¿Qué puede decirse de la poesía que no se haya dicho ya? ¿Que no se lee, que es la cenicienta de los géneros literarios, que el poema nos devuelve nuestro verdadero rostro o nos acerca a la voz de la tribu, que es inexplicable, pero no ininteligible? Lo cierto es que la impopularidad actual de la poesía poco o nada tiene que ver con ella misma, sino ⎯aventuro una hipótesis⎯ más bien con los lectores de hoy: apresurados, ocupados en mil cosas y, a la vez, poco dispuestos a detenerse, a sacar el pie del acelerador, a mirar hacia atrás, al pasado, a escudriñar la memoria, temerosos quizás de convertirse en una estatua de sal como la porfiada y curiosa Lot.
No me extraña que se nos olvide todo en estos tiempos que vivimos. No importa, todas las épocas se hunden con cierta deliberada inconsciencia, hasta con una perversa alegría. La nuestra no es una excepción. Época de transacciones y nuevas velocidades. Será por eso por lo que la poeta canadiense, Anne Carson, nos recuerda que la poesía es un don y que “antes de la aparición del dinero, numerosas sociedades complejas ordenaban su vida económica de forma significativa mediante dones”. Sociedades como estas se regían bajo una triple responsabilidad: “dar, recibir, devolver”. Al contrario del dinero, que circula en un solo sentido, el del gasto; el don, como la poesía, es gratuidad y premio, fiesta y gratitud. Por supuesto que el ejercicio de la poesía está lejos de las purezas extremas; no así el poema, objeto verbal finalmente irreductible al mercado. Por supuesto, el poema también está teñido con los materiales del presente, contaminado por la historia, pero siempre rebelde y ajeno al tiempo que lo determina. Abandonado el poema, las sociedades creen avanzar hacia formas más perfectas de funcionamiento e intercambio, pero el poema nunca nos deja, como tampoco nos deja la respiración, el ritmo y el significado. A veces tenemos la suerte de encontrarnos con ese espejo de palabras cuyo reflejo es una imagen única e irrepetible. A veces.
Valgan estas reflexiones para anticipar los dos dossiers que presentamos en este nuevo número de Latin American Literature Today. El de portada dedicado a la poeta cubana Reina María Rodríguez y el otro ⎯esta vez de archivo⎯ al poeta brasileño João Cabral de Melo Neto. Reina María Rodríguez (Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, 2014) es una poeta fundamental en el panorama de la poesía escrita en español. Habitante de dos mundos, el de Cuba y el que existe fuera de la isla. Conocida también como la organizadora de los encuentros de la Azotea, en la calle Ánimas, en La Habana. Un espacio central en la literatura cubana. Hoy, como señala Elena Lahr-Vivaz, “casi 20 años después, la Azotea se ha convertido en un sitio histórico asociado con la creación de Rodríguez de un espacio alterno de identidad”. Reina María, poeta, constructora de puentes, y encuentros entre poetas y artistas lleva años trabajando desde lo que su traductora, Kristin Dykstra —quien coordinó este dossier—, describe como el aguante: “Por supuesto, no hace falta ser de Cuba para sentir la urgencia de la lucha por aguantar bajo presión. Rodríguez ha llegado a un público en todo el mundo con expresiones de las necesidades cotidianas apremiantes, esenciales en su extensa trayectoria en prosa y poesía”. Por eso ⎯y por muchas otras cosas más⎯ estamos muy contentos en Latin American Literature Today de publicar en portada a una mujer y a una poeta extraordinaria como la cubana Reina María Rodríguez.
Otro poeta que ocupa otra de las páginas principales de Latin American Literature Today es João Cabral de Melo Neto. Continuando con la serie de escritores latinoamericanos que han ganado el Premio Neustadt, seguimos con un autor brasileño de extraordinaria importancia continental y que fue distinguido con este premio en 1992. De los archivos del mismo premio publicamos ⎯gracias a la generosidad de nuestro amigo, el editor de World Literature Today, Daniel Simon⎯ dos textos de ese momento singular. Uno de ellos son las palabras de agradecimiento de Cabral de Melo Meto al recibir el Premio Neustadt en la Universidad de Oklahoma y el otro texto introductorio corresponde a quien fuera el séptimo editor de Books Abroad/World Literature Today, Djelal Kadir, quien destacó de manera muy elocuente lo reñido de la competencia: “[João Cabral de Melo Neto] debió competir con los notables méritos de escritores tan eminentes como la poeta rusa Bella Akhmadulina, el novelista inglés John Berger, el poeta italiano Andrea Zanzotto, el novelista turco Orhan Pamuk, el escritor uruguayo Eduardo Galeano y el novelista japonés Kenzaburō Ōe, por mencionar unos pocos de los candidatos que se presentaron al jurado de 1992”. Este dossier contiene además un ensayo del destacado traductor del portugués, Richard Zenith, y traducciones de poemas de Melo Neto al español realizadas por la poeta venezolana, Margara Russotto. Al mismo tiempo, nuestro corresponsal Christian Elguera ha preparado un dossier de literatura brasileña contemporánea para sumar fuerzas en el empeño de LALT por promover la literatura brasileña en español e inglés.
Pero la poesía en esta nueva entrega de LALT no termina aquí. La sección de poesía viene enteramente dedicada a poetas mujeres de América Latina. Estas son cuatro: las poetas venezolanas Geraldine Gutiérrez y Yolanda Pantin, la poeta chilena Micaela Paredes; y la argentina, Gabriela Pignataro. Entrega que se suma a las muchas otras novedades que trae este nuevo número: entrevistas, ficción, poesía, literatura indígena del Brasil, conversaciones entre autoras y traductoras, reflexiones sobre la traducción y más, especialmente el espacio “en busca de editorial”, una iniciativa ⎯digámoslo en voz alta⎯ que busca dialogar con las editoriales independientes que publican en traducción en el mundo de habla inglesa. Una extraordinaria iniciativa capitaneada por nuestra editora de traducción, Denise Kripper.
En este número, una sorpresa, el rescate del ensayo de Mariano Picón Salas de 1954: “Y va de ensayo”. No es una elección arbitraria, al contrario, el ensayo representa el corazón editorial de esta revista, una forma de resistencia, de aguante si se quiere, frente a las prácticas homogeneizadoras de las escrituras académicas, periodísticas y tantas otras que rehúyen la incertidumbre, la exploración, la búsqueda intelectual en el descampado del mundo. Mejor lo dice el mismo Picón Salás: “La fórmula del ensayo… tener algo que decir; decirlo de modo que agite la conciencia y despierte la emoción”.
Imposible no agradecer entonces a los corresponsales en distintos países de América Latina que han aportado a que este número sea posible. Alejandra Jaramillo, Óscar Campo, Christian Elguera, Héctor Iván González, César Ferreira y Gustavo Valle.
Cierro esta nota pensando en los poetas vivos y muertos, en los poemas que nos acompañan, los que están por escribirse, en los poetas y las poetas publicadas en este número. Pienso en estos dones que vienen y regresan, dones con los cuales se construye “un techo común” donde habitar este maltratado planeta. Nada sabemos del futuro y menos del futuro de la literatura, sólo sabemos que en este número de LALT la poesía ha tenido su propio techo ⎯porque no siempre lo tiene en el mundo de hoy⎯ porque bien puede suceder que un día nos terminemos preguntando con Reina María Rodríguez: “¿Y qué lugar para mis poemas? / ¿Y qué lugar para mis tazas / cuando la lluvia baje / a destrozarlas?” Puede ser que la próxima vez no tengamos tanta suerte.
Marcelo Rioseco