult” (juvenil), o “Teen”, o la categoría emergente “New Adult” (adulto nuevo)? Veo libros en estas categorías que sí tratan de temas complejos, pero tal vez una diferencia con la literatura para adultos, o entre Teen, Young Adult y New Adult, es la inclusión (o no) de escenas con sexo gráfico o palabras groseras.
La traducción de los libros juveniles se puede complicar porque las categorías que imponemos no se ajustan a la perfección. En algunas culturas, puede que un tema se considere más apropiado para jóvenes, mientras que, en otras, puede ser considerado tabú. Aún el número de páginas puede ser una consideración que varía de un país a otro. Intento mantenerme con la mente abierta para no limitarme con las restricciones estrechas de lo que se considera la literatura juvenil.
A.M.D.: ¿Cómo llegaron los dos a trabajar juntos? ¿Cómo se enteró Claire del trabajo de Federico y viceversa? ¿Cuál es la historia de cómo surgió la versión en inglés de Nunca digas tu nombre?
C.S.: Después de realizar la entrevista con Manuel, le pedí unas sugerencias de escritores para los jóvenes. Me puso en contacto con Julia Ortiz de Criatura Editora. Tuvimos una conversación por Zoom muy agradable y me recomendó los libros de Federico. Fue ella quien nos puso en contacto.
F.I.: Yo diría que todo esto es obra de Claire. Ella fue la que me contactó y comenzó todo. Yo lo único que he hecho ha sido tratar de apoyar su trabajo.
A.M.D.: ¿Hasta qué punto colaboraron ustedes dos en la traducción de Nunca digas tu nombre? ¿Intervino Federico en la traducción? Claire, ¿prefieres trabajar de cerca con los autores a los cuales traduces, o mantener tu distancia a la hora de traducir?
F.I.: Mi intervención fue limitada. Confío plenamente en Claire y su trabajo. También creo que hay que aceptar que una traducción es un tipo de reescritura y para eso hay que darle una libertad razonable a quien la hace.
C.S.: Tuvimos la suerte de conocernos en persona en la Young Adult Literature Convention (Convención de la literatura juvenil) en Londres en noviembre de 2023, donde Federico participó en una charla. Cuando nos conocimos, ¡todavía no había leído la traducción entera!
F.I.: Quería esperar a tener el ejemplar físico en mis manos…
C.S.: Admito que me puso un poco nerviosa. ¡Ja! Federico es el primer autor con el que he tenido contacto directo. Me ha dado tanto apoyo en el proceso de traducir, dejándome la libertad de explorar mi práctica y crear la versión inglesa del texto.
De momento, colaboramos en una traducción para Puffin Books de Martina Valiente, el primer libro que Federico publicó hace veinte años. El proceso de selección ha tardado bastante y trabajamos juntos para preparar toda la información para apoyar la entrega. Me da mucha emoción ver a Martina llegar al mundo angloparlante.
A.M.D.: ¿Cuál es el significado de que Nunca digas tu nombre (y los otros libros que Claire ha traducido a través del proyecto Literatura juvenil de América Latina) sean específicamente latinoamericanos? ¿Por qué es importante que la literatura latinoamericana –para jóvenes y otros públicos– sea publicada en traducción por editoriales del Reino Unido?
C.S.: Uno de los objetivos del proyecto fue aumentar la representación de libros juveniles de la región en el Reino Unido. América Latina es una región muy amplia y desde aquí, queda bastante lejos. Sin embargo, es imprescindible que escuchemos voces e historias diferentes y, dado que se aprende el español en tantas escuelas aquí, es importante también reconocer el español no sólo como idioma europeo sino también mundial.
F.I.: América Latina tiene una historia peculiar y única, es una amalgama de culturas y de recorridos humanos como no hay en otras partes; sería extraño pensar que no es interesante. Con esto, tampoco lo que se cuenta en América Latina es más importante que lo que se cuenta en otros lugares del planeta. Simplemente, lo que se cuenta en América Latina no se va a encontrar fuera de América Latina.
A.M.D.: ¿Cuáles fueron los mayores desafíos al escribir y traducir Nunca digas tu nombre? ¿Cuáles fueron las partes más divertidas o interesantes del trabajo?
F.I.: Para mí, aunque es una novela corta, fue un proceso muy largo, de cerca de quince años tocando la novela y retocándola y luego olvidándola por completo por gran cantidad de tiempo y volviendo a pensarla de cero. Yo tuve dos grandes momentos de avance. Por un lado, cuando comprendí exactamente quién era mi personaje central (cuando comprendí su identidad) y cuando comprendí cuál era el narrador ideal para contar esta historia. Esa mezcla me permitió encontrar la atmósfera y el ritmo que buscaba en el texto.
C.S.: El libro está escrito en el presente, en una segunda persona poco común, lo que fue otra razón por la cual elegí traducir este libro. ¡Era un desafío para mí! Tardé en encontrar la voz del narrador. Me entró mucha frustración al notar que el texto no fluía. Lo dejé a un lado durante un par de semanas mientras me concentraba en algo diferente. Cuando volví al libro, ¡fue una agradable sorpresa ver que lo que había escrito no era tan terrible como había pensado!
A.M.D.: Nunca digas tu nombre es, en parte, un libro sobre viajes internacionales y la interacción con personas que hablan de manera diferente a uno mismo. ¿Cómo abordaron la especificidad geográfica del libro y el uso de diferentes acentos en los diálogos, tanto en el original como en la traducción?
F.I.: Yo traté de utilizar mi propia experiencia viviendo en España durante un año, pero sin caer en jergas. Las jergas, creo, distraen y cansan al lector si son llevadas al extremo. Son más bien un intento del autor de mostrar su propia erudición y brillo. El autor siempre está presente –esto es bastante obvio– pero, creo, en muchos casos no conviene que le esté recordando al lector todo el tiempo que está ahí. En algunos momentos, incluso en textos completos, el autor debe, aunque suene contradictorio, callar, y dejar que los personajes y las acciones se hagan cargo.
C.S.: Me divertí mucho con el juego entre el español uruguayo y el europeo. Las diferencias en la conjugación de los verbos españoles son tan inherentes y como hispanoparlante, se nota la diferencia geográfica de manera instantánea. Fue mucho más difícil en inglés dado que no tenemos este tipo de conjugación.
Una idea que consideré fue jugar con las diferencias entre el inglés estadounidense y el británico. Pasé unos momentos muy divertidos conversando con mi co-editora de World Kid Lit, Jackie Friedman Mighdoll, quien vive en EEUU, sobre las palabras que usamos y las frases diferentes. Al fin y al cabo, esta estrategia no funcionó bien, pero fue una experiencia muy útil tener el espacio y el tiempo para descubrirlo por mi cuenta. Al final decidí añadir más indicaciones acerca de las diferencias sin incluir las diferencias en sí.
A.M.D.: La internet ha tenido una influencia enorme en la cultura juvenil durante décadas. Como resultado, ¿tienen la sensación de que los lectores jóvenes de diferentes países tienen más en común ahora que antes? ¿Podríamos hablar de una “cultura juvenil global” en lo que respecta a los libros y la lectura? De ser así, ¿qué efectos podría tener esta cultura compartida tanto en la escritura como en la traducción para los jóvenes?
F.I.: A mí me parece erróneo pensar que la internet “crea” una nueva especie de adolescentes. En realidad, con o sin internet, los adolescentes se enfrentan a los mismos desafíos de siempre: comprender quiénes son, qué desean, cómo conseguirlo, cómo convivir, cómo transitar hacia la adultez, en qué consiste el amor o cómo ser fiel a uno mismo, y esto no es una lista exhaustiva. Nada de esto se responde con Instagram o Tiktok. Al revés, son elementos que traen más confusión que otra cosa. Por otro lado, la adolescencia, al igual que la adultez, o la infancia, no es igual para todos. No creo en grandes generalizaciones. A veces, como adultos, las necesitamos, porque, en el fondo, les tenemos miedo a estos jóvenes que inevitablemente tomarán nuestro lugar. Yo, la verdad, estoy feliz de que lo tomen y trato de focalizarme no en la edad de una persona, sino en otras características.
Después, para mí, lo “global” no existe así, sin más. Ante la globalización, surgen también respuestas locales que interactúan con lo global. No me gustaría pensar que vamos hacia una cultura global –por tanto, masificada y uniforme– porque eso significaría empobrecernos. Sería como pensar que en el mar todos los peces se están convirtiendo en el mismo pez. Creo que nuestra biodiversidad cultural es fundamental. Y creo que siempre existirá. Yo, personalmente, como autor, no deseo parecerme necesariamente a nadie ni encajar dentro de un concepto global, sino escribir lo que a mí me parezca atractivo y relevante, y luego compartirlo con otros.
Traducción al español de Federico Ivanier y Claire Storey