En estos tiempos vertiginosos en los cuales vivimos, casi no hay un momento para sentarse a leer un libro con calma. Los mensajes nos llegan por montones y, apenas hemos contestado uno, ya nos requieren otros deberes y otras urgencias. Al mismo tiempo escuchamos en la prensa, en las redes sociales, en las aulas de clase, que ya no se lee, que los jóvenes nacieron con el celular y las redes sociales, que los libros toman demasiado tiempo y esfuerzo. Se afirma que la tecnología llegó para quedarse y la realidad no cesa de confirmarnos este hecho. Al mismo tiempo, los escritores, los poetas, los ensayistas y los dramaturgos no se desaniman y siguen escribiendo. ¿Se lee todo lo que se publica? Difícil saberlo, pero si no hubiera lectores no se seguirían publicando libros, revistas, blogs. El formato del libro digital finalmente no logró derrotar al libro impreso. Mejor. Signo de que a veces los cambios entrañan una ilusión. A veces es mejor quedarse en el mismo lugar a riesgo de ser considerado anticuado. Los libros y la lectura, en contra de todas las predicciones, no han desaparecido. ¿Se puede vivir sin libros? “Claro que se puede vivir sin libros, pero corremos el riesgo de que las peores cosas del mundo se apoderen de nosotros: la codicia, el estruendo, la cólera y sobre todo el tedio”, escribe el escritor colombiano William Ospina. Los enemigos de la lectura, como se ve, están en todas partes y no dejan de amenazarnos. Quizás ese es el mejor estímulo para seguir insistiendo con Latin American Literature Today (LALT). El camino sigue abierto, también el mañana tendrá nuevos lectores, los mismos cómplices de siempre.
Así abrimos este nuevo número de LALT en portada con la escritora afrodescendiente Mayra Santos-Febres; una escritora puertorriqueña, caribeña y no sería exagerado decir: “en resistencia”. “Escribo para que no borren la memoria ni la historia de mi gente”, afirma en la entrevista realizada por el escritor Jotacé López y que publicamos en este dossier. Su trabajo literario pasa por narrar los cuerpos y cómo en los cuerpos se inscribe una historia llena de cicatrices e injusticias. “Soy mujer y negra y por lo tanto sé que el poder opera a través del control de cuerpos y recursos. Nadie me lo tiene que explicar. Soy descendiente de personas que fueron raptadas de sus lugares de origen y vendidas como mercancía. […]. Y soy de una nación que pasó a ser posesión de otra nación”, dice la misma Mayra. Literatura y política se entremezclan, se vuelven indistinguibles y apuntan a la creación de una obra que busca también suscitar cambios sociales y culturales; crear otras realidades más habitables.
El segundo dossier está dedicado al escritor argentino Sergio Chejfec (28 de noviembre de 1956; 2 de abril de 2022). Este dossier no es otra cosa que un homenaje póstumo a ese gran escritor que fue Chejfec. El dossier fue organizado por nuestro editor asociado, Arturo Gutiérrez Plaza, y contó con textos de Matías Serra Bradford y Victoria de Stefano, así como también del mismo Arturo, quien al referirse a la obra de Chejfec, escribe: “Quizás, a primera vista, uno de los asuntos más desconcertantes de la obra de Chejfec resulta, precisamente, de evidenciar el contraste entre la sofisticación de su apuesta verbal, la confección de una escritura no hecha para todo público”. Es cierto, se trata de una obra particular y en muchos sentidos única. Sus amigos tampoco se restaron a este homenaje. Estamos felices de que escritores y escritoras como Martín Kohan, Cynthia Rimsky, Patricio Pron, Mercedes Roffé (entre otros) se hayan sumado con breves, pero emotivas notas acerca de Sergio y su obra. Ahora, cuando Sergio Chejfec no está entre nosotros, vale la pena preguntarse con Mercedes Roffé: “¿Cómo será ahora la amistad sin él? ¿Cómo será escribir? ¿Cómo será recordarlo?”. Preguntas sin respuestas, lanzadas al aire, al futuro. Anoto lo siguiente: Sergio Chejfec fue miembro del comité editorial de Latin American Literature Today desde su fundación en 2017. Nosotros también nos hacemos las mismas preguntas y lo despedimos invitando a nuestros lectores a leerlo, a releerlo. Sus libros siguen ahí.
El resto del número, como siempre, viene cargado de novedades. Artículos, presentaciones, introducciones y traducciones por doquier. Una entrevista a la escritora argentina Ariana Harwicz a partir de su libro Desertar, escrito junto con el traductor francés Mikaël Gómez Guthart. El crítico mexicano Christopher Domínguez Michael nos presenta al gran ensayista chileno Martín Cerda; la literatura brasileña está presente con una entrevista al escritor PJ Pereira y un fragmento escogido de la escritora Maria Valéria Rezende. Nuestra sección permanente dedicada a la Literatura Indígena sigue con una selección de poesía y prosa de la Amazonía del Perú: una zona cuyos autores pocas veces se reconocen fuera de su región. En traducción, muchas novedades: adelantos de Juan Pablo Villalobos, Jorge Enrique Lage y Brenda Lozano. Además de traducciones de Luis Guzmán Valerio y Brendan Riley. Como siempre, las secciones de poesía y ficción vienen con novedades. A la primera le sumamos, esta vez, una breve selección de poetas cubanas realizada por el profesor hindú Indranil Chakravarty. En fin, esperamos que el recorrido de este nuevo número de LALT sea apasionante y novedoso para los lectores y las lectoras que nos siguen.
Nunca olvidamos que sacamos este número para ellos, para los lectores, para seguir siendo los amigos de siempre. En cada número de LALT apostamos por esos lectores de hoy y de mañana. Eso es evidente. Apostamos por los libros, por la literatura. Termino esta nota con otra cita de William Ospina (nada es demasiado cuando se trata de defender la lectura y los libros). Dice Ospina: “Una de las experiencias inevitables de la vida es la soledad, otra es la amistad, otra es la felicidad. Pero en nuestra relación con los libros están juntas las tres”. Es cierto, faltaría agregar que otra experiencia con respecto a la de los libros, es la experiencia de la libertad. Libertad que todo estado totalitario ha temido siempre, esa libertad que nos da la imaginación y que no puede ser aplastada por la censura o la cancelación. La libertad, después de todo, es siempre igual a sí misma, como los libros, como la buena literatura.