Lima: Alfaguara, 2024. 137 páginas.
Julio Ramón Ribeyro (1929-1994) fue uno de los escritores más versátiles y talentosos de la literatura peruana del siglo XX. A lo largo de cuatro décadas hizo incursiones importantes en la novela, el teatro, el ensayo, el diario íntimo y la prosa corta. Sin embargo, fue en el cuento donde dejó su huella más perdurable. A treinta años de su muerte, ocurrida en Lima el 4 de diciembre de 1994, no resulta difícil comprobar que La palabra del mudo, título bajo el cual reunió toda su producción cuentística, es un clásico de las letras peruanas y latinoamericanas. A su muerte, Ribeyro había logrado pergeñar una de las exploraciones más ricas de la idiosincrasia de la sociedad peruana contemporánea, una exploración cuya vigencia en el Perú de hoy ha envejecido muy poco.
En febrero del año 2024, el investigador Jorge Coaguila, autor de la mejor biografía de Ribeyro hasta la fecha, Ribeyro, una vida (2021), tuvo ocasión de revisar el archivo del escritor en París. Hasta entonces, los papeles de Ribeyro habían sido celosamente custodiados por Alida Cordero, su viuda. Coaguila había conocido al autor de La palabra del mudo a comienzos de los años 90 en Lima y se convirtió en una suerte de asistente personal de Ribeyro hasta su muerte. Así las cosas, gracias a la dedicación que Coaguila le había mostrado a la obra de Ribeyro después de su partida, Alida Cordero optó por darle acceso directo al archivo del escritor luego de casi treinta años. De esta manera, hurgando durante meses en un armario atiborrado de papeles, Coaguila encontró manuscritos de las novelas de Ribeyro, apuntes de su puño y letra, cartas y documentos personales y, de manera más importante, cinco cuentos desconocidos del escritor.
Los cinco relatos que componen Invitación al viaje y otros cuentos inéditos fueron escritos en París en la década de 1970, una de las décadas más productivas de Ribeyro, y se publicaron en julio de 2024 en Lima, en lo que resultó ser un gran acontecimiento literario. El libro no solo se convirtió en el más vendido de la última feria internacional del libro celebrada en la capital peruana, sino que confirmó la admiración de la que goza la obra de Ribeyro entre sus muchos lectores.
En marzo de 2024, la publicación de la novela póstuma de Gabriel García Márquez, En agosto nos vemos, reabrió una vieja polémica: ¿deben darse a conocer los relatos que un escritor nunca quiso publicar en vida? Las posturas a favor y en contra en este viejo debate son muchas. En tal sentido, conviene recordar que opiniones encontradas al respecto ocurrieron también en torno a obras póstumas de otros grandes autores—Franz Kafka y Ernest Hemingway, entre otros—, cuyos libros circularon después de su muerte. El asunto en cuestión reaparece una vez más con la publicación de estos nuevos cuentos de Ribeyro.
“A pesar de la disparidad de estos relatos, Invitación al viaje y otros cuentos inéditos es una nueva ocasión para volver a leer a ese estupendo cuentista que fue Julio Ramón Ribeyro.”
Nunca sabremos a ciencia cierta por qué Ribeyro se rehusó a publicar estos cinco relatos. Y aunque podría argüirse que los textos del volumen son algo desiguales en cuanto a sus méritos artísticos, también es verdad que hay cuentos que justifican plenamente su rescate. El primero de ellos es el que le da título al libro. Su protagonista es Lucho, un muchacho adolescente, miembro de la clase media peruana, que, en busca de aventuras que le permitan convertirse en un hombre de verdad, incursiona en esa terra incognita que es para él el barrio popular de Surquillo. Sin embargo, el abandono de la seguridad de su barrio miraflorino para explorar ferias callejeras, bares de mala muerte y sórdidos prostíbulos en el “espesor de la noche” terminará en la humillación y la derrota del protagonista. Destaquemos en este relato dos elementos centrales en la cuentística de Ribeyro: la recreación de un inquietante espacio urbano marcado por la marginalidad de los personajes que lo habitan y la utilización de un lenguaje transparente y funcional que da lugar a frases sobrias y a veces líricas. Si bien Lucho podría ser etiquetado como un perdedor más—los cuentos de Ribeyro están llenos de figuras que reciben un trato duro de la realidad—, no es este el caso aquí. Antes bien, el protagonista es tratado con compasión y cierta generosidad por el narrador. Así, el resultado final de la aventura nocturna de Lucho puede ser visto como un rito de aprendizaje que dejará una huella importante en su joven vida.
En “Monerías”, Ribeyro recurre a un uso desbordado y desbordante del humor. El hallazgo del cuento es también un rescate valioso. El absurdo que rodea la anécdota que se cuenta se sustenta en la iniciativa de un empresario peruano, Américo Diosdado, que busca hacer fortuna exportando mil doscientos monos provenientes de la selva peruana a los Estados Unidos. Tan descabellada es la aventura de Diosdado que, tras fracasar en su propósito, le dirige una carta al mismísimo presidente de la República solicitándole ayuda del Estado para llevar a buen puerto su estrambótico proyecto. Para ese momento, sin embargo, los miles de monos que Américo ha traído de la selva están sueltos en la ciudad de Lima causando todo tipo de estragos pero que, según afirma el protagonista, “Han aprendido nuestro idioma” y “exigen ser tratados como el prójimo que son”. “Monerías” es un cuento delirante y divertido, un relato que confirma que la sátira y el humor también forman parte del vasto registro narrativo de Ribeyro.
El humor y un cierto espíritu lúdico también están presentes en “La celada” y “Espíritus”, dos cuentos que muestran el talento de Ribeyro en el género fantástico. “La celada” cuenta las diversas visitas del narrador-protagonista al piso de Gladys, una limeña cosmopolita a quien este conoció en París y por quien se siente atraído. Lo curioso es que según la puerta que el protagonista toque cada vez que la visita, la derecha o la izquierda, Gladys es una mujer afable y hospitalaria o, en su defecto, fría y distante. Aunque la trama de este cuento es amena y divertida, su final no deja de ser algo abrupto y desconcertante. Algo parecido ocurre con “Espíritus”, cuya trama cuenta una sesión de espiritismo de tres amigos peruanos en París. Tras el final de esa aventura, el resultado es la aparición de un extraño “objeto de metal” en el piso parisino del protagonista. El final nos recuerda a “Ridder y el pisapapeles”, un cuento que, a diferencia de este, es uno de los relatos fantásticos más logrados de Ribeyro. Poco logrado es también “Las laceraciones de Pierluca”, un cuento donde la vitalidad inicial del protagonista no se corresponde con su inesperado final.
A pesar de la disparidad de estos relatos, Invitación al viaje y otros cuentos inéditos es una nueva ocasión para volver a leer a ese estupendo cuentista que fue Julio Ramón Ribeyro. Más aún, con la publicación de estos cinco cuentos es posible afirmar que toda su obra cuentística se compone, ahora sí, de un centenar de relatos publicados, un logro que sin duda es digno del mejor aplauso.