Nota del traductor
Esta breve selección de las obras de cinco poetas cubanas está unida por un contexto común que es tanto personal como político. Todos nacieron y se educaron en Cuba, pero emigraron a diferentes partes del mundo entre 1990 (comienzo del período de escasez llamado “Período Especial”, tras el colapso del mundo socialista que desencadenó una migración a gran escala) y 2021 (marcado por la manifestación pública de 11 de julio durante la pandemia). Entre las poetas de esta colección, Damaris Calderón (1967), a menudo figura como la poeta cubana más joven en varias antologías. En esta selección, la más joven es Elizabeth Mirabal (1986), quien ha afirmado su presencia literaria a través de importantes honores en 2021. Con la migración de una abrumadora mayoría de graduadas universitarias de Cuba a diferentes rincones del mundo, ahora es ampliamente conocido que la producción literaria o artística cubana de la diáspora es, al menos, tan significativa o voluminosa como la producción dentro del territorio nacional.
Las obras tempranas de casi todas las poetas de esta selección fueron publicadas en Cuba y su poesía posterior aborda su pasado, a la vez personales y colectivos. Al limitar esta selección a las mujeres y la condición de la diáspora y los temas específicos ligados a la migración, la alienación y la añoranza, la intención es crear un retrato emocional colectivo. Es decir, en la sugerencia de que las historias de las mujeres quizás se capturen mejor a través de una biografía grupal donde las familias y los grupos sociales/culturales pueden vincularse con procesos históricos más amplios que destacan la importancia de la interacción social en el desarrollo de ideas e identidades.1 Con una comprensión más amplia de la “añoranza” como condición existencial, estos poemas, además de su valor literario, también pueden verse como un intento de biografía grupal de una comunidad imaginada.
Esta selección, hecha específicamente para LALT, presenta un poema de cada una de las cinco poetas junto con notas biográficas: Damaris Calderón, María Cristina Fernández, Yosie Crespo, Legna Rodríguez Iglesias y Elizabeth Mirabal. Los poemas muestran una diversidad de estilos que van desde el modo conversacional o anecdótico hasta la prosa erudita, a veces bordeando lo jocoso y otras veces feroz en su resentimiento por las heridas abiertas y el desmembramiento emocional causado por eventos históricos, más allá del control individual donde el amor y el odio son difíciles de separar.
Esto es parte de un trabajo en progreso de una antología bilingüe de título homónimo con las obras de las siguientes 23 poetas cubanas: María Cristina Fernández, Legna Rodríguez Iglesias, Dermis Pérez León, Lizette Espinosa, Zoé Valdés, Eilyn Pérez Amores, Gelsys García, Damaris Calderón, Ena Columbie, Yosie Crespo, Ana María Pedroso, Alessandra Molina, Eilyn Lombard Cabrera, Sonia Díaz Corrales, María Elena Hernández Caballero, María Elena Peña de Prada, Milena Rodríguez Gutiérrez, Odette Alonso Yodu, Lleny Díaz Valdivia, Kelly Martínez-Grandal, Elizabeth Mirabal, Gleyvis Coro Montanet, Eva María Vergara.
Todos los poetas y poemas de la antología han sido seleccionados, traducidos y anotados por Indranil Chakravarty.
Damaris Calderón Campos (1967, La Habana) reside en Chile desde 1995. Ha publicado más de quince libros en distintos países entre los que se cuentan Cuba, Chile, Alemania y México. Entre ellos, Duro de roer (1992), Sílabas, Ecce Homo (2000), Parloteo de sombra (2004), Los amores del mal (2006), El remoto país imposible (2012) y Las pulsaciones de la derrota (2013). Ha participado en festivales internacionales de poesía en Holanda, Francia, Uruguay, Argentina, Perú, México, entre otros países. Su obra ha sido traducida al inglés, holandés, francés, alemán, noruego y servo-croata. En 2011, obtuvo la beca Simon Guggenheim en el género de poesía. En 2014, se le confirió el premio Altazor y el premio a la mejor obra publicada por el Consejo del Libro y la Lectura por su libro Las pulsaciones de la derrota.
Oscuro
Todo debe ser demasiado.
El dolor de la palabra dolor
arrastrando el peso de sus coyunturas
el dolor inarticulado
el dolor de las articulaciones las vejaciones guiños
de las prisiones las cárceles de aire
el dolor que embota amputa anestesia
el dolor que debe doler
las luces crueles de las linternas crueles
como guiños de ojos
crueles que no veremos más
la aguja entrando en la carne
el manotazo de la noche
el zarpazo el lanzazo de la noche
las lanzas
el alcohol de la noche
el océano de la noche
el destilado del sol los borrachitos
el hueso el osobuco el costillar la costilla humana
la borrachera la tarantela la vida sin herrar.
María Cristina Fernández (1970, Santiago de Cuba). Publicó su primer libro Procesión lejos de Bretaña en el año 2000 en La Habana. A este le seguirían los títulos para niños El cielo de los deseos (2001) y Cachete y la Tropa del Don (2002). En el año 2006 se muda a Miami, donde da a conocer su volumen de cuentos El maestro en el cuerpo, y unos años más tarde No nací en Castalia (2016). En 2020 publicó su último libro de cuentos P, y en 2021, su poemario Miracle Mile. Poemas, cuentos y reseñas suyas se han dado a conocer en publicaciones como Letralia, Hypermedia Magazine, Conexos, Diario de Cuba, El Nuevo Herald y otros.
No estoy homesick
Cuando me preguntan si me queda alguien en la isla
—aislada, asolada, alucinada—
cavilo y pienso en un ras de mar.
Un amigo, yo diría,
que me queda un amigo
su tambor y su altar
dos maneras de adorar y perpetuar la vida
para salvarla del tsunami.
Un amigo se asoma al borde de esos años de pensar
y pesar la utopía.
La utopía no fue el zen
el cubano tiene el culo demasiado caliente—
para sentarse en el zafu.2
Ni siquiera en el taburete.
La utopía no era Esalen3
—no hay dinero de pobre que pague una estancia—
en la costa New Age de California.4
Cuando pienso en la isla
—aislada, asolada, alucinada—
toco sus libros, repaso algún verso, me conforto.
Compartir un pesar, un pensar, un ras de mar
vale más que cualquier destierro
cualquier vuelta al hormiguero.
No estoy ni estaré homesick.
No me enfermó el hogar ni su añoranza.
Hay noches que vuelvo a esa ciudad en sueños
porque no puedo, con mi sal o mi salario,
pagar el pasaporte más caro del mundo.
Pero aún en las noches puedo pegar un ojo, como dicen,
y despegarlo con mi propia saliva, cada mañana,
como si no doliera.
Yosie Crespo (1979, Pinar del Río). Reside en Miami desde 1993. Cursó estudios en la Universidad de Miami, y en Florida Gulf Coast University en Naples. Ganó el premio Nuevos Valores de la Poesía Hispana por su poemario Solárium (2011). Es autora de los poemarios La ruta del pájaro sobre mi cabeza (2013) y Caravana (2018). Recibió el Primer Premio Victoria Urbano 2019 a la mejor obra creativa por su libro de poemas Estrella de ocho puntas (2019), convocado por la Asociación de Estudios de Género y Sexualidades (AEGS). Finalista del Premio Paz de Poesía 2016 convocado por el National Poetry Series de Nueva York, Primer Premio del IV Concurso Juvenil de Poesía Federico García Lorca 2011, Premio Internacional de Cuento 2010 Feria del Libro de Buenos Aires.
Esta ciudad, esta casa
Esta ciudad
Esta casa
Esta isla repentina
Esta sombra
Esta mancha
esta mujer fatal bajo mi nuca
esta lengua esta boca que en los abriles todos te nombran
esta tristeza que no tengo que de todo vestigio de dolor se vaya
estos trazos de tiza borrados por el agua
este quererte hacer demasiado lento
y este quererte decir demasiado de prisa
estos peces de un solo color en mi piedra ordinaria
esta niebla de tiempo que el límite corrompe
este frío pronunciando lo que el otoño calla
esta tierra esta carne este fulgor que sorprende
que se marcha sin haber mirado antes
este asomo de luz en este desierto apagado
y este final ubicado de mi nave entre las dársenas
este estruendo de dios como la sucesión singular
de lo que no podrá definir la circunstancia
este abrumar de las horas y este fenecer gratuito
de esta hondura que reposa delante de mis pasos
y esta voz de haber amado sin ocultar la misma fuerza
y este llegar del silencio para decirnos más sobre el silencio.
Legna Rodríguez Iglesias (1984, Camagüey). Escribe la columna “Irrelevante” en la revista digital El Estornudo y la columna “53 Noviecitas” en Hypermedia Magazine. Obtuvo el Premio Centrifugados de Poesía Joven de España en 2019, el Paz Prize, otorgado por The National Poetry Series en 2016, el Premio Casa de Las Américas (teatro) en 2016 y el Premio Iberoamericano de Cuentos Julio Cortázar, 2011. Es autora de varios libros de cuentos como La mujer que compró el mundo (2017), Qué te sucede, belleza (2020) y varios libros de poemas: Tregua fecunda (2012), Hilo+Hilo (2015), Chicle (ahora es cuando) (2016), Título (2020), Miami Century Fox (2017), Transtucé (2017), Mi pareja calva y yo vamos a tener un hijo (2019) y Spinning Mill (2019). Sus obras narrativas incluyen Mayonesa bien brillante (2015), No sabe/no contesta (2015), Las analfabetas (2015), Si esto es una tragedia yo soy una bicicleta (2016) y Mi novia preferida fue un bulldog francés (2017). Ha sido traducida al inglés, al italiano, al alemán y al portugués.
El huracán se llevó mi casa a los infiernos
El huracán se llevó mi casa a los infiernos
no sé cuánto tiempo me tome ir ahí
a buscarla
podría ser un día, un año o un poco más
sabrá Dios cuáles son los trámites para llegar allá abajo.
Principalmente
no sé si estoy lista para verla.
Pero cuando la vea
cuando por fin la tenga delante
yo misma arrancaré las tejas
y aflojaré las bisagras
yo misma daré martillo a cuanta vajilla encuentre
yo misma pisotearé los sillones
y patearé los espejos de los escaparates.
Cuando por fin la tenga delante
con su sala y sus dos cuartos
con su cocina y su baño y su portal
yo misma tumbaré la puerta
y tiraré las escobas
por haberse ido y haberme dejado
sin ilusiones.
Elizabeth Mirabal (1986, La Habana). Reside en Estados Unidos desde 2015. Obtuvo la licenciatura en Periodismo por la Universidad de La Habana en 2009. Alcanzó el Premio Iberoamericano Verbum con la novela La isla de las mujeres tristes (2014). Es coautora, junto a Carlos Velazco, de dos libros acerca de Guillermo Cabrera Infante: Sobre los pasos del cronista (Premio de Ensayo UNEAC 2009/Premio de la Crítica Literaria Cubana 2011) y Buscando a Caín (2012), así como del volumen Hablar de Guillermo Rosales (2013) y de las selecciones de entrevistas Tiempo de escuchar (2011) y Chakras. Historias de la Cuba dispersa (2014). Ha compilado también La intimidad de la historia (2013), Regreso de Ricardo Vigón (2015) y la Poesía completa de Juana Borrero (2016). Sus obras más recientes son la novela La belleza de la inutilidad (2020) y el poemario Herbarium (2021).
Piensa en Emily Dickinson…
Piensa en Emily Dickinson con sus herbarios de gruesos libros y la multiplicidad de flores de los alrededores de Amherst, tan cerca de Emerson y Whitman, tan ignorada por todos. Intenta ella hacer su herbario de palabras. Uno que no implica la recolección física de plantas y flores, ni salir al jardín y prensar por días los especímenes recogidos. Es un herbario donde toda obtención es interna, en un jardín que le crece adentro y que no existe sino en el pasado y el recuerdo confuso, empastado. Un herbario barato, nada oneroso, que solo demanda evocar. No es tampoco un herbario a lo Lydia Cabrera, hecho de notas de informantes enterados o de confesores.5 Es por tanto un herbario individualista y autogenerado, que no puede exhibirse a manera de álbum. ¿Por qué trata de hacer cosas que no pertenecen a su época? ¿Sentir que es más ella misma si lo crea? Unirse a los grandes concebidores de herbarios que en el mundo han sido: Goethe, Kant, Humboldt. Soñar, siempre soñar, ¿que los jirones de su herbario emocional van a entretener a alguien? Un herbario sin imágenes. Un herbario sombrío para ser contemplado por aquel que quiera, en los escondites, en las aberturas, en los lugares menos espectaculares de las casas, donde los azulejos guardan moho verdinegro. Un herbario-propósito, pues ya que no se pueden hacer tantas cosas, ya que no se puede dialogar sin temor al traspiés, la decepción y la herida, pues entonces hagamos un herbario privado, reducido, ensimismado.