Pasos Pesados. Gunter Silva. Lima: Fondo Editorial UCV. 2016. 159 páginas.
Quizá no sea del todo acertado hablar de literaturas nacionales si no más bien de lo que el poeta mexicano Octavio Paz llamó ‘el color local’. De ser así, tal vez no debiésemos hablar de literatura peruana pero quizás sí de escritores peruanos. Gunter Silva Passuni es un escritor indie quien hasta la fecha ha publicado dos libros: una antología de cuentos titulada Crónicas de Londres y recientemente su primera novela Pasos pesados. Posiblemente, y me atrevería asegurar que de una manera inadvertida por el propio autor, su cuentario y su novela tienen muchas más similitudes que las que el autor se propuso o cree advertir.
En sus páginas encontramos el desencanto, lo inefable del destino, la violencia tácita e implícita en la diferencias de clase, en la pobreza y en el auto-exilio así como también los finales elípticos y abiertos son temas recurrentes en la narrativa de este escritor. Y es precisamente el tema de la violencia el que resalta en la novela. Esta obra no sólo recrea escenarios de la violencia peruana, sino que, gracias al manejo de elementos literarios propios del género novelístico, logra ofrecer al lector una idea más amplia y compleja del conflicto armado en ese país. Cierto es que las sociedades contemporáneas, más aun las que tienen experiencias de violencia en su historia reciente, ven en el recuerdo no sólo una de las herramientas para la construcción de memoria sino también como un deber. Y este deber de recordar recae en el personaje principal, el joven Tiago E. Molina.
La violencia de Sendero Luminoso, el caos y la incertidumbre de finales de los 80’s es el trasfondo de la novela. Años duros, en los cuales se calcula que cerca de 60 mil víctimas perecieron. Pero, ¿cuáles son los pasos a los que alude el título? En realidad, son los del tránsito de una juventud desgarrada tanto por la corrupción gubernamental, por un lado, como por los discursos revolucionarios del otro. Son también los pasos perdidos de una generación cuya única opción es la de escapar de ese “país de mierda”, dónde los preceptos morales y éticos son casi inexistentes. Esto último es magistralmente capturado en la novela con la constante ambigüedad moral, política y emocional de personajes como Neyra, un agente del servicio inteligencia, infiltrado en la universidad, que juega para su institución, en contra de sus institución y para provecho de sí mismo.
Así pues, Pasos pesados, retrata los efectos que esa lucha armada y lo que su contrainsurgencia tuvo en todas las esferas de la cultura peruana. Por ejemplo, al comienzo de la novela uno de los profesores universitarios, apodado “El Gato”, es primero despedido y luego asesinado por miembros de los servicios de inteligencia, al parecer simplemente por su espíritu crítico, su popularidad entre los estudiantes y su predilección por el pensamiento de Marx. De hecho, su jefa de departamento ya le había dicho “usted tiene muchos libros de tapas rojas, eso es un peligro en este país”, lo que el catedrático interpretó como una observación y no como lo que de verdad era, una advertencia. Ésta no parece ser sólo una frase suelta en el libro, es preciso recordarles que no sólo Sendero Luminoso en Perú sino también las FARC en Colombia fueron ambas comandadas por ex-profesores universitarios, el filósofo Abimael Guzmán y el antropólogo Alfonso Cano respectivamente. Esto último apunta a uno de los grandes aciertos de la novela, logra retratar con fidelidad los elementos más cruciales de lo que fueron esos años aciagos sin caer en el panfleto político.
Todo gravita en torno a Tiago. Es a través de él que entramos en contacto con personajes muy variados de la sociedad peruana. Tiago pierde su virginidad en una humilde habitación de un “barrio joven” —como eufemísticamente se le llama a un barrio pobre de Cusco— y no como él siempre lo había imaginado con una jovencita de un refinado colegio limeño. Vemos después, que nuestro héroe se refugia en el amor de una americana que labora como crítica de música en la escena de rock peruana, Emma, pero sin dejar de perseguir a Ana, su verdadero amor. Ana Del Valle es una chica de alta alcurnia quien termina simbolizando de forma palpable, los reveses políticos de la realidad de un país donde la movilidad social puede ser precaria debido a lo inescrupuloso en las maneras para obtenerla.
Observamos cómo el personaje principal sufre para mantenerse en sus estudios universitarios, en ese país que se desploma a pedazos y es él quien logra conectar con las personas más dispares. Un talento quizá reconocido por su profesor asesinado, ya que este último le otorga de una manera casi póstuma la calificación más alta del curso sin siquiera haber presentado la última asignación (un ensayo interpretativo). Tiago representa, de una manera tácita pero evidente, la posibilidad de salvar esos obstáculos de clase, raza e ideología que separan a toda sociedad contemporánea. A pesar de las diferencias sociales, él persiste en su amor por Ana. Y es una humilde joven local con el mote quechua de “Waikicha”, “una mujer cobriza” con “sonrisa simétrica y sus dientes blanquísimos como nevados andinos” con quien pierde su virginidad y se convierte en el enlace vital y final entre él y Ana.
Pasos pesados no sólo es una novela sugerente, sino que además no pierde el hilo conductor asegurado por la entretenida y placentera disposición de las secuencias narrativas, es una novela bien contada que derrama lirismo y vitalidad en su prosa. Hay también un humor soterrado que a veces florece de manera muy imaginativa. En una de las escenas, Tiago observa dos libros en la humilde habitación de Waikicha, El tungsteno de César Vallejo y la famosa colección de Los siete ensayos de interpretación de la realidad peruana de José Carlos Mariátegui. Cuando Tiago le pregunta si ella los ha leído, Waikicha responde — “Sólo El tungsteno, la realidad peruana ya me la conozco”. De manera similar la novela abre con la frase “En Lima to be or not to be significan la misma cosa” parodiando la dialéctica hegeliana marxista tan favorecida por el fallecido profesor universitario.
No hay muchas novelas como Pasos pesados en castellano, un libro cardinal y juvenil donde se entremezclan la literatura, la música y la política. Algunas novelas de ese corte podrían ser Que viva la música, de Andrés Caicedo, o Los Detectives Salvajes, de Roberto Bolaño. No obstante, lo que Gunter Silva Passuni ha logrado sugerir y recrear en estas páginas son muchas de las dicotomías, las contradicciones y las decepciones de toda una generación de gente joven condenada a vivir en países donde les es imposible sentir pertenencia e identificación alguna, otra generación perdida por culpa de la violencia y la corrupción. Es ahí donde radica la pesadez de estos pasos; que a su vez son viscerales y poéticos.
Juan Toledo
División de Arte del British Council en Londres
Editor de Crónica Latina y Pulso Magazine