Perro suelto
Hay poemas que muerden,
Que arañan sin piedad. Bestias
Insaciables que destrozan
Los fundillos, tus mundillos.
Hay otros que ciegan con su resplandor,
Y cierta gracia que le dicen. Fluyen
Sin tropiezo, hasta el nicho
De una antología preciosista.
No faltan los que han sufrido
Algún accidente gramatical
O los que heredaron
La maldición de un padre borracho.
Hay poemas que son un terremoto,
Un tsunami que te arranca el pellejo,
Las vísceras, tus oscuras duplicidades.
Y qué decir de los perros muertos,
Poemas sueltos
Como este. Perros
Que marchan a la deriva,
Canoas que hacen agua.
Poemas errantes, balas
Perdidas que buscan tus ojos,
Tus abrazos,
Tu perdón. Perros
Querendones como la muerte.
Poemas que labran su resurrección:
Aullidos que se apagan
En algún cuaderno olvidado.
Verso apaleado por la lluvia
Galopando llega tu escritura
Con encono,
Dardos sombríos que luego alcanzarán
Halagos,
Y uno que otro galardón para el olvido.
En el silencio cenizo que te envuelve
No sabes qué hacer
Con la imagen fugitiva
Que se escapa de tus manos,
Verso apaleado por la lluvia.
Ni con la metáfora que creíste deslumbrante
En un momento pero que ahora borras
Con rabia mal disimulada.
Y no sabes aliviar
El azufre que impone ese punto
Y aparte que te saca de la rítmica al uso,
Ese su aletear de tiburón en celo.
En la intemperie está la belleza, dices
Golpeándote la frente
En el abismo
Donde las sierpes gobiernan tu pulso,
Tu lengua descarriada, la vida continúa.
Arte de olvidar
Dicta leyes de olvido el amor mismo
M.M.
No basta romper retratos, manuscritos de girasoles
Apagados o aquel poema que apenas fue un suspiro.
El azar te lleva a tu pasado que creíste un asterisco borroso,
El pie de página de una tarde graciosa. El viento
Trae en su pecho el aroma de aquella mano diestra en borrar
Besos, versos y visiones que atesoraste como un pordiosero.
Pensaste que los dioses como tú no se deben agobiar
Ni llorar por un desencanto insospechado. Ahora lavas
Tus palabras en un río seco y
Añoras, amigo, las uñas y el ritmo y la piel
Que elevaba tu cuerpo ya maltrecho por encima de la muerte.
Morirás
Morirás, por qué te sorprendes? Morirás.
Y nadie reconocerá tu aroma.
¿No disfrutaste acaso hasta el delirio
El uso infame del materialismo ratonero?
¿Dó está el polvo enamorado
Con la que engatusabas
A las muchachas desprevenidas?
Morirás, tu película
Gris y sin argumento llega a su fin.
Sólo te queda
Cantar en alguna peña distrital
“Yo te pido guardián que cuando muera,
Borres las huellas de mi humilde fosa”.
Morirás, hipócrita lector. Morirás
Ardiente sombra,
Morirás pájaro pinto,
Morirás caballo bayo,
Morirás tortuga ecuestre,
Morirás mosca azul,
Morirás cuaderno verde de poesía.
Tú también morirás forever.
Y tendrás
Como consuelo un mañana
Cosmopolita, sin hueso ni aguacero.
Y una tristeza renovada
Que te espera con las piernas abiertas, el corazón cerrado.
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