Arturo Gutiérrez Plaza: En esta ocasión, tenemos el privilegio de contar con Victoria de Stefano para conversar sobre su obra y sobre la experiencia de la creación literaria en narrativa, en ensayo. Victoria nos envió algunos textos que podrían servir como textos para una invitación a este conversatorio: un extracto de la novela Lluvia y un ensayo del libro La refiguración del viaje que se llama “Su vida”, obviamente un ensayo autobiográfico. Quizás a partir de esos dos textos podríamos comenzar a conversar. Victoria, muchas gracias por haber aceptado la invitación.
Victoria de Stefano: Gracias a ustedes por venir a escucharme.
***
VdS: Bueno, no sé si a partir de la lectura de estos textos y de estos comentarios quieren hacer algunas preguntas
AGP: Curiosamente, creo que todos coincidimos en Vargas Llosa cuando hablabas y pensabas sobre el novelista que puede planificar una novela, me parece que hay coincidencia en eso. Pero también es curioso que tú hagas mención a Proust. Antes de esta conversación, yo me preguntaba “¿las novelas de Victoria a qué se pueden parecer?”: una digresión de digresión de digresión de digresión; el escritor que piensa sobre el arte, sobre la referencia artística, cultural, literaria; esa cosa expansiva y a la vez estática, ¿no?; que puede ser tan morosa que te fascine o te aburra terriblemente, dependiendo del tipo de lector también. Sí, pues tu novela exige un tipo de lector (para un libro) que no es bestseller fácilmente, ¿no? Y entonces me llama la atención que tú hayas hecho mención ahora a Proust, porque también veo que hay otra cosa. Proust no tiene el más mínimo reparo, eso es obvio, digamos, en apelar al dato biográfico, es decir la novela se construye desde “su vida”.
VdS: Desde su experiencia
AGP: Desde su propia experiencia ¿no? Y en tu caso eso también resulta interesante y notable. Por ejemplo, en tu ensayo de “Su vida”, eso resulta evidente…
VdS: Es eso lo que conté, cuando viajamos en barco, cuando llegamos a Nueva York.
AGP: Exacto, pero en la novela, el texto que nos enviaste, el apartado de la novela que corresponde al 4 de julio, en esto que ya es una novela, que no es un libro de ensayos, empiezas hablando de que “mi padre nació en 1905” y evidentemente ese padre es el mismo padre de la persona que habla en “Su vida”.
VdS: Sí, sí.
AGP: Entonces, eso hoy en día, digamos, que es común en la novela contemporánea, donde lo autobiográfico ha ido tomando cada vez más cuerpo, más presencia, pero quizás en la literatura del “boom”, digamos, había cierta prevención, ¿no?, contra lo biográfico. ¿Qué has pensado en relación con eso? Es decir, en efecto nos has hablado de la memoria, de esta memoria que actúa por capas y por historias e historias e historias que se van acumulando, pero háblanos de ese sujeto narrativo, que no tiene reparo en permitirle al lector ver que abiertamente está dialogando con el mismo autor, ¿qué piensas de eso?
VdS: Dos cositas. Cuando yo termino La noche, yo estoy esperando que lo editen, porque antes de que le editen a uno un libro es muy difícil empezar otro proyecto. Entonces yo escribo el Diario 88-89. Un diario mucho más largo, pero del que yo seleccioné 95 páginas. Entonces para mí el trabajo de ese diario era el trabajo de mostrarme a mí misma, de abrirme (está por allí el psicoanálisis también y el sofá), pero digamos, esa necesidad que tengo de que quiero abordar (aunque también La noche tiene mucho de experiencia personal), de abordar una forma más íntima y más personal de escribir, con menos modelos (aunque los modelos literarios siempre estén allí). Es decir, con menos modelos impositivos, sino que la elección de los modelos literarios sea una elección de afectividad, de sentimiento, de afinidad. Entonces, ese diario jugó un papel muy importante para yo pasar a eso que tú llamas… son biográficos, no confesionales. Creo yo. Tan es así que cuando yo escribo en La refiguración del viaje como un esbozo biográfico, yo lo llamo “Su vida” y escribo en tercera persona. Escribir en primera persona es muy fuerte. Si alguien escribe en primera persona, a partir exclusivamente de su experiencia, puede volverse algo banal. La primera persona te sirve para crear un personaje en primera persona y tampoco es fácil. Fíjate que cuando tú nombras a las novelas de “boom”, todas son novelas narrativas. Incluso, desde el punto de vista del modelo de la novela que dan los románticos alemanes y posteriormente Benjamin, la novela es la novela de la subjetividad. Es la novela en la que se muestran las interioridades. Y en esas novelas, que llamamos del “boom”, en general, quizás se salen algunas, pero muy pocas, todas están escritas como descripción de un universo, que es el universo nuestro, social, geográfico, político, que hay que absorber. Es decir, cumplen otra función. Ellos cumplieron esa función como la cumplieron también generaciones anteriores, como pudo haber sido Ciro Alegría, Arguedas, o puede haber sido Rómulo Gallegos entre nosotros, el mismo Pocaterra, ¿no?… Y si tú tienes aquí, escrito aquí (en la frente) como alguna gente: “quiero el éxito”, ¿no?, “triunfo”, “éxito”, ¡aja!, que en nuestra periferia es casi imposible, ¡aja!, eso se convierte en otra tortura. Y el escritor no puede torturarse mucho, porque ya la vida de por sí tiene suficiente tortura.
***
AGP: Otra cosa que a mí me parece curiosa es el tema de la amenaza… Es decir, la confrontación entre el espacio de la intimidad, que es el lugar del escritor (y es raro que una novela se llame “el lugar del escritor”, parece de un libro de ensayos).
VdS: Miguel Arroyo que fue uno de los editores exigió que le pusiera “novela”. Yo no quería. Pero él decía “no, es que la gente va a creer que es un ensayo”. A mí me parecía un poco absurdo que le pusiera “novela”.
AGP: Yo creo que sintetizas de algún modo allí tu apuesta literaria. Es decir, como narradora estás pensando desde el lugar del escritor, y haciendo una novela, desde el lugar del escritor, donde se refuerza constantemente ese espacio del escritor que está reflexionando sobre el crear historias. Pero, eso supone un espacio de intimidad, ¿verdad?, donde los personajes que tú creas están en defensa de ese espacio. Y ese espacio se ve amenazado por distintas formas de expresarse la naturaleza. Esa forma puede ser la lluvia, puede ser en la última novela (Paleografías) lo que se podría leer como el deslave (de la tragedia de Vargas). Entonces aparecen personajes que quedan aislados como los de La montaña mágica ante la inclemencia; o el mismo barco cuando describes ese viaje en el que de lo que hablas es de naufragio y de la amenaza del mar, y de la terrible sensación de estar allí un poco ante los avatares del entorno, ¿no?, que en este caso es el océano.
VdS: Que eran las historias que contaba mi padre.
AGP: Pero fíjate que siempre ese sujeto se construye y hay algo afuera que está amenazándolo y él está refugiado allí escribiendo, haciendo su historia ¿no?
VdS: Sí, claro, de todos modos, el encierro es un espacio literario privilegiado. El encierro como espacio de encuentro, como espacio dramático. Y eso, eso de haber creado ese espacio, en Paliografía, al final, en el que nadie puede salir de ahí, todos están encerrados en esta posada-hotel, me permite una salida novelesca, me permite algo como la noche en El Decamerón, las reuniones nocturnas en que todos hablan. Ya han desaparecido un poco las diferencias sociales y entonces están todos, los de la posada, la criada, la cocinera, todos reunidos y cada uno, en esas circunstancias, plantea cosas importantes o espiritualmente de peso: la relación con la divinidad y el tema del amor, el tema de la felicidad, que aparece también en la novela Cabo de vida que, como les dije, es una novela que fue poco leída, salió en Planeta, hubo crisis, bueno, desapareció. Incluso yo tengo sólo tres ejemplares. (…) Fíjate un poco todas las cosas que decía Bajtin de los cronotopos que son, que si la entrada a la escalera, el zaguán (ellos utilizan -los traductores españoles, que yo no entiendo- el “bargueño”, que debe ser como una especie de porche, ¿no?), donde se encuentran y se producen los grandes conflictos. Pero también yo tenía presente eso, porque es obvio que la novela, desde sus inicios hasta el día de hoy ha tenido sus pequeños trucos. Como lo tiene el teatro, con la carta equivocada o la copa que tiene el veneno que no le tocaba a este sino al otro. Entonces, me gustan esos recursos literarios, esos recursos novelescos, me gusta hacer uso de ellos, me dan una cierta libertad, me introducen en el mundo de la ficción, que, para ser sincera, cuando yo oigo la palabra “ficción”, me quedo un poco en… porque para mí son realidad.