Parawayraq Chawpinpi / Entre la lluvia y el viento. Washington Córdova Huamán. Lima: Pakarina. 2019. 314 páginas.
Cuando José María Arguedas, en su poemario Katatay, se refiere a la poesía escrita en quechua, resalta la existencia de un vínculo intenso entre la naturaleza y el hombre que se comunica a través de las palabras. Estas palabras, sugiere este escritor, están cargadas de vida: experiencias y sensaciones, recuerdos e ideales, padecimientos y reivindicaciones. Parawayraq chawpimpi / Entre la lluvia y el viento (2019) de Washington Córdova Huamán construye precisamente ese mundo Quechua evocado por Arguedas: el texto construido como canto extenso y lírico, ubicado entre la lluvia y el viento; una expresión vital no solo del hombre, sino de los “pueblos legendarios” y una constante búsqueda de libertad.
Córdova es un sujeto internado en una lucha entre el quechua y el español, la misma que se evidencia desde las primeras páginas del libro: desde el uso de los dos idiomas en la dedicatoria, el predominio del español en el “Epitafio inicial”, hasta la propuesta de cantos bilingües del corpus. Es, sin embargo, este primer escrito el que construye los lineamientos del canto general: una dedicatoria hacia los personajes que pueblan el texto, es decir hacia los pueblos “vencidos” por los invasores “abyectos”. La voz principal del poemario es un intermediario, cuyo poder intelectual le permite acercarse hacia la esperanza negada para las naciones indígenas. Esta voz proviene de los estratos más bajos, profundos, telúricos, y lanza su grito desde la tierra sagrada: “y en los rincones del olvido/ se alzaron los pueblos/ coreando cánticos del mañana”. Como dice el autor, la poesía quechua expresa el dolor de la tierra en conexión constante con los hombres: “Has herido a la Pachamama/ extirpando sus venas”. El pueblo no solo es constituido por los campesinos, los obreros o los maestros —los constructores proletarios de un futuro idílico, reivindicativo con los vencidos—, sino también por los dioses tutelares, los ríos, el cielo o los picaflores. De este modo, Córdova postula una divergencia radical entre la burguesía hegemónica, traidora y abyecta, y el pueblo que expresa sus ideales y epistemologías ancestrales.
La poesía quechua de Parawayraq chawpinpi muestra un compromiso social con los vencidos. El autor reafirma su posición de clase desde una postura estética y crítica, como sucede en el poema “Abyecto”: “defiendes al imperio burgués/ y con tus manos manchadas/ sigues derramando la sangre”. La filiación del autor con las naciones indígenas busca combatir diversas formas de opresión. Por ejemplo, las poblaciones autóctonas fueron forzadas a permanecer en silencio y asumir las órdenes de los vencedores: “silenciaron nuestras voces/ intentando sofocar nuestro aliento,/ en sangre ahogaron nuestro canto”. Pero el silencio no es eterno ni reduce el poder indígena. La voz del pueblo busca sus modalidades de escape, supervivencia y resurgimiento: las melodías al viento, los alaridos, los estruendos, los rugidos, mi canto. Una “expresión genuina del silencio” que busca reclamar que “todo y todo nos lo han quitado”. El silencio/voz de los vencidos es la esperanza de la justicia que se construirá en consonancia con los saberes de este pueblo andino. “En esta umbría tarde/ en que la indolencia crece/ y mi canto se indigna”; un canto ahogado en sangre, de voces silenciadas y sofocadas. Por esto, los grillos, el rayo, el arco iris y el Amaru también intervienen en esta lucha de los Quechuas, de los “pueblos legendarios”.
La ruptura del silencio es una opción para el surgimiento del quechua. En el libro, esta lengua indígena irrumpe y se aleja del castellano hegemónico. La escritura en quechua es una voz autónoma; sin embargo, tiene que coexistir con el formato de un libro en español. A pesar de esto, el poeta se auto-traduce, como hiciera Arguedas, para que su voz no tenga otros intermediarios, tal como comenta Julio Calvo al final del poemario. El bilingüismo de Parawayraq chawpinpi o Entre la lluvia y el viento persigue también dos objetivos: el reclamo hacia los otros (en este caso los hablantes de español), y afirmar el empoderamiento de los quechuahablantes: “el coraje de los vencidos/ alineaba las decisiones”. “waqchakunaq kallpanmi/ ruwaykunata ñawincharqa”. Aún más, es un diálogo con la tradición literaria de las causas socialistas e indígenas. Versos y menciones de Vallejo, Arguedas, Scorza, Neruda, Mariátegui, Fico García o Víctor Jara forman parte del universo de este libro. Estas menciones no son pasajeras, sino que fortalecen el mensaje de redención. Los personajes creados por estos autores —el Misitu y Paco Yunque, por ejemplo— habitan las páginas de Parawayraq chawpinpi y conviven con el Qorilazo, el colibrí y las hierbas, y sus historias.
A través de la publicación del libro en la Colección Tlakatlpacha Poesía de Pakarina Ediciones, Washington Córdova obtuvo el Premio Nacional de Literatura 2020 ofrecido por el Gobierno peruano. Esta no es una mención azarosa, sino que permite evidenciar una idea defendida por Ulises Juan Zevallos Aguilar en sus estudios sobre literatura quechua: la poesía permite a los autores indígenas intervenir en la esfera pública y luchar por sus derechos. Parawayraq Chawpinpi es un libro que no busca ser ornamental, sino luchar por la construcción de una cultura indígena en un medio hostil como la sociedad peruana. La escritura de Córdova, cantada a dos voces, derrota el silencio y nos recuerda que “somos hijos del viento”: “llaqtaq wawan kaqtiykun”.
Alex Hurtado Lazo
Universidad Nacional Mayor de San Marcos