Cacería incesante. Pedro Novoa. Lima: Editorial Mesa Redonda, 2021. 192 páginas.
En la primera página de Cacería incesante (Editorial Mesa Redonda, Lima, 2021), el narrador Kilovatio, alter ego del autor, ex miembro SEAL e infante de Marina, nos cuenta que es el hombre más aguerrido de su promoción, el rayo que eyaculó el cielo, el tipo que recibió medallas y honores por su valentía, pero que, ahora mismo, se encuentra en una lucha personal: todas sus medallas han desaparecido, ha sido dado de baja de esas instituciones militares por indisciplina, su pareja está embarazada y lleva buscando trabajo desesperadamente ya varios meses.
Claramente, Pedro Novoa no pierde el tiempo del lector y nos introduce de golpe en el drama de su personaje principal. Esta novela póstuma comienza con esa explosión emocional, y nunca se detiene desde allí hasta llegar al final. Cacería incesante es un thriller de espías con un ritmo trepidante, y es también un cierre de lujo de un escritor que no se contentó en confiar en las reglas establecidas de ningún género literario. Un escritor que lamentablemente nos dejó muy joven.
Cacería incesante está ambientada en un mundo de mentiras y lealtades cambiantes. Esta novela es la historia salvaje de nuestros tiempos. Una ingeniosa reinvención de la novela de espías. Como en toda su obra, Novoa mezcla el lenguaje callejero con un lenguaje muy poético. De un lado tenemos una prosa muy violenta que nos martillea la cabeza. Y de otro lado, la parte poética que nos parte el alma en pedacitos como una sonata de Bach. Aunque parezcan lenguajes opuestos, tanto la jerga como la poesía tienen un punto en común: ambos buscan nuevas formas de lenguaje, de desatar las palabras, pelean con nuevas formas de expresión y por último re-nombran lo que con el vocabulario standard no es suficiente para explicar. Y esta carga lírica, esta fuerza poética, es el elemento formal más destacado de la novela.
El libro es también un tributo a la amistad, porque Novoa introduce a varios de sus amigos escritores dentro de la historia, los convierte en malvados, dinamiteros, francotiradores o espías. Así podemos ver que el personaje némesis, llamado George Tafur, es en realidad el poeta peruano radicado en París Jorge Tafur. Y ese vuelo lírico del que hablo se pude observar claramente en el párrafo en que Novoa nos presenta a este personaje en acción:
Además de ser poeta, mi vicio es simple: me inoculo sueños azules directamente a las venas todos los días, prefiero un vino Chardonnay por las tibias tardes y nunca dejo de dormir sin leer un poema de Baudelaire. La poesía es como estos vuelos, pero sin cabina de control: tienes la certeza de que llegarás a destinos lejanos, aunque no sabes exactamente con qué locura ni bajo la tiranía luminosa de qué dios lo harás.
El personaje de Kilovatio es un buen trabajador, minucioso y honrado, al menos eso nos cuenta. Pero sus intentos de conseguirse un sueldo fracasan. Su búsqueda de laboro se ve obstaculizado por la mancha en su currículo, también por el hecho de ser hijo de emigrantes latinos en Norteamérica y sobre todo por una mano negra, que juega el papel de titiritero de las operaciones de espionaje que se desarrollan en la historia. De allí el lamento del protagonista:
Postulé a cualquier trabajo, donde luego de masticarme por unos minutos me terminaban expectorando sin asco. Nadie quería contratarme. Solo recibí miradas de desconfianza. Me medían y auscultaban de arriba abajo todo el tiempo, y cuando se enteraban quién había sido, y comprobaban mis orígenes latinos, ya no existía ningún chance.
Finalmente, ve una posible salida de su situación, después que ha vendido el auto para pagar las cuentas de la casa, la clínica y los alimentos, y cuando está a punto de la mendicidad. Entonces, un miembro de la CIA lo contacta a través de la web y lo recluta para que sea parte del equipo de rescate del presidente de la nación más poderosa del mundo, llamado en clave operativo como “Saturno”: personaje que luego sabremos es Donald Trump. Kilovatio acepta la misión por dinero, por pura necesidad. Le engaña a su esposa para evitar que se preocupe de su ausencia. Le proveen dinero, un pasaporte falso y un arma y lo envían a París. Aunque la misión de Kilovatio se complica por las persistentes traiciones, agentes dobles, típicos del mundo de espías, es allí donde el mundo se presenta como un juego de ajedrez a gran escala. En ese proceso, Novoa maneja con destreza los distintos hilos de la novela, y tiene un verdadero don para el ritmo: ni una sola vez el libro se detiene o se atasca, y nunca es innecesariamente complejo o confuso.
Con Cacería incesante, podemos darnos cuenta de que, en realidad, es una novela que consigue peso a través de la ligereza del género. Sobre todo por esa carga poética, por esa cantidad de ideas que va derramando en cada página. Y funciona en muchos niveles: es un thriller de espías que atrapa, escrito por alguien que sirvió en la Infantería de Marina del Perú por tres años (Novoa ha contado muchas veces en entrevistas sobre su paso por esa institución). Pero se lee, también, como una novela literaria profundamente inteligente que aborda temas de geopolítica, ecología, racismo, explotación, amistad, traición y muerte.
Cuando nos atrevemos a leerlo, nos ocurre algo mágico, la certeza de que hay alguien afuera que es capaz de dar con la imagen que buscamos, la metáfora perfecta, la palabra exacta, la voz que nos hace pensar, que nos hace sentir menos solos. Y cada vez que Pedro Novoa agarra la pluma y escribe, levanta polvo, saca chispas del suelo y nos raya la piel. Y por supuesto, en este viaje literario, siempre nos termina revelando las contradicciones de este mundo y lo más profundo y oscuro del ser humano.
Gunter Silva