Arica: Editorial Aparte. 2023. 44 páginas.
En su cuarto libro de poemas, Habitaciones parcialmente destruidas (Editorial Aparte 2023), Nicolás Letelier Saelzer aborda la alegoría del lenguaje como casa-prisión, todo ello con ironía, sutileza y disonancia. Por la casa-prisión del lenguaje nos referimos a la idea e imagen esgrimida por Friedrich Nietzsche en torno a las palabras como condición constitutiva del pensamiento. Es decir, la lengua nos es familiar, a la vez que nos determina.
Dos monólogos dramáticos inauguran el poemario, de diferente factura en términos de registro y versificación. Por monólogo dramático entendemos aquel modo retórico o subgénero lírico capaz de evocar el temperamento del hablante desde sus pensamientos más privados.El primer poema, “De la clase media media”, indaga en torno al carácter eufemístico de esta categoría social desde una subjetividad anónima: “trabajar / producir / mantener / a / esta / cáfila / de lumbreras / que / viven / en / todo / esto / que / es / hermoso”. El segundo poema, “Charles Robert Darwin / (1809-1882)”, entrecruza registros chilenos y alusiones modernas con la mentalidad de un personaje victoriano de la alta burguesía: “Modesto como soy / escribí el más elegante / tratado de ética / más elegante que / Duke Ellington / pero los pajarones / de aquí no entienden / nada”. En ambos textos, la ironía constituye un recurso central al poner en tela de juicio las afirmaciones de los hablantes y el motivo de la movilidad social.
Como señala su epígrafe (“A partir de Paul Klee y Gordon Matta-Clark”), el poema homónimo del libro utiliza la écfrasis, entendida como la representación verbal de una representación visual, pero desde un ejercicio imaginativo, capaz de emular, traducir e interpelar los patrones compositivos empleados por ambos artistas. A la manera de Matta-Clark y Paul Klee, el poema pareciera perforar e intercalar frases e imágenes relativas al lenguaje con líneas y figuras propias de la construcción: “hormigón armado concreto de formas orgánicas / relaciones entre lo dicho y lo proyectado lo querido”. Como revela este fragmento, el principio de yuxtaposición, asumido más adelante en la sentencia “solo queda superponer”, recae no solo entre los versos sino también dentro de sus intersticios a partir de la supresión radical –pero meditada– de conectores y conjunciones. Así, las operaciones de encabalgamiento y superposición desmoronan los cimientos del lenguaje, donde la imagen poética, aquel “holograma de la mente”, actúa como una proyección cognitiva, influida por la obra de Paul Klee y Matta-Clark. Desde esta poética, Letelier concibe el poema como una habitación parcialmente destruida, perteneciente a la casa-prisión del lenguaje.
“Si el lenguaje es aquel que nos domestica, entonces el poema es el encargado de desnaturalizar y destruir parcialmente el habla cotidiana”
Si los monólogos dramáticos exploran las posibilidades retóricas de la ironía, definida como la formulación de un sentido opuesto desde un sentido literal, el poema “Y” discurre en torno a la diferencia entre enunciados falsos y ciertos. Con elegante audacia, el hablante interroga la cualidad verdadera de “cada frase” y “cada palabra”. Para el sujeto, el lenguaje miente no precisamente debido al referente (“no es el perro”), los significantes usados (“el sonido vocalizado”) o las expresiones no-verbales (“aquí el / brazo sostiene señala un / perro”), sino debido al carácter social del habla cotidiana, capaz de naturalizar sus usos y convenciones: “es solo el sonido que / domesticamos con la palabra”. De esta forma, si el lenguaje es aquel que nos domestica –y aquí el doble sentido con la referencia inicial al perro–, entonces el poema es el encargado de desnaturalizar y destruir parcialmente el habla cotidiana.
El recurso del encabalgamiento, consistente y extremado a lo largo del poemario, disrumpe la tensión entre ritmo y sintaxis, a la vez que refuerza una meditación metaliteraria en torno al proceso de composición poética. En “Balcones II / Vanitas MMXX”, el hablante reflexiona en torno a la creación y recepción de un evento cotidiano (“Es un lindo gesto entonar / una canción en la mañana”), donde el placer estético no reside solo en la armonía sino en la disonancia: “y encontrar belleza / no tan solo en las líneas / melódicas que abruman / al cerebro y disfrutar los / contratiempos y los bajos”. En estos dos últimos versos, el encabalgamiento es capaz de quebrar el vínculo sintáctico establecido en la frase al separar el artículo (“los”) del sustantivo (“contratiempos”). De esta manera, el encabalgamiento encarna el ritmo sincopado enunciado por el hablante.
La variedad de modos retóricos en Habitaciones parcialmente destruidas evidencia el oficio sostenido de Nicolás Letelier y el entramado intertextual de su obra literaria, así como demuestra las posibilidades poéticas subyacentes al habla cotidiana desde una mirada irónica, reflexiva y escéptica respecto a sus medios de expresión. Frente a la casa-prisión del lenguaje, el poema se vuelve no un sitio de construcción sino una ruina intervenida.