Martín Adán. The Cardboard House. Traducción de José Garay Boszeta. Dallas, Texas: Dulzorada, 2020. 157 páginas.
Rafael de la Fuente Benavides (1908-1985), más conocido por el seudónimo de Martín Adán, fue una figura fundamental de la literatura peruana de comienzos del siglo XX. Nacido en Lima en el seno de una familia de orígenes aristocráticos (de los que, por cierto, siempre renegó), Adán fue un poeta de extraordinario talento y un renovador de la tradición literaria en el Perú.
Escritor precoz, con apenas veinte años cumplidos dio a conocer en 1928 La casa de cartón. La madurez artística de este libro nos hace olvidar que Adán empezó a escribirlo cuando todavía cursaba la secundaria. Lo cierto es que La casa de cartón fue un libro que llegó para quedarse y que fue saludado por dos importantes intelectuales de la época: Luis Alberto Sánchez y José Carlos Mariátegui. Obra de claro espíritu vanguardista, su estructura nos remite al experimentalismo de Joyce y de Proust y a los influjos del surrealismo. En realidad, La casa de cartón es un libro difícil de clasificar: para algunos, es una novela de corte poético, mientras que para otros es un gran poema en prosa. Sea como fuere, es un libro hecho de retazos, imágenes y sensaciones múltiples que invitan a una lectura pausada para degustar su fino uso del lenguaje. En su vago relato, guiado por la conciencia de un narrador sin nombre, el lector es testigo de las experiencias adolescentes de Ramón, Catita y Sergio. El escenario escogido para desarrollar su anecdotario es el balneario de Barranco a comienzos del siglo XX. Ubicado en las afueras de Lima, Barranco era entonces un lugar de veraneo para la clase alta a cuyas playas y vida pueblerina era posible acceder a través de un viaje en tranvía desde el centro de la ciudad.
Si La casa de cartón es un texto que pone en entredicho las convenciones del género novelesco, algo parecido ocurre con el acto mismo de la lectura. La trama del relato apenas está esbozada y se limita a unos cuantos episodios y alusiones concretas. El escenario barranquino es evocado a través de rápidas pinceladas del lugar, así como de algunos personajes que lo habitan. La casa de cartón se abre así: “Ya ha principiado el invierno en Barranco; raro invierno, lelo y frágil, que parece que va a hendirse en el cielo y dejar asomar una punta de verano. Nieblecita del pequeño invierno, cosa del alma, soplos del mar, garúas de viaje en bote de un muelle a otro, aleteo sonoro de beatas retardadas, opaco rumor de misas, invierno recién entrado” (53).
Si La casa de cartón tiene una posible trama, esta gira en torno a la amistad del narrador con otros adolescentes, sobre todo con Ramón, y a los juegos amorosos de ambos con otras muchachas de su edad. Ante una estructura tan etérea, lo que en verdad sostiene el relato son las muchas viñetas que evocan escenas, personajes y situaciones sin un orden aparente; la unidad de estos fragmentos solo se logra a partir del fluir de conciencia del narrador, hasta formar una imagen del protagonista y su relación con el mundo.
Si una voz juvenil es la que informa este relato, la actitud rebelde del narrador propicia una mirada crítica sobre el mundo burgués de Barranco y toda su pacata moralidad. De las beatas que deambulan por las calles del balneario comenta, por ejemplo: “Por la mañana, al filo de la madrugada, de las fenestras de las torres, en un vuelo torpe de pájaros asustados y campanadas mojadas, bajan las viejas beatas al aquelarre de los árboles y los postes en la neblina. Negruras que se mueven de aquí allá, brazos infinitos, manos ganchudas, consignas medio oídas… Beatas que huelen a sol y sereno, a humedad de toallas olvidadas detrás de la bañera, a elíxires, a colirios, a diablo… Beatas que huelen a ropa sucia, a estrellas, a piel de gato, a aceite de lámpara, a esperma… a yerba mala, a oscuridad, a letanía, a flores de muerto…” (58).
Como lo demuestra la cita anterior, en muchos pasajes La casa de cartón es un libro de verbo desenfadado y atrevido, con escenas que despliegan un humor corrosivo y una mirada irónica sobre el pequeño mundo barranquino y su rancia moralidad. Por otra parte, algunos críticos han querido ver en este este libro el retrato de un artista adolescente. En efecto, la presencia de Ramón, el amigo del narrador, hace que ambos compartan inquietudes intelectuales y literarias. La vida de Ramón revela el drama del joven que desea desarrollar su vocación literaria pero que vive atrapado en un mundo burgués que solo respeta el conservadurismo moral y la certeza económica. La muerte prematura de Ramón da lugar al descubrimiento de su diario íntimo, lo que le permitirá al narrador comprobar que la vocación de poeta es vista como un oficio subversivo y poco tolerado por la clase alta. Por ello, todo el texto de Adán puede leerse como una reflexión sobre el lugar del artista en la sociedad y la constatación de que, más allá de cualquier intolerancia, la buena literatura es capaz de crear su propia realidad. Bien leído, este primer libro de Adán es una profesión de fe de quien consagra su vida al arte y a la creación literaria.
Vale la pena insistir en el valor central de este libro: el lenguaje. Su rico imaginario solo es posible gracias a una prosa siempre ágil y versátil, llena de imágenes nebulosas, de audaces quiebres sintácticos y de una música secreta para narrar. El relato pone en valor la rica plasticidad del lenguaje y su capacidad para la evocación poética, recurriendo a menudo a la metáfora, la hipérbole y la sinestesia; todo ello sin dejar de incorporar neologismos, arcaísmos y peruanismos cuando la anécdota así lo amerita. Así, Adán se muestra como un artista innovador y radical para la época, pues la suya es una palabra hecha de erudición y de un rico torrente de imágenes visuales que siempre buscan nuevos horizontes expresivos.
Esta nueva edición en inglés de La casa de cartón, en una excelente traducción de José Garay Boszeta, es digna del mejor elogio. No solo pone al alcance de un público angloparlante una obra maestra de las letras peruanas, sino que también le da visibilidad a un libro que inaugura una nueva etapa de modernidad en la historia literaria del Perú, y anuncia la presencia de quien luego llegará a ser uno de sus grandes poetas en el siglo XX.
César Ferreira
University of Wisconsin-Milwaukee