Hace unos años descubrí el trabajo de Jorge Enrique Lage —tal vez durante una especie de cliqueo frenético de hipertexto en búsqueda de nuevos textos para leer en mis clases. En el momento, me interesó mucho el relato “Epílogo con superhéroe y Fidel” que aparentemente encontré aleatoriamente. Después de haber buscado y leído más, por fin encontré La autopista: The Movie (2014), cuya prosa poética, fragmentada y multirreferencial cuenta una gran historia: una experiencia hiperlocal y divergente que divulga secretos de algo más allá, algo universal que también está fracturado y es caótico y esquivo, pero a la vez (incongruentemente) entero. Esta novela trascendente se tenía que traducir al inglés.
Licenciado en bioquímica, Lage trabaja como editor en La Habana, donde siempre ha vivido. Ha muchos cuentos y novelas, incluyendo a Yo fui un adolescente ladrón de tumbas (2004), Fragmentos encontrados en La Rampa (2004), Los ojos de fuego verde (2005), El color de la sangre diluida (2008), Carbono 14. Una novela de culto (2010), Vultureffect (2011) y Archivo(2015). Él también forma parte de la Generación Año Cero, un grupo informal de escritores cubanos más bien jóvenes que incluye a Orlando Luis Pardo Lazo, Erick Mota, Lien Carrazana Lau, Osdany Morales y Lia Villares —por nombrar algunos. Aunque de ninguna manera es un grupo monolítico, estos escritores sí comparten y representan una experiencia similar: la vida en La Habana contemporánea. Ellos nacieron en la Cuba soviética y alcanzaron la madurez durante el Período Especial –un momento de extrema escasez y aislamiento. Ahora casi a mediana edad, su trabajo representa la fragmentación y complejidad de las condiciones cubanas (sí, en plural porque de hecho hay muchas, tal vez una infinidad). Sin embargo, con la excepción de algunos relatos en revistas literarias y un par de antologías, este grupo —sus experiencias y su trabajo— es casi inaccesible fuera de Cuba. Además, las escasas traducciones al inglés disponibles ahora no reflejan ni la importancia ni la perjudicar del trabajo de esta “generación”.
Lage recalca las complejidades y dificultades de su generación en La autopista: The Movie, una novela ciberpunk en historias que explora el desosiego de la identidad y realidad (cubana). La novela se desarrolla en una Habana más o menos distópica a mediados del siglo XXI y la trama sigue las extrañas aventuras de dos inadaptados: el narrador anónimo, un hombre más bien sabio y equilibrado, y su compañero estrafalario, El Autista. Los protagonistas tratan de sobrevivir y darle sentido a sus vidas high tech/low life en el paisaje de ruinas y escombros en una ciudad y país cuya geografía ha sido transformada por la construcción de una autopista descomunal —una estructura misteriosa que unirá sobre el Estrecho de la Florida a Cuba con los Estados Unidos. Ellos conocen a personajes ficticios e históricos. En un momento ayudan a los Seminoles —ahora en declinación— buscan un tesoro, el cual al parecer lo escondió Philip K. Dick en las ruinas del Hard Rock Café Havana, que contiene la clave para la sobrevivencia de la Tribu. Después, ellos consiguen empleo en un sex shop que invita a Spencer Elden, el que de bebé salió en la portada deNevermind (1991) de Nirvana y que ahora es una de las estrellas porno más famosas del mundo. La trama secundaria ( The Movie ) narra la grabación inaprensible de un documental sobre la construcción de la autopista. Al final, el documental, los personajes y la autopista todos van sin rumbo hacia un destino desconocido y vacío (pero no lúgubre).
Hay fragmentación en la trama y el estilo pero todo es accesible. La autopista: La películaexplora la experiencia de la vida como guion (un guion gramatical, aunque no estaría mal verlo como guion de cine). Un guion tal vez vaya más allá del Pérez Firmat, porque éste —que quizás vincule a Cuba con el mundo, o consiga lo mismo: ¿americano-cubano, cubano-global, cubano-cubano? —es intertextual, está cargado, quizás hasta omnipotente. Este guion conecta categorias que aparentemente son irreconciliables: el cuerpo y la maquina; el sobredesarrollo posindustrial y el subdesarrollo possoviético; Cuba y los Estados Unidos; la plasticidad de la identidad y las rígidas categorías de género, clase y profesión; la promesa utópica y la realidad distópica; la influencia extranjera y el deseo autóctono. Además de la combinación y distorsión de estas categorías, la novela refracta la experiencia del tiempo. El tiempo parece detenerse pero también transcurrir en diferentes direcciones. Todo esto produce una sensación de confusión satisfecha.
El proceso de traducir ficción especulativa conlleva desafíos particulares. Esta novela, como una obra ciberpunk, no crea nuevos mundos pero extranjeriza lo ya conocido. Una de mis tareas, entonces, fue entender y traducir el efecto uncanny de lo extranjero domesticado y lo conocido extranjerizado: la yuxtaposición de Girls Gone Wild, carros americanos clásicos de los 50, grunge de los 90 y una lista innumerable de evocaciones y adaptaciones de textos y eventos en las ruinas de lo que una vez fue una Habana tropical pero que ahora es un desierto. Un reto fue cómo manejar el uso de palabras y frases en inglés en la novela original. En este caso no se trata de cambio de código (aunque ocurre a veces) pero más en la perfecta incorporación de citas originales y conceptos en inglés. Por ejemplo, todos los capítulos (con una excepción) están titulados en inglés: “Breaking News”, “Hard Rock Live”, “Transmetal”, “White Trash”, etc. En la novela original, estos títulos se refieren a elementos extranjeros que son conocidos por el lector cubano. Escogí mantenerlos en inglés pero les agregué el artículo definido en español: “Las Breaking News”, “El Hard Rock Live”, “El Transmetal”, y “La Basura Blanca”. Aunque sea un pequeño cambio, éste imita el efecto del original. Aún más, algunas palabras en español en el texto original, palabras como “macho” y “muerto” que son conocidas por el lector angloparlante promedio, permanecerán en español en la traducción –esto también imita el efecto que las palabras en inglés tienen en la novelaoriginal.
Así mismo, la traducción de ficción especulativa ofrece muchas libertades. Por ejemplo, en “Hard Rock Live”, en el segundo capítulo, conocemos a los “hombres-caimanes”1, los cuales son seres del pantano que están ahora extintos pero que son el eslabón perdido entre los caimanes y los indios seminoles. Yo les puse “Cai-Men”, un neologismo y juego de palabra que también refuerza otros elementos del capítulo como The Caimen –una banda que va a tocar en el concierto de despedida en La Habana y de la cual un personaje espera que lo ayude en una búsqueda especial– o el frecuente uso del sonido “cai” a lo largo del capítulo. En el próximo, “Transmetal”, un científico loco descubre la manera de controlar la fuerza de huracanes con nombres femeninos para transformarlos en una “mujer huracán,” un robot femenino descomunal (ya que este fenómeno no funciona de la misma manera con huracanes de nombres masculinos y la “diferencia” entre estos todavía no se entiende). Como represalia por haberse acostado con su hija, el científico loco suelta este robot destructivo, que se llama “Katrina” y lleva un baby doll ripeado al estilo Kinderwhore (imagínate a Courtney Love), para atacar al amante de su hija. El nombre “hurricane woman” me parecía muy noble, demasiado como si fuera un agente de la naturaleza, enviada para restaurar el orden sobre la Tierra. Entonces, creé otro neologismo: “hussicane”, un nombre que recalca la cualidad de “niñita puta” de su estilo y uno que podría ayudar a la joven lectora angloparlante a imaginarse la moda de los años 90 y la referencia a Courtney Love. El uso de los neologismos también es análogo al juego de palabra ubicuo en la obra de Lage y la de su generación.
Independientemente de lo placentero que resulta leer la trama y el estilo de esta obra, no podemos ignorar el hecho de que La autopista: The Movie funciona como una representación de una posible experiencia cubana en La Habana. No pretendo decir que la novela ofrece una manera definitiva de representar ni de definir una ciudad, una generación, ni la condición cubana, pero La autopista: The Movie sí ilumina una (o varias) de lo que podrían ser dimensiones infinitas de “lo cubano”. Las referencias a la cultura popular norteamericana de los años 90 no es insignificante, a pesar del comentario de Lage en una reciente entrevista (incluida en el presente número de LALT). Las interminables alusiones a, y la incorporación implícita de, esta cultural popular tal vez refleje las maneras en las cuales el aislamiento extremo de los 80 y los 90 provoca una atracción a la cultural pop estadounidense contemporánea. Aunque es verdad que la influencia norteamericana no actúa únicamente en Cuba —que puede ser, como Lage afirma, “oxígeno global” —también es cierto que la relación entre Cuba y los Estados Unidos siempre ha sido peculiar; “ties of singular intimacy”, como afirma Louis Pérez. Por lo tanto, esta novela demuestra la simbiosis (caótica y absurda) entre la Isla y USA.
Además, el hecho de que La Habana a medidos del siglo XXI todavía está en ruinas —y es ahora desierto— también es importante. El paisaje urbano y natural cambia constantemente a causa de grandes fuerzas —fuerzas que el pueblo no conoce. La ciudad (o lo que queda de ella) parece a la vez ser remota y también central —vacía pero entera; presente pero intangible. De este modo, la idea de La Habana (y Cuba), así como la experiencia cubana que es tan atractiva, tan poderosa en la imaginación estadounidense, resulta también inaccesible –tal vez el inverso sea igual.
En todo caso, la serenidad y la poesia en medio de la distorsion, el desastre y la destruccion es lo que me atrae a este proyecto. Tal vez la vida en La Habana, la ciudad y la experiencia, está más allá de lo real, más allá de lo ajeno. Tal vez la satisfacción y la belleza del limbo, de la incertidumbre, es la solución. Tal vez la condición cubana es la condición humana.
Lourdes Molina
1 No hay evidencia de que los hombres-caimanes de Lage tengan que ver con la leyenda colombiana del hombre caimán.