Memorias de un basilisco. Gonzalo Lizardo. Ciudad de México: Martínez Roca, 2020. 648 páginas.
Usurpo las palabras de William Lamport como preámbulo de esta reseña: “¡Cristiano lector!, no es esta obra para los cobardes espadachines de la ley del duelo […] ni es tampoco para los cerrados bronces de corazón empedernidos […]” (Cristiano desagravio). Memorias de un basilisco es una obra ambiciosa que puede intimidar en una época marcada por la urgencia y la brevedad. Pero, Gonzalo Lizardo sabe atrapar desde las primeras páginas al lector, al ofrecer un espectáculo poco usual: asistir como testigos a un auto de fe sin precedentes. Sirve el escenario para plasmar un fresco de la variopinta sociedad virreinal novohispana y mostrar así el complejo entramado social de aquella época. Una gran multitud acude para presenciar la quema de los reos a muerte y de entre todos los condenados, en su mayoría herejes, destaca uno en particular: el irlandés Guillén Lombardo, el Basilisco.
El autor mueve a curiosidad porque formula una pregunta obligada: ¿quién es ese enigmático hombre que convoca con su ejecución? De eso trata la novela, de descubrir a un personaje tan escurridizo que merece el apodo de Basilisco, también conocido como el zorro por su astucia y el Azucena por cortejar a las damas con su poesía. Al publicar este libro, Lizardo culmina una tarea que emprendió años atrás fascinado por este enigmático personaje. Como académico, en un trabajo arduo de archivo, publicó y editó el manuscrito del Cristiano desagravio y retractaciones de Don Guillén Lombardo (2016). Su idea fue mostrar la propia voz del personaje histórico, a través de la publicación de uno de sus principales manuscritos, sobre todo por las controversias en el pasado en torno a él.
Un personaje del que se ocupó, en primera instancia, Vicente Riva Palacio con su novela Memorias de un impostor; posteriormente, Luis González y Obregón busca desmitificar la figura novelada en un libro apegado a la verdad histórica y, finalmente, Gabriel Méndez Plancarte traduce el poemario Regio Salterio. Hay que decir que, en la novela, los tres autores citados aparecen como personajes de esta, mencionados en dos pasajes distintos como escribanos que ayudan en la restauración de expedientes en el Tribunal de la Santa Inquisición. Homenaje, sin duda, de Lizardo y un guiño que ubica su novela en la línea de los estudiosos de Lombardo. Véase el título casi homónimo con el de Riva Palacio, pero del que guarda distancia.
La novela de Riva Palacio se apega al desarrollo cronológico de los hechos desde que es preso hasta su muerte. Caso contrario a nuestra novela, ya que como hemos mencionado, el punto de arranque es la muerte de Guillén Lombardo. Despliega la historia como si fuera un thriller porque, ante la ejecución del personaje, quedan enigmas por resolver como el de la causa de su muerte, así como los sentimientos encontrados que genera en los espectadores. La novela está estructurada en cuatro capítulos bajo el nominativo de misterios y a cada uno de ellos lo acompaña una cartografía que ancla al texto con el pasado histórico sustentado.
La novela tiene un ritmo ágil en el que se van alterando distintas voces. Tenemos la de un narrador en tercera persona que conduce la historia y cede la voz a los personajes cuando lo considera oportuno. También la del mismo Guillén Lombardo al hacernos partícipes de las memorias que escribe mientras se encuentra privado de la libertad y que son justo las que quedaron plasmadas en sus escritos. La escritura de Lombardo queda envuelta en un halo de misterio y hay pocas explicaciones al pensar cómo pudo hacerlo con medios tan rudimentarios estando en cautiverio. La forma de resolverlo es mediante otro personaje: Jezabel. Una especie de “daemon tan encantadora y suspicaz” que aparece y desaparece de su celda y que es celosa guardiana de sus memorias. La escritura tiene un papel relevante, que, si bien no es capaz de salvar a Lombardo de la muerte, sí puede reivindicarlo. Porque, también, es el testimonio con el que cuenta la Santa Inquisición para condenarle por sus propias palabras y para resguardarse ellos de acusaciones en su contra.
Lombardo nos va develando su vida a través de las memorias que va escribiendo en la cárcel. Por él nos enteramos de su pasado irlandés y de su deseo de aventura y justicia. Las múltiples travesías que realiza por Italia, Alemania y Francia hasta llegar a territorios españoles y ponerse al servicio de la corona. Su llegada a la Nueva España genera controversia: para algunos llegó con la intención de ocupar el puesto del Virrey, liberar a los esclavos negros y hacer justicia a los indígenas; para otros, tuvo el infortunio de verse envuelto en las intrigas de Palafox y Mendoza por destituir al marqués de Villena.
Otro de los aciertos en la novela es ir desarrollando a la par de la vida de Guillén Lombardo, la historia de los hermanos Inés y Sebastián Carrillo dueños del Mesón de los Carriones y afectos a Lombardo. Me atrevo a decir que sobre ellos recae el peso de la historia cronológica, a partir de la muerte del Basilisco, y que los hechos que suceden se van hilando con el pasado para poder descubrir cuáles fueron los motivos que lo llevaron a la hoguera.
Inés entra al servicio de Juan de Mañozca, obispo inquisidor que llevó el juicio de Lombardo y es a través de su mirada que nos vamos adentrando en el entramado de la vida novohispana. Sobre todo, de la vida ostentosa que llevaba ‘monseñor de las ratas’ y, por ende, el alto clero sobre quien recae el peso de ejecutar sentencias. Lizardo devela la opulencia y el poder de la jerarquía eclesiástica en contraste con las órdenes religiosas y su tarea de equilibrar el estratificado mundo novohispano. Hay una detallada y bien sustentada mirada sobre el papel de la Iglesia que, a través de sus celosos cuidadores, mantenían el orden en la floreciente nación mexicana.
Por su parte, Sebastián Carrillo siguiendo los pasos de su padre se desempeñaba como amanuense en los Tribunales; en su momento, se vio obligado a abjurar de Guillén Lombardo, aun cuando guardaba por él simpatía. Pero, él sabe que la muerte del irlandés se debe a intrigas políticas mismas que intenta sustentar al tener acceso a los archivos de la Santa Inquisición y con ello poder mostrar un sistema corrompido que actúa en defensa de sus propios intereses. Para ello urde un plan con Antonia de Castro, quien fue prometida de Guillén, para desenmascarar a quienes ejecutaron sentencia contra Lombardo y librar a su hermana de la persecución que sufre al enterarse el obispo que ella posee el Regio Salterio, libro profano que puede arrojar luces sobre su vida y proceso.
“¡Vaya tarea que nos espera: ordenar, leer, razonar justamente tanta palabrería”!. Valdrá la pena la lectura porque Gonzalo Lizardo logra dar voz a Guillén Lombardo y a través del cruce de voces e historias queda la tarea al lector de emitir su juicio. Una novela que rescata al personaje, que mueve a curiosidad por la verdad histórica y que muestra con soltura el pasado, tan presente, de nuestra historia novohispana.
Ramón Alvarado Ruiz
Universidad Autónoma de San Luis Potosí
Ramón Alvarado Ruiz es Doctor en Artes y Humanidades por parte del CEMARTH, Monterrey. Desde 2014 es profesor Investigador en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí e integrante del Sistema Nacional de Investigadores y del grupo de investigación UC-Mexicanistas. Su principal línea de investigación es la literatura mexicana y latinoamericana del siglo XXI; con énfasis en los cinco escritores del grupo del Crack. Ha publicado “The Crack Movement’s Literary Cartography (1996-2016)” (2017); “Santiago Gamboa y Jorge Volpi, una mirada compartida de una narrativa global y local” en Estudios de Literatura Colombiana ( 2018); “Las elegidas, de Jorge Volpi: del plano general al close-up narrativo” (2019) y el libro Literatura del Crack: un manifiesto y cinco novelas (2016).
Guadalupe Elías (San Luis Potosí, 1987) es traductora, docente e investigadora. Obtuvo el doctorado en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de St Andrews, Escocia, en 2019. Ha impartido clases a nivel universitario de español como lengua extranjera para angloparlantes, y de literatura y cine españoles e hispanoamericanos. Como traductora, ha participado en diversos proyectos, incluyendo EU-LAC MUSEUMS, coordinado por la Escuela de Historia del Arte de la Universidad de St Andrews y financiado por el programa Horizonte 2020 de la Unión Europea. Actualmente se desempeña como traductora independiente.